La alianza democrática venezolana ha dado un paso inmenso. Las elecciones del 3 de diciembre demostraron que redemocratizar a Venezuela es un objetivo compartido por millones de ciudadanos que depositaron su voto con esperanza y deseos de cambios. Si bien es cierto que no se alcanzó la victoria electoral, también queda claro que los avances son notables y amplias las posibilidades que se abren en el futuro inmediato.
Este paso ha sido posible por la conjunción de visiones, intereses y aspiraciones. Todo ello fundamentado en la convicción de que sólo es posible avanzar en la lucha contra el autoritarismo cuando existe comunión de objetivos y estrategias. Al comenzar el año 2006 la alianza democrática ni siquiera existía. La búsqueda de caminos comunes contribuyó a decantar tanto los liderazgos como las alternativas. De todo ese proceso queda un gran aprendizaje: los sectores democráticos del país están dispuestos a deponer aspiraciones particulares para favorecer los mejores intereses colectivos.
En estas semanas se ha construido un gran movimiento. Con identidad y raigambre nacional. Que ha sido posible por el liderazgo del candidato unitario y el aporte de miles de dirigentes y voluntarios. Que contó con la colaboración desinteresada de millones de ciudadanos en todo el territorio del país. Este movimiento también ha dejado una propuesta programática. Que será justamente el punto de partida para ir construyendo un mensaje de esperanza para los 26 millones de venezolanos.
La mayoría expresada en las elecciones también tiene un reto fundamental. Debe reconocer, en primer lugar, que no cuentan con la unanimidad de los venezolanos. Que millones de ciudadanos, casi el cuarenta por ciento de los votantes, constituyen un sector que debe ser respetado y considerado. En segundo lugar, la mayoría debe aceptar que nuestro sistema político tiene muchas debilidades para ser reconocido como una democracia en el sentido más estricto del término. La ausencia del equilibrio de poderes, la exclusión que ha caracterizado los ocho años del actual gobierno, y la obstaculización constitucional para el financiamiento público de los partidos políticos son apenas algunas demostraciones de estas debilidades. Queda, en consecuencia, en manos de esta mayoría reconocer que deben cambiar estas circunstancias para reconstruir la democracia.
Al menos cuatro desafíos son ineludibles en esta fase de la redemocratización de Venezuela. El primero es fortalecer la unidad de la alianza democrática. Ha quedado demostrado que la unidad permite avanzar. Que solamente a través de acuerdos de múltiples actores es posible tener estrategias exitosas.
El segundo desafío es definir una plataforma común para enfrentar la eventual reforma constitucional. El actual gobierno podrá indicar otros objetivos, pero es obvio que no descansará hasta incorporar la mayor posibilidad de continuismo en el texto constitucional. Tal plataforma común supone un esfuerzo organizativo considerable, así como la coincidencia con los sectores anti-continuistas de todo el espectro político.
El desarrollo de la alianza democrática requiere la ocupación de espacios de poder. El tercer desafío supone identificar las opciones más viables para ampliar la incidencia de la alianza. La opción de la revocatoria del mandato tanto de gobernadores como alcaldes, así como las elecciones regionales del 2008 son oportunidades significativas. En cada una de ellas se debería acudir con candidatos unitarios, seleccionados por los mecanismos más idóneos, y dispuestos a asumir liderazgos compatibles con los objetivos de la alianza.
El cuarto desafío es garantizar los recursos financieros para que todos los anteriores se puedan conseguir. La prohibición constitucional para el financiamiento público de los partidos obliga a encontrar caminos novedosos, con la participación de toda la sociedad, que provean los recursos para todos estos retos.
Superar estos desafíos, entre otros, ocupará muy probablemente la agenda de la alianza en los próximos tiempos. El aporte de todos los sectores será indispensable para cumplirlos. Sigamos trabajando.
Politemas, Tal Cual, 6 de diciembre de 2006
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