El programa de gobierno que se encuentra en el sitio web oficial de Ollanta Humala no ha sido modificado después de la primera vuelta. Sigue siendo la versión que se presentó en diciembre del año pasado. Debe considerarse hasta la fecha como la versión oficial.
El título del programa es “La Gran Transformación”. La forma de concretar tal transformación no es desconocida para los venezolanos. Se señala que el nacionalismo es la alternativa democrática a la “actual modernización neoliberal excluyente y desnacionalizadora”.
Tratando de disimular un poco el énfasis estatista, el programa presenta el concepto de “economía nacional de mercado”. Para colocar el mercado, quizás, en alguna parte. Decir a secas “economía nacional” hubiera llamado más la atención. Más adelante se señala: “los nacionalistas convocamos a esta amplia unidad para lograr que nuestras riquezas naturales y nuestras fuerzas productivas estén al servicio de nuestros pueblos costeros, andinos y amazónicos”.
Todo lo anterior demuestra que un potencial gobierno de Humala asumirá el nacionalismo como eje de políticas. Para que no queden muchas dudas se indica que las actividades estratégicas, aquellas que tienen que ver con el desarrollo, están ahora en manos de empresas extrajeras con posición de dominio en el mercado, con la consecuente subordinación de los peruanos a los intereses extranjeros.
Por ello no debe extrañar que el primer eje estratégico del programa sea justamente la nacionalización de las actividades estratégicas. Claro, “advirtiendo” que no se impulsarán estatizaciones. Todo lo cual se cae rápidamente cuando más adelante se indica que la única instancia en la que se puede confiar, a la que se debe acudir para salvar los activos es al Estado. Con todos los detalles se indica: “es el Estado y no el mercado, lo público y no lo privado, quien en esta crisis concita las esperanzas de todos”. No pareciera que haya mucho que agregar.
Pero se agrega: la economía nacional de mercado supone “la aplicación de reglas, controles y la soberanía necesaria que sólo el Estado podrá establecer para que el bienestar de todos sea alcanzado”. Se propone la recuperación de la soberanía sobre los recursos naturales, para lo cual se deberá proceder a la modificación de la Constitución de 1993, y fortalecer las “empresas estratégicas” del Estado para que sean eficientes y competitivas.
El programa de Humala establece las cosas con precisión. Se regresaría a una etapa ya conocida en la historia peruana: las tendencias colectivistas que arruinaron a la industria en el gobierno militar de Velasco Alvarado. Antes que la adecuada combinación de Estado y mercado, Humala prefiera una nueva ola de estatismo. El viejo fantasma que puede regresar para desdicha de los peruanos.
El título del programa es “La Gran Transformación”. La forma de concretar tal transformación no es desconocida para los venezolanos. Se señala que el nacionalismo es la alternativa democrática a la “actual modernización neoliberal excluyente y desnacionalizadora”.
Tratando de disimular un poco el énfasis estatista, el programa presenta el concepto de “economía nacional de mercado”. Para colocar el mercado, quizás, en alguna parte. Decir a secas “economía nacional” hubiera llamado más la atención. Más adelante se señala: “los nacionalistas convocamos a esta amplia unidad para lograr que nuestras riquezas naturales y nuestras fuerzas productivas estén al servicio de nuestros pueblos costeros, andinos y amazónicos”.
Todo lo anterior demuestra que un potencial gobierno de Humala asumirá el nacionalismo como eje de políticas. Para que no queden muchas dudas se indica que las actividades estratégicas, aquellas que tienen que ver con el desarrollo, están ahora en manos de empresas extrajeras con posición de dominio en el mercado, con la consecuente subordinación de los peruanos a los intereses extranjeros.
Por ello no debe extrañar que el primer eje estratégico del programa sea justamente la nacionalización de las actividades estratégicas. Claro, “advirtiendo” que no se impulsarán estatizaciones. Todo lo cual se cae rápidamente cuando más adelante se indica que la única instancia en la que se puede confiar, a la que se debe acudir para salvar los activos es al Estado. Con todos los detalles se indica: “es el Estado y no el mercado, lo público y no lo privado, quien en esta crisis concita las esperanzas de todos”. No pareciera que haya mucho que agregar.
Pero se agrega: la economía nacional de mercado supone “la aplicación de reglas, controles y la soberanía necesaria que sólo el Estado podrá establecer para que el bienestar de todos sea alcanzado”. Se propone la recuperación de la soberanía sobre los recursos naturales, para lo cual se deberá proceder a la modificación de la Constitución de 1993, y fortalecer las “empresas estratégicas” del Estado para que sean eficientes y competitivas.
El programa de Humala establece las cosas con precisión. Se regresaría a una etapa ya conocida en la historia peruana: las tendencias colectivistas que arruinaron a la industria en el gobierno militar de Velasco Alvarado. Antes que la adecuada combinación de Estado y mercado, Humala prefiera una nueva ola de estatismo. El viejo fantasma que puede regresar para desdicha de los peruanos.
Politemas, Tal Cual, 4 de mayo de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario