Como si fuera poca la presión que el actual gobierno coloca en la educación superior, en la semana pasada ha surgido una nueva complicación, esta vez relacionada con la reforma curricular de la educación básica. Información anecdótica señala que el gobierno está moviendo las piezas para intentar la aprobación de cambios sustantivos en los contenidos y práctica curriculares. Las opiniones de los gremios y de los maestros indican que es probable que tal reforma sea adversada por múltiples actores de la educación venezolana.
Para muchos padres, representantes, y para los propios estudiantes, el curriculum es otra forma de indicar los contenidos y las prácticas que deben promoverse en una educación de calidad. Según la UNESCO, la educación de calidad debe promover cuatro tipos de aprendizajes.
El primero es “aprender a conocer”, en el cual se combina una cultura general con la profundización de conocimientos en un pequeño número de materias. El segundo aprendizaje está relacionado con el “hacer”. Se trata de formar personas para enfrentar un gran número de situaciones y promoviendo el trabajo en equipo. El tercer aprendizaje está relacionado con la comprensión de los otros y la interdependencia que resulta de la vida en sociedad. Se trata de “aprender a vivir”. Y finalmente, “aprender a ser”, esto es, favorecer los medios para que florezca la propia personalidad. Una educación de calidad debe promover “aprender a aprender”. Para ello se requiere manejar información, convertirla en conocimientos, y utilizar estos con fines concretos y socialmente reconocidos.
De manera que el curriculum en nuestras escuelas debería servir para facilitar estos aprendizajes. En la medida que el sistema educativo estimule estas prácticas se garantizará a los ciudadanos la posibilidad de compartir valores, conocimientos y soluciones.
Lamentablemente, los sistemas educativos de América Latina no se destacan precisamente por garantizar la calidad. De acuerdo con el último informe de Panorama Social de América Latina, elaborado a finales de 2007 por Cepal, el desempeño de los estudiantes de cinco países de la región dejó mucho que desear cuando se le compara con sus contrapartes de los países desarrollados.
En el caso de la prueba de lectura del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA), los estudiantes de tercer y cuarto grado de primaria de Argentina, Brasil, Chile, México y Perú de la ronda 2000, obtuvieron los peores resultados. El 54% de los estudiantes de estos países no pudo superar el nivel 1 de desempeño de lectura. En el caso de los países desarrollados sólo el 15% de los estudiantes no alcanzó el nivel 1. El 9% de los estudiantes de los países desarrollados alcanzó el nivel 5 (desempeño máximo). En el caso de los países mencionados de América Latina, sólo el 0,5% de los estudiantes alcanzaron el desempeño máximo.
No es muy exagerado imaginar que el rendimiento de los estudiantes venezolanos se parece más al de los estudiantes de los países de la región. Otros indicadores confirman que la educación venezolana dista mucho de tener la calidad requerida. En tales circunstancias, lo que deberíamos estar discutiendo es cómo tenemos un curriculum educativo que disminuya las brechas con los países desarrollados. También deberíamos estar preparando a los maestros para acometer tales retos. También deberíamos estar estimulando a los estudiantes para mejorar sus prácticas y aprender más. Antes que eso estamos entrando en una polémica originada por un gobierno que piensa más en la ideología que en los contenidos y la educación de calidad. Un gobierno aéreo, perdido, sin realidad.
Politemas, Tal Cual, 19 de marzo de 2008
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