Las primeras semanas de la campaña electoral han dejado muy clara la decisión fundamental que confronta la sociedad venezolana. Se trata de optar por un sistema de libertades democráticas y bienestar, en una dirección, o la consolidación de un régimen autoritario e incompetente, en la otra. Con el agravante de que las manifestaciones recientes del candidato por la reelección no dejan lugar a dudas sobre sus intenciones totalitarias.
Plantear reiteradamente la reelección indefinida y la formalización del partido único de la “revolución” son palabras mayores. Son propuestas muy serias que comprometen los cimientos de la sociedad venezolana. Esta es probablemente la amenaza más grave a la coexistencia ciudadana en los últimos cincuenta años.
La alianza democrática, expresada a través del Acuerdo Unitario, está obligada a desarrollar una estrategia coherente y sistemática para enfrentar este cerco autoritario, e impedir su transformación en orden totalitario, como lo han expresado múltiples sectores del país.
En dicha estrategia se pueden distinguir tres aspectos. El primero ha sido la consolidación de una candidatura presidencial unitaria. Ya existe un liderazgo representativo, inclusivo, que recorre el país para llevar otra opción, una manera diferente de entender la vida política y la gestión pública.
Tal liderazgo debe complementarse con una propuesta de gobierno atractiva, centrada en los problemas de la gente, tanto los que afectan su bienestar personal y familiar, como los que afectan su capacidad de decidir libremente en democracia. Dicha propuesta debe acordarse con el país. Hay que resumirla en ideas centrales y difundirla en todo lo largo y ancho de nuestra geografía. Pero lo más importante es que la propuesta de gobierno sea ratificada y asumida por todos los sectores organizados que conforman esta alianza unitaria. Debe ser una propuesta amplia, aceptada por todos, expresión de concertación y encuentro.
Las circunstancias que vive el país y la estrategia que sigue el actual gobierno, obligan a ir más allá del candidato y la propuesta de gobierno unitaria. Se requiere un acuerdo político que permita la máxima viabilidad de un gobierno unitario a partir del año 2007. Tal acuerdo político debe concretarse alrededor de contenidos programáticos, pero también sobre reglas compartidas para la redemocratización de Venezuela. Es obvio que un acuerdo de esa naturaleza supera los límites del próximo período constitucional. Es también evidente que este acuerdo político debe ser ratificado antes de las elecciones del 3 de diciembre. Allí debe estar planteada, en sus líneas fundamentales, la conducta de la alianza unitaria en cualquier escenario de resultados electorales.
El gobierno del presidente Chávez le teme a un acuerdo de esta naturaleza. Por ello instrumenta una estrategia orientada a disuadir a la alianza democrática de concretarlo. En días recientes, el propio candidato del gobierno ha señalado que la convocatoria para decidir sobre la reelección indefinida se realizará en el año 2010. De esa manera espera que la alianza democrática difiera su lucha contra esta propuesta hasta esa fecha. El gobierno apuesta al desgaste del acuerdo unitario. Juega a que se concentren solamente en las elecciones del 2006. Sabe que, en caso de ganar, con una alianza unitaria desconcertada y sin posibilidad real de rearmarse, podrá replantear el escenario de una Asamblea Nacional Constituyente a principios del año 2007. En tal contexto, las posibilidades de instaurar un régimen totalitario son mucho mayores.
La alianza democrática debe desarrollar en los próximos tres meses la capacidad política para gobernar exitosamente y enfrentar la amenaza totalitaria. La forma más efectiva de hacerlo es maximizando los acuerdos y estimulando la definición de reglas y estrategias que gocen de la mayor aceptación por los actores políticos. En la sabiduría y paciencia para acordar y tejer coincidencias nos jugamos el porvenir del país. Quitemos el cerco.
Politemas, Tal Cual, 13 de septiembre de 2006
No hay comentarios:
Publicar un comentario