Esta semana se celebrará en Lima la reunión anual del FMI-Banco Mundial. Sin dudas, el encuentro de mayores implicaciones para el análisis de las políticas económicas a escala global. La celebración de la reunión en la capital de Perú, es un reconocimiento a los éxitos de la política económica de ese país. Los índices señalan que la economía peruana mantiene las perspectivas de crecimiento, baja inflación y mejora de indicadores sociales. Por supuesto que la economía peruana está también sujeta a las dificultades para que la productividad no sea la más adecuada. Pero no se puede negar los indudables avances, es una situación completamente diferente a la de finales de los años ochenta. Hablar de los temas del futuro en Perú tiene mucho sentido.
La Directora Ejecutiva del FMI, Christine Lagarde, ha puesto los puntos críticos en el tapete. En una reunión la semana pasada en el Consejo de las Américas, la Directora Ejecutiva señaló los aspectos que configuran un futuro incierto para la economía en el mundo. Mencionó, entre otros: el aumento de las tasas de intereses en Estados Unidos, la disminución del crecimiento en China, la desaceleración del comercio internacional, y la caída en los precios de las materias primas. Sumado a ello, indicó los conflictos bélicos y la migración forzada en varias partes del mundo. Agregó que 200 millones de personas se encuentran sin empleos, con aumentos importantes de la desigualdad.
El llamado de la Directora Ejecutiva es justamente a enfrentar tales situaciones con las políticas adecuadas. Hizo un llamado al liderazgo de los países para realizar una mejora sustantiva de las políticas económicas, a través del apoyo a la demanda, la estabilidad financiera, y la implementación de reformas estructurales, entre ellas el aumento de las condiciones para ser más productivos.
Mientras tenemos este panorama, cuando los países están tratando de fortalecer sus economías para hacer frente a estas exigencias, la situación de Venezuela no puede ser peor. La economía venezolana está en el segundo año seguido de caída del PIB, con la inflación más alta del mundo por tercer año seguido, con destrucción inmensa de la capacidad productiva, con la persistencia de controles y persecución de la actividad del sector privado, con el peor desempeño en el siglo XXI. Por todas esas razones, Venezuela tiene el peor pronóstico entre las economías del mundo hasta 2020.
En la cita de Lima, el ejemplo de las políticas económicas seguidas por Venezuela en los últimos 17 años, será demostración justamente de las cosas que hay que evitar. Una muestra de las políticas equivocadas que no hacen sino profundizar los problemas económicos de los países. Todo el mundo hablará de Venezuela como el libro de texto de las políticas que no se deben implementar. Y comentarán, lo que todos los venezolanos ya sabemos, que tenemos la peor economía del mundo.
Politemas, Tal Cual, 7 de octubre de 2015
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