La Unidad Democrática avanza. En un año los partidos democráticos del país han dado pasos significativos. Del reconocimiento de la Unidad como salida forzosa se ha generado un gran espacio de coincidencia. Muchas posibilidades afloran para brindarle a Venezuela una ruta de progreso y democracia.
Los efectos de la derrota de la enmienda fueron muy preocupantes a principios del año pasado. En algunos sectores existía la tendencia a creer que la permanencia del actual gobierno en el poder era eterna. Que las posibilidades de alternabilidad habían desaparecido del mapa político. Las circunstancias, sin embargo; fueron un condicionante para la definición de caminos comunes.
Si se parte de la premisa de que el actual gobierno es autoritario y además renuente a aceptar las normas de la convivencia civilizada, es evidente que la recuperación de la democracia no es tarea de un solo actor.
De allí que los partidos políticos venezolanos, quizás conscientes de muchas de sus fortalezas, pero también de sus limitaciones, iniciaron un proceso de exploración de acercamientos. Con el propósito de dotar a Venezuela de una plataforma estratégica y programática que coloque en el centro la preocupación por los problemas de los venezolanos, esos que son directos, que tocan la vida, el bienestar y el progreso de millones de personas. De manera que la Unidad no es un propósito restringido, asociado exclusivamente con las particularidades de los partidos.
Se ha tratado de vislumbrar un horizonte de transformaciones. Que pasan, en primer lugar, por sentar las bases de acuerdos perdurables. Y ello supone el establecimiento de rutinas y procedimientos. Llegar a acuerdos requiere disciplina y voluntad. No es un acto fortuito, y menos en política. De esas rutinas deben generarse la plataforma programática, y los lineamientos de la acción política, comunicacional y electoral.
Al año de haber iniciado esta tarea, la Unidad Democrática tiene logros ostensibles. Existe una propuesta para gobernar Venezuela que toma especial cuidado en definir líneas de acción para los problemas críticos de los venezolanos. También existe la selección de candidatos unitarios (apoyados por todos los miembros de la alianza) que se presentarán a las elecciones de la próxima Asamblea Nacional. Y una agenda parlamentaria común que guiará las acciones de la representación unitaria en el Poder Legislativo.
Todos estos logros han sido posibles, entre otros aspectos, por el acendrado espíritu democrático de los venezolanos. Que hayamos sido capaces de coincidir en estrategia, programa, candidatos y visiones electorales, es indicativo de que la escena está servida para continuar la agenda de innovaciones que requiere nuestro país. La Unidad hay que tomársela en serio.
Los efectos de la derrota de la enmienda fueron muy preocupantes a principios del año pasado. En algunos sectores existía la tendencia a creer que la permanencia del actual gobierno en el poder era eterna. Que las posibilidades de alternabilidad habían desaparecido del mapa político. Las circunstancias, sin embargo; fueron un condicionante para la definición de caminos comunes.
Si se parte de la premisa de que el actual gobierno es autoritario y además renuente a aceptar las normas de la convivencia civilizada, es evidente que la recuperación de la democracia no es tarea de un solo actor.
De allí que los partidos políticos venezolanos, quizás conscientes de muchas de sus fortalezas, pero también de sus limitaciones, iniciaron un proceso de exploración de acercamientos. Con el propósito de dotar a Venezuela de una plataforma estratégica y programática que coloque en el centro la preocupación por los problemas de los venezolanos, esos que son directos, que tocan la vida, el bienestar y el progreso de millones de personas. De manera que la Unidad no es un propósito restringido, asociado exclusivamente con las particularidades de los partidos.
Se ha tratado de vislumbrar un horizonte de transformaciones. Que pasan, en primer lugar, por sentar las bases de acuerdos perdurables. Y ello supone el establecimiento de rutinas y procedimientos. Llegar a acuerdos requiere disciplina y voluntad. No es un acto fortuito, y menos en política. De esas rutinas deben generarse la plataforma programática, y los lineamientos de la acción política, comunicacional y electoral.
Al año de haber iniciado esta tarea, la Unidad Democrática tiene logros ostensibles. Existe una propuesta para gobernar Venezuela que toma especial cuidado en definir líneas de acción para los problemas críticos de los venezolanos. También existe la selección de candidatos unitarios (apoyados por todos los miembros de la alianza) que se presentarán a las elecciones de la próxima Asamblea Nacional. Y una agenda parlamentaria común que guiará las acciones de la representación unitaria en el Poder Legislativo.
Todos estos logros han sido posibles, entre otros aspectos, por el acendrado espíritu democrático de los venezolanos. Que hayamos sido capaces de coincidir en estrategia, programa, candidatos y visiones electorales, es indicativo de que la escena está servida para continuar la agenda de innovaciones que requiere nuestro país. La Unidad hay que tomársela en serio.
Politemas, Tal Cual, 28 de abril de 2010
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