En 1961 Venezuela recibió el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS), por haber publicado el Anuario de Epidemiología y Estadística Vital de 1960 en los seis meses siguientes al final del año. El logro fue catalogado como “milagro técnico y administrativo”. No era para menos. En aquella época no había computadoras personales, ni existían los medios de comunicación de la actualidad. Todo se hacía en condiciones que hoy pueden parecer limitadas. Pero había mucha mística, y especialmente, mucha comprensión de la importancia de la información sanitaria.
El ministro de Sanidad y Asistencia Social era Arnoldo Gabaldón. En su última Memoria y Cuenta al Congreso Nacional, correspondiente a 1963, Gabaldón explicó la importancia de ese reconocimiento. Luego de cinco años como responsable de la salud de los venezolanos, Gabaldón tenía muy clara la necesidad de contar con un sistema de información oportuno y efectivo. A su formación académica en los mejores centros del mundo, Gabaldón unía el conocimiento detallado del ambiente venezolano, de todos sus factores.
Señalaba Gabaldón: “Así como las empresas que no llevan bien su contabilidad corren el riesgo de quebrar, de la misma manera los servicios sanitarios, que no miden continuamente los resultados de sus labores por medio de las estadísticas de morbilidad y de mortalidad, corren el riesgo de ser inútiles porque no tienen la posibilidad de saber si están o no produciendo beneficio alguno para la comunidad”. De esa manera justificaba todo el esfuerzo que debía realizarse. Más adelante agregó: “Con los progresos alcanzados el Anuario de Epidemiología y Estadística Vital ha llegado a ser uno de los mejores de su tipo que aparecen en América Latina, y coloca a Venezuela entre los países más adelantados en ese campo”.
Eso era a principios de los sesenta. Hace casi 50 años. Ahora funciona otra lógica. El gobierno nacional ha anunciado que el Boletín Epidemiológico no se publicará más. Este Boletín semanal reportaba toda la información relacionada con las enfermedades notificables, tales como la malaria, dengue, y otras de carácter tropical, así como los casos de las enfermedades prevenibles por vacunas, como sarampión, rubéola, parotiditis, entre otras. El gobierno no hace sino ratificar lo que ha sido la práctica desde el 1 de noviembre de 2014. Simplemente no se informa. Y punto. Se quiere imponer una sola visión, una sola información.
Un gobierno que no informa no valora la salud de los ciudadanos. Es también irresponsable porque no facilita que las personas, servicios, medios de comunicación, centros de investigación, estén enterados de la transmisión de las enfermedades, de los casos reportados, de las zonas en mayor riesgo, de las medidas que se deben tomar. Un gobierno que actúa de esta manera es, en realidad, inútil, como decía Gabaldón. Porque no representa un apoyo para la población. Todo lo contrario, es más bien un obstáculo para la salud de los venezolanos. Es así, sencillamente, un gobierno inútil, que dirige servicios que también son inútiles.
Politemas, Tal Cual, 6 de mayo de 2015
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