El actual gobierno demuestra cada día más lo separado que está de la realidad de los venezolanos. La escasez generalizada, la caída del ingreso de las familias, la inflación completamente desatada (la mayor del mundo), la terrible situación de los servicios públicos (electricidad y agua, solo para citar dos), todos esos hechos no tienen el menor reconocimiento de parte de los funcionarios del gobierno. Según ellos, todos los venezolanos se han puesto de acuerdo para pintar una realidad que según ellos no existe.
Es muy difícil acertar en el gobierno si el primer paso, reconocer los problemas, nunca se ejecuta. A partir de ahí todo lo demás es una secuencia de errores. La última decisión del gobierno es la creación de la Corporación Nacional Productiva. Se trata de una nueva modalidad de la creencia de que solo es posible el desarrollo a través del Estado. El gobierno crea una nueva instancia en la que se colocan todas las empresas públicas para “elevar la productividad”, entre otros objetivos.
Lo que por supuesto no tomó en cuenta el gobierno es que las empresas públicas que ahora deben producir café, azúcar, cemento, por citar unos pocos rubros, no cumplen con las metas que antes se cumplían cuando estaban en manos privadas. Nadie en el gobierno, si es que se le ocurrió la idea, pudo levantar preguntas sobre la productividad real de las empresas públicas, sobre las tremendas distorsiones que experimentan, sobre las inmensas fuentes de corrupción que están en operación. Ninguna de esas preguntas se hizo. Era el primer paso para identificar la causa fundamental de los desastres de la gestión que están a la luz pública y que afectan la vida cotidiana de todos los venezolanos.
No pueden aparecer estas preguntas porque este largo gobierno tomó la decisión de equivocarse hace mucho tiempo. Al asumir que la premisa de toda su acción era controlar el Estado. Nada de analizar lo que más conviene a los efectos de producir. Nada de trabajar en cooperación con el sector privado, nada de identificar la mejor vía para aumentar la productividad, nada de reducir los monopolios públicos y privados que generan altos precios para los consumidores, nada de concentrar la inversión pública en las áreas prioritarias.
Los resultados de esa equivocación están a la vista de todos: caída de la producción de bienes esenciales, escasez de muchos de ellos, la inflación más alta del mundo, la economía en el tercer año de recesión, pérdida del crédito internacional, servicios públicos en deterioro total, entre otros aspectos. Al final se tiene la afectación de la calidad de vida de los venezolanos. Pues bien, antes de revisar el rol fundamental que ha tenido la visión estatista en este desastre, el gobierno opta por seguir avanzando por la ruta equivocada. Han decidido equivocarse hasta el final.
Politemas, Tal Cual, 24 de febrero de 2016