En 1999, en su discurso de toma de posesión, el presidente Chávez no habló de conocimientos ni de empleos. Tampoco mencionó que se requiere utilizar y crear conocimientos para alcanzar el mayor estado de bienestar posible. En aquel discurso la única mención a la ciencia fue cuando la vinculó a lo militar y a lo político. Nada dijo sobre las posibilidades que ofrece la ciencia para mejorar el nivel de vida de las personas y las comunidades.
De aquel día hasta hoy han pasado casi trece años. En este período el mundo se ha transformado totalmente. Los países, desarrollados y en desarrollo, han internalizado que el conocimiento, su utilización y creación, es el dinamo para progresar. Se trata de fomentar en todos los espacios y niveles que los avances son el resultado de la aplicación de la inventiva, la investigación, el orden sistemático para resolver problemas. Cada día más empresas se comportan como universidades, centros académicos participan en empresas, gobiernos crean unidades técnicas, organizaciones de ciudadanos inventan ideas para el desarrollo. El conocimiento se ha convertido en el hecho social del siglo XXI. De allí que se usa más frecuentemente el término “sociedad del conocimiento”. Para caracterizar a aquellos países que potencian las capacidades para identificar, producir, procesar, transformar, diseminar, y usar información para construir y aplicar conocimiento para el desarrollo humano.
Y es acá que en Venezuela el mismo Presidente, sigue sin hablar de esas cosas. Luego de trece largos años, en su último discurso a la Asamblea Nacional, en enero pasado, el Presidente tampoco mencionó ni una vez a la sociedad del conocimiento. Ni una sola vez, en siete horas de discurso. Tampoco habló de puestos de trabajos creados, ni de la calidad del empleo.
De manera que hay una gran consistencia en todo esto. El actual gobierno ha llevado a Venezuela a las antípodas de la sociedad del conocimiento. Las evidencias están allí. Hoy menos del 5% de toda nuestra exportación está representada por bienes manufacturados. Luego de haber alcanzado el 50% a mediados de los noventa. Hoy la investigación en nuestras universidades está reducida con las penurias en el financiamiento público. Hoy la relación entre el mundo científico-técnico y el sector productivo es lejana, condicionada por todas las restricciones a los derechos de propiedad y a la inversión privada.
Hoy se cierran postgrados y se crean carreras de bajos estándares. Hoy gran parte de la capacidad científica y tecnológica del país se ha marchado a otros lugares del planeta. Hoy tenemos 200.000 niños que no pueden pasar al séptimo grado porque no tienen cupo. Hoy 40% de nuestros jóvenes no son bachilleres. El actual gobierno preside la etapa de mayor oscurantismo en la historia de la República. Esto debe cesar.
De aquel día hasta hoy han pasado casi trece años. En este período el mundo se ha transformado totalmente. Los países, desarrollados y en desarrollo, han internalizado que el conocimiento, su utilización y creación, es el dinamo para progresar. Se trata de fomentar en todos los espacios y niveles que los avances son el resultado de la aplicación de la inventiva, la investigación, el orden sistemático para resolver problemas. Cada día más empresas se comportan como universidades, centros académicos participan en empresas, gobiernos crean unidades técnicas, organizaciones de ciudadanos inventan ideas para el desarrollo. El conocimiento se ha convertido en el hecho social del siglo XXI. De allí que se usa más frecuentemente el término “sociedad del conocimiento”. Para caracterizar a aquellos países que potencian las capacidades para identificar, producir, procesar, transformar, diseminar, y usar información para construir y aplicar conocimiento para el desarrollo humano.
Y es acá que en Venezuela el mismo Presidente, sigue sin hablar de esas cosas. Luego de trece largos años, en su último discurso a la Asamblea Nacional, en enero pasado, el Presidente tampoco mencionó ni una vez a la sociedad del conocimiento. Ni una sola vez, en siete horas de discurso. Tampoco habló de puestos de trabajos creados, ni de la calidad del empleo.
De manera que hay una gran consistencia en todo esto. El actual gobierno ha llevado a Venezuela a las antípodas de la sociedad del conocimiento. Las evidencias están allí. Hoy menos del 5% de toda nuestra exportación está representada por bienes manufacturados. Luego de haber alcanzado el 50% a mediados de los noventa. Hoy la investigación en nuestras universidades está reducida con las penurias en el financiamiento público. Hoy la relación entre el mundo científico-técnico y el sector productivo es lejana, condicionada por todas las restricciones a los derechos de propiedad y a la inversión privada.
Hoy se cierran postgrados y se crean carreras de bajos estándares. Hoy gran parte de la capacidad científica y tecnológica del país se ha marchado a otros lugares del planeta. Hoy tenemos 200.000 niños que no pueden pasar al séptimo grado porque no tienen cupo. Hoy 40% de nuestros jóvenes no son bachilleres. El actual gobierno preside la etapa de mayor oscurantismo en la historia de la República. Esto debe cesar.
Politemas, Tal Cual, 16 de noviembre de 2011
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