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miércoles, 7 de octubre de 2015

Sin programas no hay Políticas

Así, con “P”, con mayúscula. El gobierno es el proceso de conducir. De colocar los liderazgos, las ideas, el carisma, al servicio del ejercicio de la democracia y de los avances en el bienestar. Gobernar, por tanto, debe ser un acto deliberado. Va más allá de las buenas intenciones, de las ideas aéreas, de esas que no tienen asidero en la realidad. 

Gobernar supone, entonces, un esfuerzo sistemático por definir problemas públicos, y proponer las soluciones adecuadas. Llegar al gobierno sin estas definiciones es darle rienda suelta a la improvisación, y a la irresistible tentación de buscar “cualquier solución”. Nada más alejado de las características de un gobierno moderno, que conjuga los recursos de la sociedad para atender con dedicación los problemas más urgentes y también los problema estructurales.

Definir problemas y proponer soluciones son los componentes básicos de un programa de gobierno. Es la medida por la cual los ciudadanos pueden analizar las opciones para sus gobiernos. Sin programas políticos, o sin programas de políticas públicas, las elecciones son meros espectáculos, podrán movilizar muchos seguidores, pero no convencen. Dejan a los ciudadanos inconformes. Es la receta más segura para la decepción y la apatía.

De todo lo anterior se deduce que la primera condición para analizar un gobierno, sea nacional, estadal o municipal, es conocer si propuso un programa de políticas públicas. De su revisión es posible concluir muchas veces su efectividad.

La elección de gobernadores de finales de año es una buena oportunidad para analizar los programas de gobierno. Es posible que el origen de las fallas de gestión esté justamente en las limitaciones de tales programas. A tal efecto procedimos a ubicar los programas en los sitios web de las gobernaciones de estado.

Siete gobernaciones (sobre un total de 23) no tienen sitio web. De manera que no es posible conocer ni los programas ni los informes de gestión, en el caso de que los tuvieran. De las 16 gobernaciones restantes solamente 5 cuentan con alguna mención a los programas de políticas públicas. Eso significa que en el 80% de las gobernaciones no es posible constatar programas de gobierno. No hay que ser muy imaginativo para saber cuál es la calidad de las políticas públicas que allí se implementan.

Las gobernaciones con programas fueron Anzoátegui, Aragua, Bolívar, Sucre y Táchira. En estos casos los programas son una lista poco sistemática de problemas u objetivos. Algunos ejemplos de objetivos: “ocupar y consolidar el territorio”, “diseñar el programa estadal de obras públicas”, “fomento de la actividad comercial promoviendo la producción regional”. Está claro que con esas generalidades no se puede ir muy lejos. 

Cuando se intenta ser concreto, los programas no pasan de presentaciones con pocas láminas, desactualizadas muchas de ellas, con puntos como los siguientes: “transferir 5.000.000.000 a las OAC, OCV, OAS, OCS” (¿??), “construir y organizar 100 gobiernos de salud”. Metas que sólo se entienden en los recovecos de la planificación aérea que caracteriza a muchos gobiernos regionales.

Los sectores que promueven la redemocratización de Venezuela deberían partir de esta realidad para proponer mejores programas de gobierno. Se trata de acordar, con el esfuerzo técnico y político necesario, definiciones de los problemas públicos más relevantes en cada estado, así como sus respectivas soluciones. Con el grado de detalle que facilite la ejecución cuando se llegue al gobierno. En caso contrario, las políticas públicas efectivas seguirán siendo tan infrecuentes como críticos son los problemas de los ciudadanos.

Politemas, Tal Cual, 13 de febrero de 2008

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