La actual Presidenta de Brasil fue directa al grano. Su desempeño como ministra resultó ser invalorable para apuntar con tino. Recientemente el ex-presidente Lula ha comentado que Dilma Rousseff conoce con mucho detalle las políticas que implementó en su gobierno. Muchas de ellas tienen su sello.
Tal parece que los dieciséis años precedentes, con los mandatos combinados de Fernando Henrique Cardoso y Lula Da Silva, han preparado el escenario para que Brasil continúe su marcha ascendente. Sin mayores estridencias, sin ideologías trasnochadas, ni cuentos de caminos. Todo está resumido en 13 puntos.
El primero de ellos es el fortalecimiento de la democracia brasilera. Se dará continuidad a la reforma del Estado y se respetará el equilibrio de poderes. También se garantizará de manera irrestricta la libertad de expresión y de prensa, así como los derechos humanos. Las nuevas modalidades de participación serán decididas en el Congreso Nacional.
El segundo de los puntos, sin mayores complejos para un gobierno de corte socialista moderno, es el crecimiento económico. Política macroeconómica compatible con las posibilidades fiscales. Se dará prioridad a disminuir los desequilibrios territoriales. El centro de la producción se colocará en la política industrial, en el emprendimiento y, en la agricultura familiar y el agronegocio. Se apuesta a la internacionalización de la política energética de fuentes renovables y limpias. En el desarrollo de infraestructura se dará prioridad a los ferrocarriles, puertos y aeropuertos.
La defensa del ambiente estará concentrada en las biomas más importantes (entre ellas la Amazonia), así como la ampliación de las fuentes de agua. La eliminación de la pobreza extrema es otros de los puntos. Para ello se ampliará el Programa Bolsa Familia, y se fortalecerá el programa de créditos a emprendedores. A los beneficiarios de Bolsa Familia se les integrará en el mercado laboral. La contratación colectiva y los derechos reconocidos por las instancias internacionales serán la guía de la acción.
La garantía de la educación de calidad será también una prioridad. Especialmente la educación de los jóvenes y el acceso a las universidades a través del programa ProUni, el cual favorece a los estudiantes de menos recursos económicos. Se espera que todas las ciudades con más de 50.000 habitantes tengan un Instituto Federal de Educación Tecnológica. También se propone la transformación de Brasil en una potencia científica y tecnológica. La ampliación de la cobertura de salud se realizará a través del suministro de medicamentos de manera gratuita. Especial mención reciben también las políticas de seguridad ciudadana, vivienda y hábitat, así como la presencia activa de Brasil en el mundo.
La oferta de Dilma convenció. Ahora queda concretarlas.
Tal parece que los dieciséis años precedentes, con los mandatos combinados de Fernando Henrique Cardoso y Lula Da Silva, han preparado el escenario para que Brasil continúe su marcha ascendente. Sin mayores estridencias, sin ideologías trasnochadas, ni cuentos de caminos. Todo está resumido en 13 puntos.
El primero de ellos es el fortalecimiento de la democracia brasilera. Se dará continuidad a la reforma del Estado y se respetará el equilibrio de poderes. También se garantizará de manera irrestricta la libertad de expresión y de prensa, así como los derechos humanos. Las nuevas modalidades de participación serán decididas en el Congreso Nacional.
El segundo de los puntos, sin mayores complejos para un gobierno de corte socialista moderno, es el crecimiento económico. Política macroeconómica compatible con las posibilidades fiscales. Se dará prioridad a disminuir los desequilibrios territoriales. El centro de la producción se colocará en la política industrial, en el emprendimiento y, en la agricultura familiar y el agronegocio. Se apuesta a la internacionalización de la política energética de fuentes renovables y limpias. En el desarrollo de infraestructura se dará prioridad a los ferrocarriles, puertos y aeropuertos.
La defensa del ambiente estará concentrada en las biomas más importantes (entre ellas la Amazonia), así como la ampliación de las fuentes de agua. La eliminación de la pobreza extrema es otros de los puntos. Para ello se ampliará el Programa Bolsa Familia, y se fortalecerá el programa de créditos a emprendedores. A los beneficiarios de Bolsa Familia se les integrará en el mercado laboral. La contratación colectiva y los derechos reconocidos por las instancias internacionales serán la guía de la acción.
La garantía de la educación de calidad será también una prioridad. Especialmente la educación de los jóvenes y el acceso a las universidades a través del programa ProUni, el cual favorece a los estudiantes de menos recursos económicos. Se espera que todas las ciudades con más de 50.000 habitantes tengan un Instituto Federal de Educación Tecnológica. También se propone la transformación de Brasil en una potencia científica y tecnológica. La ampliación de la cobertura de salud se realizará a través del suministro de medicamentos de manera gratuita. Especial mención reciben también las políticas de seguridad ciudadana, vivienda y hábitat, así como la presencia activa de Brasil en el mundo.
La oferta de Dilma convenció. Ahora queda concretarlas.
Politemas, Tal Cual, 27 de abril de 2011
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