No puede ser de otra manera. La constante utilización de la mentira y la exageración no pueden ser azarosas. El actual gobierno se las ha ingeniado para desaparecer la verdad como fuente de la discusión política. No es que sólo se esconde la verdad, lo cual ya sería bastante grave. Es que se utilizan todos los canales de la maquinaria oficial para difundir mentiras, embustes, como usted lo quiera llamar. Vivimos en el gobierno de la “coba”.
Se puede iniciar por la recopilación de los informes oficiales. Allí se encuentra la utilización de cifras sin mayor sustentación, las menciones de datos provenientes de distintas fuentes, el invento de nuevas formas de medición, la ausencia de información regular. Todas ellas son expresiones de un gobierno que esconde, que usa a conveniencia las fuentes, que evita la verdad.
El problema con el que “cobea” sistemáticamente es que no lleva la cuenta de las mentiras. Entonces, se enreda, dice una cosa hoy y otra mañana. Pero eso no es mayor problema. Porque la “coba” es un fin en si mismo. De manera que no hay mucho prurito por hablar con las cifras o hechos verdaderos. Más de una vez el propio Presidente ha utilizado diferentes cifras de un mismo indicador. Y nadie lo ha visto decir: “estaba equivocado, la cifra exacta es la siguiente...”.
Tanto ha crecido la práctica de cobear que ya se expresa físicamente. De allí el uso de la maqueta. Cuando se quiere dar idea de cómo va a ser un edificio, una urbanización, por ejemplo, se apela a la maqueta. La maqueta puede incluir muchas cobas. Desde los pisos de los edificios hasta el verde de los jardines. Claro, para desmentir una maqueta usted tiene que esperar un tiempo. Pero ya para ese momento habrá otra maqueta de moda. Otra coba, pues.
Y lo más genial de cobear es aparecer con bombos y platillos indicando que en ese terreno se levantará una fábrica. Esto es más elaborado que la práctica de la maqueta. Se necesita un espacio y una construcción. Para decir que en ese mismo sitio se construirán cientos de casas, por ejemplo. Claro, se utiliza el impacto del corto plazo. Que después alguien venga al mismo sitio a verificar el número de casas es algo que no se piensa que pueda pasar. La coba ya se ha consumado. Que otros tengan el trabajo de demostrar que allí no hay casas.
La política de la “coba” tiene su máximo exponente en el Presidente de la República. Todo depende del tema y de la oportunidad. Pero lo más seguro es que diga una coba en cualquier momento. Sin menor empacho. Por ejemplo, hace pocos días dijo que “ahora en Venezuela nadie muere por cáncer”. Antes de decir eso no preguntó, seguramente. Porque justamente esa es la idea de la coba. Inventar. No le importó mucho al Presidente mandar a averiguar. Se hubiera enterado de que en 2008 murieron 19.796 venezolanos por cáncer. Y que desde ese año no hay información oficial. Es el Gran Cobero.
Politemas, Tal Cual, 19 de octubre de 2011
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