El pasado domingo tres millones de venezolanos dieron un respaldo formidable a la democracia. A la institución del voto, y a la práctica de resolver las diferencias en un clima de respeto y valoración del adversario. Cada uno de esos votantes contribuyó con su decisión a fortalecer el espíritu de la Unidad Democrática. Y más importante, a ampliar las posibilidades que se abren en el futuro inmediato.
Toda esta muestra de participación fue posible porque desde la creación de la Mesa de la Unidad Democrática, se ha puesto especial empeño en hacer de la política la vía para lograr avances en la redemocratización de Venezuela. La política es el arte del entendimiento, de la tolerancia, de la búsqueda de caminos comunes. Ello no significa la abdicación de las posiciones. Todo lo contrario, amplia las posibilidades de entendimiento. Es natural que muchas veces la política lleve más tiempo, para el diálogo, el encuentro, la identificación de alternativas.
La política como práctica ha sido una constante en Venezuela. Cuando ha desaparecido de la escena se ha permitido la entrada de factores que debilitan la democracia. Cuando cesan los acuerdos y su seguimiento, la dinámica política se empobrece, las instituciones se paralizan. Parte de esto es la explicación del colapso del sistema de partidos que vivimos a finales del siglo pasado.
La Mesa de la Unidad Democrática apunta justamente a reincorporar en la vida venezolana la práctica de los acuerdos y el entendimiento. Parte de los partidos políticos, pero no se agota en ellos. El establecimiento de rutinas de decisión, de encuentro permanente, es lo que posibilita que se hayan concretado avances que de otra manera hubieran sido absolutamente inimaginables.
De la elaboración de una plataforma regular, con bases estratégicas comunes, se avanzó a reglas para los acuerdos electorales. De allí a la constitución de una alianza perfecta en la cual cada candidato de los 165 circuitos del país fue apoyado por todos los actores. El siguiente paso fue la participación exitosa en las elecciones para la Asamblea Nacional de septiembre de 2010. Y con esa victoria se abrió un espacio más firme para acometer la formalización de un acuerdo de gobernabilidad, los Lineamientos para un Programa de Gobierno de Unidad Nacional, y la celebración de elecciones primarias para la selección de los candidatos para la Presidencia, Gobernaciones y Alcaldías. Sin olvidar los avances en la organización electoral, la vinculación internacional, la comunicación política, y la movilización social y política.
Todo lo anterior ha sido posible porque la Política ha reaparecido para facilitar los acuerdos y las posibilidades. Porque en la vivencia de la sociedad venezolana hay una pasión por marchar juntos, por hacer de los acuerdos la base de nuestra práctica social y política.
Toda esta muestra de participación fue posible porque desde la creación de la Mesa de la Unidad Democrática, se ha puesto especial empeño en hacer de la política la vía para lograr avances en la redemocratización de Venezuela. La política es el arte del entendimiento, de la tolerancia, de la búsqueda de caminos comunes. Ello no significa la abdicación de las posiciones. Todo lo contrario, amplia las posibilidades de entendimiento. Es natural que muchas veces la política lleve más tiempo, para el diálogo, el encuentro, la identificación de alternativas.
La política como práctica ha sido una constante en Venezuela. Cuando ha desaparecido de la escena se ha permitido la entrada de factores que debilitan la democracia. Cuando cesan los acuerdos y su seguimiento, la dinámica política se empobrece, las instituciones se paralizan. Parte de esto es la explicación del colapso del sistema de partidos que vivimos a finales del siglo pasado.
La Mesa de la Unidad Democrática apunta justamente a reincorporar en la vida venezolana la práctica de los acuerdos y el entendimiento. Parte de los partidos políticos, pero no se agota en ellos. El establecimiento de rutinas de decisión, de encuentro permanente, es lo que posibilita que se hayan concretado avances que de otra manera hubieran sido absolutamente inimaginables.
De la elaboración de una plataforma regular, con bases estratégicas comunes, se avanzó a reglas para los acuerdos electorales. De allí a la constitución de una alianza perfecta en la cual cada candidato de los 165 circuitos del país fue apoyado por todos los actores. El siguiente paso fue la participación exitosa en las elecciones para la Asamblea Nacional de septiembre de 2010. Y con esa victoria se abrió un espacio más firme para acometer la formalización de un acuerdo de gobernabilidad, los Lineamientos para un Programa de Gobierno de Unidad Nacional, y la celebración de elecciones primarias para la selección de los candidatos para la Presidencia, Gobernaciones y Alcaldías. Sin olvidar los avances en la organización electoral, la vinculación internacional, la comunicación política, y la movilización social y política.
Todo lo anterior ha sido posible porque la Política ha reaparecido para facilitar los acuerdos y las posibilidades. Porque en la vivencia de la sociedad venezolana hay una pasión por marchar juntos, por hacer de los acuerdos la base de nuestra práctica social y política.
Politemas, Tal Cual, 15 de febrero de 2012
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