La declaración de emergencia internacional por la Organización Mundial de la Salud (OMS), tomando en cuenta la evolución en el número de casos y muertes del nuevo coronavirus, coloca la atención en la capacidad de los sistemas de salud para enfrentar la epidemia. En menos de veinte años, tres coronavirus han colocado en jaque la salud pública a escala global. A partir de 2002 correspondió al SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), y desde 2012 al MERS (Síndrome Respiratorio del Medio Oriente). Entre ambos tipos de coronavirus han ocasionado un poco más de 10.000 casos con más de 1.000 fallecidos.
Hasta la fecha, el nuevo coronavirus ha ocasionado más de 20.000 casos y 427 muertes. A pesar de que no se conocen muchos detalles sobre el origen y transmisión de la enfermedad, es bastante probable, justamente por la evolución de las anteriores epidemias de coronavirus, que se mantendrá por un tiempo largo. La afectación de esta epidemia puede ser de especial consideración en los países con sistemas de salud de menor fortaleza institucional.
De allí que sea de utilidad conocer cuál es el balance de las prácticas que siguieron los países ante las epidemias de SARS y MERS. Lamentablemente no existen investigaciones comparadas sobre este tema. Una de las pocas publicaciones analiza la experiencia de Corea del Sur ante las dos epidemias. En este caso, se distinguen tres factores que influyen de manera significativa en la efectividad de las políticas de los gobiernos con respecto a las epidemias de coronavirus, vale decir con respecto a todas las emergencias de origen infeccioso.
El primer factor está representado por elementos del contexto institucional. El inicial es la actualización de la legislación, por ejemplo, en el tratamiento de la cuarentena y con respecto a las medidas para impedir la propagación de las enfermedades infecciosas. La inadecuación de estos mecanismos ocasionaría dificultades para el aislamiento de los pacientes, especialmente por la vinculación entre los servicios y organizaciones responsables en el sistema de salud. Otro aspecto en el cual afectaría la inadecuación de la legislación es el establecimiento de las líneas de decisión en el momento de aparición de la epidemia, y de manera más crítica la ausencia de opciones para actuar de manera coordinada entre las instituciones responsables. También se ha señalado que al no haberse declarado la emergencia por parte de la OMS disminuyó la coherencia de las medidas que se tomaron en Corea del Sur, en concreto en la epidemia de MERS.
En segundo lugar, está la capacidad para movilizar recursos de salud, tales como el personal especializado y la infraestructura. De lo cual se infiere que los sistemas de salud, por intermedio de los recursos globales del gobierno, requieren recursos de rápida movilización. En aquellos países en los cuales no existe tal disponibilidad y/o flexibilidad, se reducen las posibilidades de actuar exitosamente. De hecho, en Corea del Sur los fondos de salud pública no fueron suficientes en las primeras fases de las epidemias señaladas. De especial relevancia es contar con recursos humanos especializados en epidemiología, lo cual significaría vincular también las capacidades existentes en universidades y centros de investigación.
El tercer conjunto de factores incluye la capacidad de liderazgo y articulación con los gobiernos subnacionales y locales, y con el sector privado. Es decir, en la medida que los responsables públicos asumen adecuadamente los roles de dirección y facilitan información y posibilidades de cooperación, se puede articular efectivamente el diseño y ejecución de la estrategia contra la epidemia.
Estos factores, que no son más que buenas prácticas de políticas públicas, no son frecuentes, particularmente en el contexto de los países de América Latina. La gran interrogante de actualidad es la capacidad que tendrán estos sistemas de salud en caso de que la epidemia del nuevo coronavirus se propague en los próximos tiempos. La experiencia comparada puede ser de utilidad para anticipar las decisiones que se deben tomar en el corto plazo. Ojalá se hayan empezado a tomar.
Politemas, Tal Cual, 5 de febrero de 2020
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