El reciente aumento de los precios ha trastocado aún más la vida de los venezolanos. Cuando las variaciones superan la marca de 50% mensual, los países entran en hiperinflación. Todas las evidencias, especialmente las provenientes de la única fuente de información de un poder público, cual es, la Asamblea Nacional, indican que la hiperinflación de Venezuela se manifestó claramente en octubre de este año. Dada la ausencia de medidas para enfrentar la hiperinflación por parte del gobierno, es muy probable que la tasa de inflación del mes de noviembre sea la más alta en la historia del país.
Los efectos de estos aumentos de precios hacen mella en los ciudadanos. Especialmente porque la perspectiva de solución a la hiperinflación no es la predominante en la actualidad. Ahora bien, la inflación ha sido un acompañante permanente de la vida de los venezolanos en los últimos 35 años. El último año con una tasa de inflación de un dígito fue 1983 cuando se registró 6,2%. Entre 1984 y 2012, la tasa de inflación promedio del país fue 32%. Podría decirse que la inflación era un evento “normal” en la vida de los venezolanos, cuando en el resto del mundo la tasa de inflación más frecuente tendía a ser un solo dígito. De allí que el aumento de la tasa de inflación en los últimos años tenga efectos desastrosos en el ánimo y en la capacidad de compra de las personas. En los últimos años, se ha pasado a una tasa promedio de tres dígitos, con perspectiva de que a final de 2017 alcance los cuatro dígitos (1.133%), como advirtió el FMI hace pocas semanas.
En este contexto, es conveniente analizar de manera comparada los procesos de hiperinflación que se han producido en América Latina, tal cual han sido reportados por los investigadores de la Universidad Johns Hopkins, Steve Hanke y Nicholas Krus. El propósito de la comparación es tener presente las referencias para identificar similitudes y diferencias con la hiperinflación que está en marcha en Venezuela. Antes de la hiperinflación actual en Venezuela, en América Latina se habían sucedido episodios de hiperinflación en seis países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Nicaragua y Perú. En este último país se registraron dos episodios de hiperinflación (1988 y 1990).
Quizás el episodio de hiperinflación menos conocido es el de Chile. Este episodio se produjo en el mes de octubre de 1973, al mes siguiente del golpe militar que derrocó a Salvador Allende. Esta hiperinflación fue expresión de los desajustes económicos precedentes. La tasa de inflación alcanzó casi 88% durante ese mes. La siguiente hiperinflación fue la de Bolivia, iniciada en abril de 1984 y finalizada por las medidas del recién electo gobierno de Paz Estenssoro en septiembre de 1985 (con una duración de 18 meses). El mes con la mayor tasa de inflación en Bolivia fue febrero de 1985 cuando alcanzó 183%, los precios se duplicaban cada 20 días.
En junio de 1986 se inició la hiperinflación de Nicaragua, la cual se extendió por 58 meses (hasta marzo de 1991), la más larga documentada en el mundo. La mayor tasa de inflación se registró justamente en el mes final (marzo de 1991), al alcanzar 261%, con una duplicación de precios cada 16 días. La siguiente hiperinflación se produjo en Perú en el mes de septiembre de 1988 cuando la tasa mensual alcanzó 114%. Aunque la tasa de inflación de Perú se mantuvo alta entre esta fecha y julio de 1990, solo en este último mes fue superior a 50%. De hecho, la tasa de inflación del mes de agosto en Perú ha sido la más alta registrada en América Latina (397%). Los precios se duplicaban cada 13 días.
Entre 1989 y 1990, Argentina y Brasil experimentaron episodios de hiperinflación. La de Argentina se extendió entre mayo de 1989 y marzo de 1990. El mes con la mayor tasa de inflación fue julio de 1989 con 197%, con una duplicación de precios cada 19 días. En el caso de Brasil, la hiperinflación se extendió entre diciembre de 1989 y marzo de 1990. El mes con la mayor tasa de inflación fue marzo de 1990 (82%), con una duplicación de precios cada 35 días.
Aunque los episodios de hiperinflación en América Latina han sido muy diversos, ofrecen lecciones relevantes para caracterizar estos procesos. En primer lugar, los episodios de corta duración (uno a dos meses) fueron resultado de rápidas medidas tomadas con la instalación de nuevos gobiernos (Chile y Perú). En todos los casos, los procesos de hiperinflación han traído como consecuencia cambios de gobiernos (aún en los casos de Bolivia y Nicaragua que tuvieron los períodos más largos de hiperinflación), y modificaciones económicas sustantivas (cambios de moneda, programas de estabilización, transformaciones estructurales). También es muy evidente la afectación social que deriva de que las poblaciones en todos los países fueron sometidas a las inmensas dificultades en el acceso a bienes y servicios, en el deterioro del ingreso y en el clima de frustración social que predomina en estos procesos.
En las actuales circunstancias, la hiperinflación que se inicia en Venezuela tiene al menos dos rasgos característicos. En primer lugar, se inicia el proceso después de una reducción productiva de más de un tercio de la economía, quizás la más grande registrada en el mundo en países sin conflictos bélicos. En segundo lugar, las grandes dificultades que se aprecian para darle a este problema la grave entidad que tiene. Ojalá que las circunstancias cambien y se puedan evitar las desastrosas consecuencias sociales que tendría una larga hiperinflación en Venezuela.
Politemas, Tal Cual, 29 de noviembre de 2017
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