Las tendencias actuales de los casos y fallecimientos por covid-19 configuran la consecuencia más notoria de la pandemia, esto es, una nueva desigualdad entre países o áreas del mundo. Esta desigualdad se puede ampliar en la medida que muchos países no logren aumentar el ritmo de vacunaciones diarias. De manera que, progresivamente, los países más avanzados en el control de la pandemia estarán iniciando una nueva etapa de cambios en rutinas individuales y sociales. Es por ello de especial utilidad analizar cuáles son los cambios deseables que deberían generarse en los próximos tiempos.
En el ámbito del comportamiento de las personas, un cambio muy relevante que ha traído la pandemia es concentrar la atención en los virus. A pesar de que las enfermedades causadas por virus han requerido la atención de los sistemas de salud desde hace mucho tiempo, el conocimiento sobre ellas era del dominio más bien de especialistas. La existencia de vacunas para muchas enfermedades virales también ha condicionado la creencia de que eran situaciones plenamente controladas. Si a ello sumamos que los sistemas de salud habían dedicado gran parte de sus actividades en las enfermedades no infecciosas, las personas han podido asumir que las enfermedades virales eran problemas de salud superados.
La magnitud de los efectos de la pandemia, especialmente por el tiempo de evolución, y la alteración de prácticas sociales, ha colocado nuevamente a las enfermedades virales en la vida cotidiana de las personas. Esto es especialmente significativo cuando ya es conocido que cientos de miles de virus también podrían seguir el curso de transmisión de zoonosis a la infección de humanos. Dado que las medidas de control implementadas antes de las vacunas contra covid-19, correspondieron al distanciamiento social, es obvio que algunas de ellas pueden mantenerse, incluso con el éxito de las vacunaciones. También es bastante deseable que ante la magnitud de la información que se ha generado en la pandemia sobre los virus, especialmente la relacionada con la epidemiología y clínica, los ciudadanos sean más sensibles a este problema de salud pública. Esto último es de especial importancia porque los riesgos de nuevas pandemias deben enfrentarse con decisión, y para ello es clave contar con la participación de los ciudadanos, sea exigiendo más información, sea cooperando en múltiples áreas del control. De manera complementaria, es importante que los ciudadanos promuevan la amplia utilización de las vacunas ya existentes, con lo cual se reducirían notablemente la morbilidad y mortalidad por estas causas.
En la esfera institucional, la etapa post-pandemia debería consolidar la práctica iniciada con la generación amplia de información en tiempo real sobre los casos y muertes. Esto podría significar, a partir de la experiencia con covid-19, el desarrollo de nuevas plataformas de seguimiento global de otros problemas de salud pública. También se debería promover más la práctica de cooperación entre gobiernos, centros de investigación, organizaciones internacionales, y empresas innovadoras, la cual ha contribuido sustancialmente a comprobar la efectividad de opciones para el diagnóstico, tratamiento, y prevención de covid-19.
Otras prácticas institucionales que deberían establecerse, están relacionadas con las previsiones para evitar nuevas pandemias. En primer lugar, tal como lo demuestra la experiencia de países, como Corea del Sur, es fundamental la planificación de mediano y largo plazo para fortalecer las capacidades institucionales para responder rápidamente ante los riesgos de pandemias, elaborar alternativas de diagnóstico y tratamiento, entrenar recursos humanos, y disponer de mecanismos de cooperación y financiamiento de manera expedita. En segundo lugar, la incorporación del seguimiento de enfermedades infecciosas como uno de los requisitos en la planificación estratégica de las instituciones de desarrollo.
De especial consideración son las prácticas que deberían introducirse en la gestión de los gobiernos, entre ellas, crear nuevas modalidades de interacción regular con el ámbito científico, así como el diseño e implementación de políticas a partir de la cooperación e intercambio con múltiples instituciones en diferentes niveles geográficos y políticos.
Los efectos tan severos que ha ocasionado la pandemia en América Latina, los cuales se pueden prolongar en el tiempo por la desigualdad en el acceso a las vacunaciones, deberían significar la incorporación de nuevas prácticas individuales e institucionales, especialmente en el control de enfermedades infecciosas. Si esta preocupación no es asumida de manera integral por gobiernos, empresas, universidades, no solo se prolongará la incertidumbre ocasionada por la pandemia, también se limitará la efectividad de las acciones para enfrentar los riesgos biológicos de la región en la próxima década.
Politemas, Tal Cual, 2 de junio de 2021
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