Los venezolanos nos disponemos a tomar el domingo una decisión histórica. Luego de 14 años de gobierno autoritario e incompetente, acudiremos a las mesas electorales a expresar nuestra opinión. Cada uno de los electores decidirá de acuerdo con su conciencia, con el balance que haya realizado, con las expectativas que tenga por el porvenir personal y colectivo.
Como en otras etapas de nuestra historia, el acto soberano de votar traduce una conducta, una cultura. Queremos resolver nuestras diferencias a través del voto. En los últimos años se ha librado una lucha política y ciudadana para mejorar la transparencia del acto electoral. A pesar de las distorsiones en la representación que ha introducido este gobierno, y que ocasionaron que en la Asamblea Nacional el número de diputados no sea proporcional al número de votos, o de las prácticas parcializadas del CNE, no es menos cierto que se ha fortalecido la tendencia a dirimir las diferencias en el acto electoral.
Ha quedado también muy evidente que las irregularidades en la expresión del voto, tienen que ver más con la representación en las mesas, que con la tecnología involucrada. El hecho de que no se haya registrado ninguna diferencia entre votos emitidos y la contabilización de las auditorías, es una indicación de que el sistema garantiza el respeto a la voluntad de cada elector. La participación de los testigos en todas las mesas, es justamente un complemento ineludible para que no se distorsione la decisión de los electores. También el hecho de que no se haya demostrado violaciones al secreto del voto, debe promover la mayor participación y confianza en el sistema electoral.
Que los venezolanos estemos dando a través del voto, esta gran lucha por ampliar nuestra democracia y encontrar vías para el progreso colectivo debe ser motivo de satisfacción. Ante las tendencias radicales y contrarias al espíritu democrático, se ha impuesto la vía del diálogo, del encuentro, del acuerdo político y social, del respeto al pluralismo. Y todo ello supone la aceptación de que en las decisiones colectivas, no existen diferencias entre los venezolanos, que todos los votos son iguales, que cada uno de nosotros tiene el mismo derecho a expresar su opinión con la mayor libertad.
Todo este vasto movimiento ha reconocido en la candidatura de Henrique Capriles la opción que liderará las transformaciones que requiere el país. Estamos seguros que el próximo domingo la mayoría de votos se inclinará por esta alternativa. Sin embargo, tal resultado no puede suponer exclusión ni revancha contra los derrotados. Justamente se trata de que en el acto de votar nos podamos reconocer como un país integrado, que puede aceptar las diferencias y resolverlas a través del voto. El respeto a esa decisión es la fortaleza de la democracia. El camino del voto es la vía que los venezolanos seguiremos utilizando para vivir y progresar en paz.
Como en otras etapas de nuestra historia, el acto soberano de votar traduce una conducta, una cultura. Queremos resolver nuestras diferencias a través del voto. En los últimos años se ha librado una lucha política y ciudadana para mejorar la transparencia del acto electoral. A pesar de las distorsiones en la representación que ha introducido este gobierno, y que ocasionaron que en la Asamblea Nacional el número de diputados no sea proporcional al número de votos, o de las prácticas parcializadas del CNE, no es menos cierto que se ha fortalecido la tendencia a dirimir las diferencias en el acto electoral.
Ha quedado también muy evidente que las irregularidades en la expresión del voto, tienen que ver más con la representación en las mesas, que con la tecnología involucrada. El hecho de que no se haya registrado ninguna diferencia entre votos emitidos y la contabilización de las auditorías, es una indicación de que el sistema garantiza el respeto a la voluntad de cada elector. La participación de los testigos en todas las mesas, es justamente un complemento ineludible para que no se distorsione la decisión de los electores. También el hecho de que no se haya demostrado violaciones al secreto del voto, debe promover la mayor participación y confianza en el sistema electoral.
Que los venezolanos estemos dando a través del voto, esta gran lucha por ampliar nuestra democracia y encontrar vías para el progreso colectivo debe ser motivo de satisfacción. Ante las tendencias radicales y contrarias al espíritu democrático, se ha impuesto la vía del diálogo, del encuentro, del acuerdo político y social, del respeto al pluralismo. Y todo ello supone la aceptación de que en las decisiones colectivas, no existen diferencias entre los venezolanos, que todos los votos son iguales, que cada uno de nosotros tiene el mismo derecho a expresar su opinión con la mayor libertad.
Todo este vasto movimiento ha reconocido en la candidatura de Henrique Capriles la opción que liderará las transformaciones que requiere el país. Estamos seguros que el próximo domingo la mayoría de votos se inclinará por esta alternativa. Sin embargo, tal resultado no puede suponer exclusión ni revancha contra los derrotados. Justamente se trata de que en el acto de votar nos podamos reconocer como un país integrado, que puede aceptar las diferencias y resolverlas a través del voto. El respeto a esa decisión es la fortaleza de la democracia. El camino del voto es la vía que los venezolanos seguiremos utilizando para vivir y progresar en paz.
Politemas, 3 de octubre de 2012
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