En la primera década del siglo XXI ha renacido el interés por una amplia visión del desarrollo. Cada día hay mayor conciencia de que el desarrollo supone esfuerzos sostenidos, amplitud de criterios y la asociación directa con la asignación de recursos y el seguimiento de proyectos y políticas. También es cada día más claro que el desarrollo sólo podrá alcanzarse si las sociedades colocan especial énfasis en el uso sistemático del conocimiento, así como en la generación de nuevas ideas y tecnologías.
La aplicación de los avances de la ciencia y la tecnología para alcanzar las Metas del Milenio es una demostración de los vínculos entre el conocimiento y el grado de desarrollo. Ese es el propósito de un informe de un grupo de trabajo de las Naciones Unidas intitulado “Innovation: applying knowledge in development”. En esta publicación un reconocido grupo de expertos propone algunas modalidades para aplicar la ciencia, la tecnología e innovación en las amplias tareas del desarrollo.
Cuatro áreas claves son postuladas en la publicación. La primera es la utilización de plataformas tecnológicas, esto es, la interacción entre políticas industriales, políticas de investigación y desarrollo, y las políticas educativas. Estas plataformas promueven el uso de tecnologías ya existentes para impulsar las fronteras de conocimiento en áreas como la información y comunicación, la biotecnología, la nanotecnología y los nuevos materiales.
El segundo aspecto es la infraestructura necesaria para el desarrollo de las tecnologías. Señala el informe que los países en desarrollo deben fortalecer la infraestructura disponible para estimular el desarrollo tecnológico. La razón es muy sencilla: la infraestructura afecta la producción y consumo de empresas e individuos. Los costos de la infraestructura afectan la eficiencia de otros factores de producción.
El tercer aspecto está asociado con las inversiones en la educación para la ciencia y la tecnología. Según el reporte, las inversiones en estos aspectos es una de las más críticas fuentes de transformación económica. De allí que la ampliación de la cobertura de la educación superior en los países en desarrollo es una de las empresas más importantes. Describe el informe las modalidades que pudieran aplicar las universidades para impulsar estas áreas. Dentro de ellas se encuentran el impulso de las actividades de los emprendedores, así como el conocimiento sobre las necesidades sociales, la realización de encuestas industriales y la formación de nuevas empresas. Para cumplir con esos roles, las universidades deben revisarse, adaptar su curricula, actualizar sus modalidades pedagógicas, y promover la creación de redes y vínculos institucionales.
Finalmente, el cuarto aspecto está relacionado con el rol de los gobiernos en la creación de vínculos entre la generación de conocimiento y el desarrollo de las empresas. Los gobiernos son de excepcional valor para introducir los adecuados incentivos en esta alianza.
Mientras todo esto pasa en la sociedad del conocimiento, en Venezuela el gobierno de la “revolución bonita” no hace otra cosa que limitar nuestras posibilidades de participar activamente. Brilla por su ausencia el uso de adecuadas tecnologías de información, así como la consideración de la infraestructura como el fundamento de la capacidad de crear conocimiento. Tampoco se aprecian esfuerzos para estimular a las universidades y la vinculación entre la academia, el sector productivo y los gobiernos. En la época de la “revolución bonita” parece que hubiéramos hecho un viaje al pasado. La sociedad del conocimiento se nos ha puesto más lejos.
Politemas, Tal Cual, 30 de abril de 2008
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