El Foro Económico Mundial elabora cada año un reporte sobre los riesgos globales. El último reporte corresponde al año 2023. De acuerdo con la metodología utilizada para la elaboración del documento, se señalan riesgos globales en el corto plazo (a dos años), y en el largo plazo (a diez años).
En el corto plazo, el riesgo global que ocupa el primer lugar es la crisis del costo de vida, otra forma de denominar el aumento de los precios que se ha generado en los últimos años, especialmente por la conjunción de los efectos de la pandemia, y la invasión de Rusia en Ucrania. El segundo riesgo más relevante en el corto plazo corresponde a los desastres naturales y los eventos relacionados con las situaciones de clima extremo. Los siguientes tres riesgos globales corresponden a las consecuencias de la confrontación geoeconómica, las fallas en las políticas para mitigar el cambio climático, y la erosión de la cohesión social y el aumento de la polarización.
En América Latina se encuentran dos de los países con mayores tasas de inflación a escala global (Venezuela y Argentina). Además, las perspectivas de bajo crecimiento económico del conjunto de las economías de la región configuran para los próximos años mayores dificultades para contar con recursos fiscales para políticas de protección social (especialmente en salud y pensiones). Por otra parte, la asociación entre bajo crecimiento y alta inflación, también afecta la posibilidad de ampliar las opciones de empleos. En este contexto, las brechas de servicios según los niveles de ingresos es bastante probable que aumentarán, contribuyendo a aumentar la polarización social y política. También es notorio que el adecuado desempeño en las políticas para enfrentar los efectos del cambio climático no es el rasgo característico en la mayoría de los países de la región.
En el largo plazo (vista a diez años), los riesgos globales más relevantes están concentrados en los aspectos ambientales. Estos riesgos son: (1) fallas en las políticas de mitigación del cambio climático, (2) fallas en las políticas de adaptación al cambio climático, (3) desastres naturales y situaciones de cambio extremo, y (4) pérdida de biodiversidad y colapso de los ecosistemas. El siguiente riesgo global de largo plazo corresponde a las migraciones involuntarias a gran escala.
Estos riesgos globales de largo plazo, en la tendencia actual, pueden tener efectos muy significativos en América Latina, una de las regiones de mayor biodiversidad en el mundo. Las sistemáticas debilidades de regulación, y la limitada incorporación de las políticas de cambio climático en los planes nacionales de desarrollo, son factores que reducen las posibilidades de éxito para enfrentar estos efectos. Tampoco puede extrañar, en este contexto, la tendencia de la migración involuntaria que ha adquirido dimensiones históricas en países como Venezuela y El Salvador.
Las evidencias de los efectos globales en la región, tanto de corto como largo plazo, expresadas en sistemáticos deterioros de la calidad de vida de los ciudadanos, deberían influir para mejorar las capacidades institucionales, especialmente de los gobiernos, para enfrentar estos riesgos. Sin embargo, este no es el patrón general que se observa en América Latina. Por ello diseñar alternativas para construir el futuro es probablemente uno de los mayores desafíos que tiene la región para los próximos años.
Politemas, Tal Cual, 19 de julio de 2023
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