La propuesta de gestión del candidato del gobierno para el período 2013-2019 responde a una visión y a una estrategia. No hay que llamarse a engaño. La primera fase de dicha visión y estrategia fue presentada en el Plan de Desarrollo del actual período constitucional. Con la constitución del PSUV y la aprobación de sus bases programáticas en abril de 2010 se establecen las llamadas tareas de la “revolución bolivariana”. Ellas están indicadas con claridad, con todas sus letras.
La tarea central es “desmontar el poder constituido al servicio de la burguesía y el imperialismo”. En su tradicional maniqueísmo, el liderazgo político representado por el PSUV anula de entrada cualquier visión alternativa. Se trata de justificar que todo el marco institucional del país, incluyendo el representado por la Constitución de 1999, está en manos contrarias. Y en consecuencia, hay que “desmontar”. Y luego se procederá a refundar un poder “radicalmente distinto”, que será popular y revolucionario.
Para que lo anterior sea posible, se debe construir una conciencia revolucionaria que supera la “alienación capitalista”. Esa conciencia es ética y profundamente contradictoria con el actual poder constituido. Y esa conciencia deberá fundamentarse en cuatro cambios claves.
El primero expresa que el trabajo dejará de ser una forma de explotación para ser liberador. Y la manera de hacerlo es que su producto esté al servicio de los otros trabajadores. El trabajo deja de ser un hecho individual para convertirse en un hecho colectivo. El segundo consiste en la conversión de la comunicación en hechos sociales, para impedir la “manipulación mediática”. Poco se dice, obviamente, de la manipulación en manos del Estado y se le disfraza como “comunicación inter-subjetiva”.
Si el trabajo se convierte en un hecho colectivo, y también la comunicación, es evidente la tercera clave. Se entiende como la “cooperación solidaria”. Esto es, que existe toda una institucionalidad dedicada a anular las visiones individuales para supeditarlas a unas supuestas formas de solidaridad. Para llegar a la cuarta clave. Todo eso se realiza en la vida comunal. La cual será la cédula fundamental de la nueva sociedad y del nuevo Estado Socialista. Al final, el resultado es muy evidente: se trata de ciudadanos despojados de su libertad laboral, de su libertad de información y comunicación, obligados en formas “cooperativas”, y organizados en comunas.
Como queda todo lo anterior relacionado con la actual Constitución, es algo que no recibe ningún tratamiento. No hay la menor molestia por reconocer que todo ello solo es posible en un cambio de las “reglas de juego” aprobadas en la Constitución de 1999. El programa presentado por Hugo Chávez sigue esa línea. El Libro Rojo está más allá de la Constitución.
La tarea central es “desmontar el poder constituido al servicio de la burguesía y el imperialismo”. En su tradicional maniqueísmo, el liderazgo político representado por el PSUV anula de entrada cualquier visión alternativa. Se trata de justificar que todo el marco institucional del país, incluyendo el representado por la Constitución de 1999, está en manos contrarias. Y en consecuencia, hay que “desmontar”. Y luego se procederá a refundar un poder “radicalmente distinto”, que será popular y revolucionario.
Para que lo anterior sea posible, se debe construir una conciencia revolucionaria que supera la “alienación capitalista”. Esa conciencia es ética y profundamente contradictoria con el actual poder constituido. Y esa conciencia deberá fundamentarse en cuatro cambios claves.
El primero expresa que el trabajo dejará de ser una forma de explotación para ser liberador. Y la manera de hacerlo es que su producto esté al servicio de los otros trabajadores. El trabajo deja de ser un hecho individual para convertirse en un hecho colectivo. El segundo consiste en la conversión de la comunicación en hechos sociales, para impedir la “manipulación mediática”. Poco se dice, obviamente, de la manipulación en manos del Estado y se le disfraza como “comunicación inter-subjetiva”.
Si el trabajo se convierte en un hecho colectivo, y también la comunicación, es evidente la tercera clave. Se entiende como la “cooperación solidaria”. Esto es, que existe toda una institucionalidad dedicada a anular las visiones individuales para supeditarlas a unas supuestas formas de solidaridad. Para llegar a la cuarta clave. Todo eso se realiza en la vida comunal. La cual será la cédula fundamental de la nueva sociedad y del nuevo Estado Socialista. Al final, el resultado es muy evidente: se trata de ciudadanos despojados de su libertad laboral, de su libertad de información y comunicación, obligados en formas “cooperativas”, y organizados en comunas.
Como queda todo lo anterior relacionado con la actual Constitución, es algo que no recibe ningún tratamiento. No hay la menor molestia por reconocer que todo ello solo es posible en un cambio de las “reglas de juego” aprobadas en la Constitución de 1999. El programa presentado por Hugo Chávez sigue esa línea. El Libro Rojo está más allá de la Constitución.
Politemas, Tal Cual, 18 de julio de 2012
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