No podía ser de otra manera. El presidente Chávez sabe que los números no le favorecen. Sabe que en la calle se percibe cansancio de una gestión desastrosa, que ha dejado sin soluciones a muchos problemas del país. Que incluso muchos de los problemas han empeorado.
También sabe que los números para las elecciones estadales y municipales no favorecen a sus candidatos. El 23 de noviembre Venezuela tendrá una reconfiguración del poder político. En muchas gobernaciones y alcaldías habrá gobiernos de diferente signo político al partido gobernante.
En tales circunstancias el presidente Chávez sabe que tiene que acelerar el ritmo de las cosas. En primer lugar, porque hace tiempo que este gobierno alcanzó la cúspide de su poder. No solamente el control de ejecutivo y el judicial. También controla el poder legislativo, aunque ya no cuenta con la unanimidad.
Las elecciones del próximo gobierno significarán una pérdida de poder que el actual gobierno no puede tolerar. No está en su naturaleza. La diversidad de opciones en una sociedad democrática está muy alejada de sus pretensiones autoritarias. El gobierno sabe que ahora tiene, supuestamente, más posibilidades de rechazar los resultados del referéndum del 2 de diciembre del año pasado.
Otro factor que ha debido formar parte del análisis del gobierno es su desmedido afán por polarizar al país. Colocar en la agenda pública 26 leyes aprobadas en clara violación de principios constitucionales ubica la discusión en la acera del gobierno. Esto es, contrapone su visión hegemónica para crear las mayores contradicciones posibles con sus adversarios. Otro sería el escenario si a partir de esta semana entramos en una discusión sobre los servicios públicos de estados y municipios, o sobre las soluciones a los problemas de las comunidades rurales y urbanas del país.
El presidente Chávez sabe que su propuesta de socialismo del siglo XXI para Venezuela contará con más oposición luego del 23 de noviembre. La sociedad democrática tendrá más posibilidades de enfrentarlo en todos los escenarios. De allí que utilice las posibilidades de la Ley Habilitante para imponer su voluntad. Porque ha quedado claro que es su única voluntad la que está tratando de imponer.
Es por ello que se arriesga nuevamente entre gallos y media noche. Cuando ya se había vencido el plazo. Alterando procedimientos y fondo. Sabe que son las mejores condiciones para “tirar la parada”. Sabe que, como muchas veces en su vida política, la respuesta del contrario le servirá para enderezar las cargas, para emparejar acciones. Para alguien que tiene los días contados en su cúspide de poder, es la única estrategia posible,
En tales condiciones no hay que pisar peines. El objetivo próximo es hacer de las elecciones del mes de noviembre un gran espacio para redemocratizar a Venezuela. A las soluciones de los problemas de nuestras comunidades estadales y municipales debe sumarse un ejercicio de pedagogía política para ilustrar con detalles las consecuencias que tiene la violación evidente de postulados constitucionales.
Ante la afrenta que ha sufrido la sociedad democrática, hay que responder con más opciones institucionales. Ante el uso abusivo del poder hay que responder con apertura, comunicando en cada localidad las alternativas que deben considerarse en una sociedad plural. Ante la militarización de nuestra vida social, hay que responder con civilidad. Ante la centralización del poder político, hay que responder con amplitud. Ante el autoritarismo, en resumen, hay que responder con participación y votos. Haciendo todo esto dejaremos al presidente Chávez jugando solo su último chance.
Politemas, Tal Cual, 13 de agosto de 2008
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