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miércoles, 17 de abril de 2013

Gobernar para la Gente

Así, con mayúscula. Tal es el reto que tiene el liderazgo democrático del país. Luego de casi once años de un gobierno autoritario e incompetente, la vida común de millones de venezolanos y venezolanas está siendo afectada en grado cada vez más creciente.

Ya no se trata solamente de los riesgos ante la inseguridad en las calles. En lo que va de año ya ha quedado bastante claro que estamos en una recesión económica que elimina empleos, encarece el costo de la vida y ha paralizado el aparato productivo. Para colmo en las últimas semanas se ha hecho evidente que los servicios básicos (agua, electricidad, gas doméstico) no han tenido las inversiones adecuadas para garantizar el suministro que se deriva del aumento de la población. Por si fuera poco, los derechos políticos y de propiedad son afectados a conveniencia, todo ello fundamentado en la ausencia de contrapesos institucionales. No hablemos de los cambios urgentes que requieren los sistemas de salud y educación, sólo por decir dos que afectan no sólo lo cotidiano sino la garantía de calidad de vida en el mediano plazo.

Todo ello tiene su origen en las monumentales fallas de una “revolución” que nunca tuvo interés real en resolver los problemas de la gente. Antes que eso, el objetivo era la conquista del poder, y luego ha sido mantenerlo, prorrogarlo, hacerlo vitalicio. La política social del gobierno siempre ha sido instrumental de los objetivos políticos. Hasta el punto que ante la caída de los ingresos fiscales muchas de las Misiones han visto disminuir las asignaciones presupuestarias. En época de crisis social, indicativo de que muchas familias se quedarán sin el apoyo básico para subsistir.

Los Planes de la Nación (2001-2007 y 2007-2013) excluyeron deliberadamente muchos de los problemas que preocupan a los ciudadanos. Temas como la nutrición, el agua, la electricidad, las enfermedades más frecuentes, la calidad de educación, prácticamente no aparecen. Las pocas veces que aparecen no tienen asignadas metas ni proyectos. Podríamos decir que la administración pública venezolana ha estado casi once años en una gran marcha sin rumbo, completamente subalterna a los objetivos de centralización del poder y anulación de las instituciones.

En este contexto se debe situar el esfuerzo político que se expresa en la Mesa de Unidad Democrática. Decenas de partidos políticos del país han diseñado un espacio de encuentro para pensar el país. Con los problemas no resueltos antes de 1998, y también con aquellos que han empeorado en el gobierno de la “revolución bonita”. Pensar el país es el primer paso. Pero la concreción de estas ideas sólo se dará cuando se ejerza efectivamente el gobierno.

Esa es la magnitud real de la tarea que se propone la Mesa de Unidad Democrática: asumir con la seriedad requerida la exigencia de ser gobierno en Venezuela, para resolver los problemas centrales de la vida de los venezolanos, para dotar al país de las políticas que permitan alcanzar el desarrollo y generar bienestar sostenible.

Este propósito de los partidos políticos es meritorio. Indica con claridad que la cultura democrática venezolana está muy viva, especialmente por el énfasis en colocar primero lo que nos une y nos acerca, antes que lo que nos divide y aleja, porque se tiene también la convicción de que los partidos son fundamentales, pero que también deben conectarse con las más amplias expresiones de nuestra vida social y comunitaria. Gobernar para la Gente es la manera más efectiva de concretar la unidad democrática.

Politemas, Tal Cual, 25 de noviembre de 2009


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