Desde el inicio de la pandemia se hizo muy evidente que era prioritario producir vacunas que evitaran la propagación de covid-19. Los avances científicos de las décadas anteriores permitieron proponer alternativas de vacunas para someterlas a los estudios requeridos. Múltiples grupos de investigación, en alianza con empresas especializadas y otras organizaciones, iniciaron rápidamente la realización de estos estudios.
Para impulsar estas investigaciones también fue necesario contar con recursos de fuentes públicas y privadas. La gravedad de la pandemia, sin dudas, junto con la posibilidad de contar con conocimiento de gran utilidad, permitió que en pocos meses se lograran varias alternativas de vacunas seguras y eficaces. A la fecha, según el sitio web de seguimiento de la Universidad McGill, trece vacunas han sido aprobadas en muchos países, y 99 candidatas a vacunas se encuentran en diferentes fases de los estudios requeridos. Es de esperar que en la medida que avance el nivel de conocimiento científico, se podrá contar con mejores vacunas contra covid-19 en el futuro.
El extraordinario éxito que significa contar con vacunas tan seguras y efectivas, debe acompañarse con su aplicación en los sistemas de salud. Garantizar la cobertura universal de vacunas contra covid-19, se convierte en una de las tareas de políticas y gestión más relevante para los sistemas de salud a escala global. Conviene precisar cuáles son las características de las políticas que pueden influir más en la disponibilidad de las vacunas. La siguiente fase, esto es, la aplicación de las vacunas en los servicios de salud dependerá en gran parte de esa disponibilidad.
Dos factores son útiles para valorar el desempeño de los sistemas de salud en la garantía de disponibilidad de vacunas contra covid-19. El primero de ellos es la anticipación en lograr los acuerdos para el suministro de vacunas. En la medida que los gobiernos actúen con más celeridad, tendrán mayores posibilidades de alcanzar la disponibilidad deseada. El segundo factor es la diversidad de opciones de vacunas. Siendo que existe una gran demanda por estas vacunas en el mercado global, y que ellas varían en términos del número de dosis, mecanismo que utilizan para la inmunidad, población objetivo, y condiciones logísticas para la preservación y uso, lo ideal es que los países cuenten con la mayor diversidad de opciones.
En lo que respecta a la anticipación en la toma de decisiones, en América Latina se pueden distinguir tres tipos de países, de acuerdo con la información disponible en sitio web de la Universidad de Duke. El primer grupo está compuesto por los tres países que actuaron más rápido para concertar convenios de suministro de vacunas: Brasil, Ecuador, y México. El primer acuerdo fue realizado por Brasil el 6 de agosto de 2020. Ecuador y México establecieron los acuerdos en octubre de 2020. En el segundo grupo se encuentran los países que formalizaron estos acuerdos en los meses de noviembre y diciembre del año pasado (Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Panamá, y Venezuela). El tercer grupo está compuesto por los países que aprobaron los acuerdos en los primeros meses de 2021 (Paraguay, Perú, y Uruguay).
La diversidad de opciones de vacunas se puede clasificar también en tres grupos. En el primer grupo están los países con mayor número de vacunas disponibles hasta la fecha: México (seis), Brasil (cinco), y Colombia (cinco). En un grupo intermedio están países con tres o cuatro vacunas disponibles (Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, y Perú). En el grupo con solo una o dos vacunas aprobadas, están los siguientes países: Costa Rica (dos), El Salvador (una), Panamá (una), Paraguay (una), Uruguay (dos), y Venezuela (una).
La combinación de anticipación, diversidad, y capacidad de compra, explica la disponibilidad actual de vacunas anticovid-19 en los países de la región. Solo tres países a la fecha alcanzan la disponibilidad total de vacunas (incluyendo lo previsto por el mecanismo COVAX): Chile, Perú, y República Dominicana. Estos tres países pudieron comprometer los recursos para las compras, incluso Perú que fue el último del grupo en establecer los acuerdos.
Los países con menos de 40% de disponibilidad de vacunas (El Salvador, y Venezuela), también tienen la menor diversidad de opciones de vacunas (solamente una). En consecuencia, para estos dos países, y probablemente también para Uruguay, Paraguay, y Costa Rica, aumentar significativamente la disponibilidad solo será posible si cuentan con un mayor número de vacunas.
Las dificultades que experimenta la aplicación de vacunas en la región, pueden estar asociadas con el rezago en los mecanismos de compra y suministro, y a las restricciones estructurales de los sistemas de salud. Si a ello se agrega que algunos países no tienen suficientes opciones de vacunas, expresión también de las restricciones de recursos, es evidente que deberán acometer cambios urgentes para acceder a mayor cantidad de vacunas y aplicarlas con celeridad. De lo contrario, alcanzar la meta de cobertura puede prolongarse por los próximos años.
Politemas, Tal Cual, 24 de marzo de 2021