Para los niveles de incompetencia que ha mostrado este largo gobierno, es difícil imaginarse formas de superarla. Solo en esta semana, la revista “The Economist” ha catalogado la gestión económica del gobierno como la peor del mundo. Así con todas sus letras. Ya eso era sabido, pero que se lo digan así, de frente y para que todo el planeta se entere, es muy notable.
Aparte de la incompetencia económica, está la vinculada con la salud de las personas. Sin dudas, la actual gestión es la más incompetente en la historia de la salud pública nacional. Tan solo con recordar los cientos de miles de millones de dólares por ingresos petroleros, y contemplar las deficiencias en la gestión de enfermedades infecciosas y crónicas, y en la salud materno-infantil, por decir solo algunas, basta para darse una idea. En el contexto de América Latina no existe una peor gestión de salud.
Ya eso era conocido. Lo novedoso es el nivel de incompetencia alcanzado en las últimas semanas. La epidemia de Chikunguya fue advertida desde hace varios meses. Notificaciones fueron enviadas por los organismos internacionales. En países vecinos los reportes de la enfermedad se hacen de manera pública, con el máximo de información necesaria para tranquilizar a las personas, y justamente evitar las complicaciones. Es la práctica internacional en el manejo de las epidemias.
Y sucedió que en el país se reportaron casos y muertes que coinciden con la evolución de esta epidemia. Antes que proceder con investigaciones rigurosas y el informe de las situaciones a través de los medios de comunicación, el gobierno anuncia más bien medidas de persecución contra profesionales de la salud que cumplieron con el deber de alertar. Antes que convocar a los especialistas nacionales, bastante competentes por lo demás, con amplia experiencia dentro y fuera del país, el gobierno entra en una especie de mutismo, sin aclaraciones ni explicaciones. Peor aún, se da a la tarea de presentar ante la opinión pública ideas de la más creativa imaginación para explicar lo que sucede con la epidemia.
Al final de todas estas muestras de incompetencia e inadecuado manejo de la situación, la población es la que se encuentra sin pautas adecuadas para actuar. El diagnóstico y la oportuna atención de las decenas de miles de casos se ven entorpecidos por el inadecuado seguimiento de los protocolos respectivos.
Este comportamiento del gobierno en el manejo de esta epidemia es similar para la gestión general del sistema de salud. Nada de consultas, nada de información, nada de protocolos. Por lo tanto es poco probable que esa forma de encarar los problemas de salud, tenga diferentes efectos. La gestión de la salud está muy alejada de los criterios del buen desempeño. Los resultados contribuyen a deteriorar la vida y la salud de todos los venezolanos. No hay forma de taparlo.
Politemas, Tal Cual, 24 de septiembre de 2014
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