Bastó la solicitud de la hermana de una parturienta para que el Presidente “conociera”, en vivo y en directo, cuán alejado está su gobierno de los problemas de la gente. La señora tuvo que aprovechar un chance en Aló Presidente para pedir auxilio, para pedirle que alguien atendiera a su hermana.
El Presidente no salía de su asombro. Allí, en plena transmisión, se enteró de la dolorosa realidad. En este país es difícil parir. Especialmente si la mujer embarazada forma parte de la inmensa mayoría, esto es el 80%, que no tiene cobertura de seguros de salud, ni públicos, ni privados. Los servicios públicos no garantizan un parto con la calidad que se corresponde por ser habitante de este país.
Por supuesto que el Presidente se sorprendió. Nunca se imaginó que al mismo tiempo que libra combates a diestra y siniestra con el “imperialismo”, hay mujeres que no pueden tener sus hijos con dignidad. Primero dijo que no entendía. Pasó a engrosar con ese comentario la inmensa mayoría de los ciudadanos que tampoco entienden. Que con tantos recursos obtenidos en los últimos años, por el orden de los cientos de miles de millones de dólares, no se tenga para dotar los hospitales y maternidades con los medios necesarios para atender a todas las parturientas de este país.
El Presidente no se quedó ahí. Acto seguido preguntó: ¿Quién es el responsable de esto? No hay que ir muy lejos, Presidente. Usted tiene, según el artículo 236 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la obligación de cumplir y hacer cumplir nuestra Carta Magna, y de dirigir la acción del gobierno, entre otras atribuciones y obligaciones. De manera que las fallas y omisiones de su gobierno están bajo su responsabilidad.
Es por ello que usted no se puede deslindar de las enormes carencias que tiene su política de salud, especialmente en el área de la atención materna que le asaltó el domingo con sorpresa. En Venezuela, Presidente, 500.000 mujeres requieren cuidados de parto todos los años. Para cada una de ellas se necesita un Estado que las proteja, así como a sus hijos. Para 400.000 mujeres los servicios públicos son los únicos que existen.
Es por ello inexplicable que usted haya ordenado en los primeros meses de su gestión, por allá en 1999, que se eliminara un programa que atendía a más de 500.000 mujeres y niños menores de seis años. Se les prestaba servicios de salud y se les entregaba leche. Con su firma, porque es usted el que firma los decretos presidenciales, se eliminó ese programa.
También con su firma se aprobó la implementación de un mecanismo perverso como fue aprobar sueldos muy altos para el personal de Barrio Adentro, en desmedro del personal que laboraba en la red de servicios del Ministerio y de otras instituciones. Como resultado, Presidente, dejó de ser atractivo trabajar en esos centros especializados. Esa es la razón por la cual no hay suficientes médicos en la Maternidad Concepción Palacios, hasta el punto de que ya no existe el postgrado en neonatología.
También con su venia, Presidente, se revirtió la descentralización de los servicios de salud, eliminando los beneficios que tenía en estados y municipios. Esas tres decisiones, entre otras, todas con su firma y “última palabra”, han contribuido a que la mortalidad materna haya aumentado casi 20% durante su larga gestión. Por eso la parturienta del domingo no encontraba servicios. Estaba sufriendo los efectos de las equivocadas decisiones que usted ha tomado. No busque más, Presidente, usted es el responsable.
El Presidente no salía de su asombro. Allí, en plena transmisión, se enteró de la dolorosa realidad. En este país es difícil parir. Especialmente si la mujer embarazada forma parte de la inmensa mayoría, esto es el 80%, que no tiene cobertura de seguros de salud, ni públicos, ni privados. Los servicios públicos no garantizan un parto con la calidad que se corresponde por ser habitante de este país.
Por supuesto que el Presidente se sorprendió. Nunca se imaginó que al mismo tiempo que libra combates a diestra y siniestra con el “imperialismo”, hay mujeres que no pueden tener sus hijos con dignidad. Primero dijo que no entendía. Pasó a engrosar con ese comentario la inmensa mayoría de los ciudadanos que tampoco entienden. Que con tantos recursos obtenidos en los últimos años, por el orden de los cientos de miles de millones de dólares, no se tenga para dotar los hospitales y maternidades con los medios necesarios para atender a todas las parturientas de este país.
El Presidente no se quedó ahí. Acto seguido preguntó: ¿Quién es el responsable de esto? No hay que ir muy lejos, Presidente. Usted tiene, según el artículo 236 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la obligación de cumplir y hacer cumplir nuestra Carta Magna, y de dirigir la acción del gobierno, entre otras atribuciones y obligaciones. De manera que las fallas y omisiones de su gobierno están bajo su responsabilidad.
Es por ello que usted no se puede deslindar de las enormes carencias que tiene su política de salud, especialmente en el área de la atención materna que le asaltó el domingo con sorpresa. En Venezuela, Presidente, 500.000 mujeres requieren cuidados de parto todos los años. Para cada una de ellas se necesita un Estado que las proteja, así como a sus hijos. Para 400.000 mujeres los servicios públicos son los únicos que existen.
Es por ello inexplicable que usted haya ordenado en los primeros meses de su gestión, por allá en 1999, que se eliminara un programa que atendía a más de 500.000 mujeres y niños menores de seis años. Se les prestaba servicios de salud y se les entregaba leche. Con su firma, porque es usted el que firma los decretos presidenciales, se eliminó ese programa.
También con su firma se aprobó la implementación de un mecanismo perverso como fue aprobar sueldos muy altos para el personal de Barrio Adentro, en desmedro del personal que laboraba en la red de servicios del Ministerio y de otras instituciones. Como resultado, Presidente, dejó de ser atractivo trabajar en esos centros especializados. Esa es la razón por la cual no hay suficientes médicos en la Maternidad Concepción Palacios, hasta el punto de que ya no existe el postgrado en neonatología.
También con su venia, Presidente, se revirtió la descentralización de los servicios de salud, eliminando los beneficios que tenía en estados y municipios. Esas tres decisiones, entre otras, todas con su firma y “última palabra”, han contribuido a que la mortalidad materna haya aumentado casi 20% durante su larga gestión. Por eso la parturienta del domingo no encontraba servicios. Estaba sufriendo los efectos de las equivocadas decisiones que usted ha tomado. No busque más, Presidente, usted es el responsable.
Politemas, Tal Cual, 12 de agosto de 2009
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