Cuando Platón fundó la Academia de Atenas tenía la mirada puesta en el futuro. Su intención era crear un espacio dedicado a la educación y la investigación. Allí vendrían entonces discípulos para convertirse en filósofos que tendrían posición de autoridad en el manejo de los asuntos de la “polis”. En palabras de hoy, la Academia era el espacio para la formación de aquellos que estuvieran relacionados con el gobierno de la sociedad, para aquellos que tuvieran que construir el futuro. Es por ello que esa Academia original es la precursora de las universidades y de la preocupación por el porvenir de los países.
Juan José Puigbó, conocido como el Maestro Puigbó, dedicó su vida a vincular su actividad profesional y académica con la construcción de futuro. Sus contribuciones a la ciencia venezolana son extraordinarias y abarcan muchas áreas. Combinó una notable formación en Venezuela, egresado de la UCV como Doctor en Ciencias Médicas Summa Cum Laude en 1948, con formación de postgrado en el Instituto Nacional de Cardiología de México, en la Universidad de Columbia, en el Presbyterian Hospital de Filadelfia, en el Instituto Karolinska de Estocolmo, y en el Hospital de Niños de Houston.
Con esos conocimientos y experiencias, el Maestró Puigbó participó en la creación de instituciones de gran relevancia para la salud de los venezolanos, entre ellas, la Cátedra y el Servicio de Cardiología del Hospital Universitario de Caracas, la Sociedad Venezolana de Cardiología, la Sociedad Venezolana de Medicina Interna. También fue pionero en los estudios de la patología cardiovascular en el país, así como Jefe de Preparación del Personal de la División de Enfermedades Cardiovasculares del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS). Fue posteriormente Presidente de la Academia Nacional de Medicina y de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina. En reconocimiento a sus extraordinarios logros, la Red de Sociedades Científicas Venezolanas le confirió en 2013 el Premio a la Excelencia Médica, Mención Consenso Nacional.
Conocí al Maestro Puigbó inicialmente por sus clases en el Hospital Universitario de Caracas. También por el libro que utilizamos en las pasantías de cardiología. En nuestros tiempos de estudiantes a principios de los ochenta ya era una figura de referencia. Tuve la fortuna de conocerlo mucho más en las reuniones semanales de la Academia Nacional de Medicina desde hace pocos años. Tenía la virtud de generar confianza, de hacer sentir bien a los que estaban en su presencia, de trato afable, compañero, del mismo equipo. Su saludo siempre expresaba cercanía. Sus intervenciones en las reuniones apuntaban a detalles y preguntas que sugerían pistas para seguir la indagación.
A mediados de 2016, la Junta Directiva de la Academia Nacional de Medicina designó una Comisión de Investigaciones, coordinada por el Maestro Puigbó. En la Comisión compartimos con Antonio Clemente Heimerdinger, Rafael Apitz-Castro, Horacio Vanegas, Mauricio Goihman, José Ramón Poleo, Nicolás Bianco y Mariano Fernández. Recuerdo que en la primera reunión de la Comisión, nos pidió que expresáramos las ideas sobre las líneas de investigación que debía proponer la Academia. Después que todos habíamos dado nuestra opinión, Puigbó fue incorporando esas ideas en unas notas que había preparado para la reunión. En esa intervención de aquella mañana en la Academia, Puigbó condensó los temas de investigación que deberían ser asumidos para mejorar las condiciones de salud de los venezolanos para la segunda mitad del siglo XXI. En esas notas, Puigbó integró una agenda de investigación para el futuro. Habrá que volver a esas notas.
Unos meses después, a mediados de 2017, el Maestro Puigbó hizo una presentación en la Academia sobre la importancia de la Biblioteca de Alejandría para la civilización occidental. Explicó en detalle la forma en la que se vinculaba la investigación con la biblioteca, los grupos que participaban, la importancia de la confluencia de disciplinas, la necesidad de conectar el pasado con la ciencia del futuro, la urgencia de acometer los retos del conocimiento con espacios privilegiados para la creación y el debate. Hablar de la Biblioteca de Alejandría en la cruda realidad de nuestro país fue, sin dudas, fue un tremendo argumento a favor del futuro, a favor del conocimiento.
En la agenda de la sesión de la Academia del 31 de mayo de 2018, apareció el título de una conferencia que el Maestro Puigbó compartió con Harry Acquatella, también Individuo de Número y ex Presidente de la corporación: “La imagenología cardiovascular: una mirada al futuro”. El título es llamativo en cualquier circunstancia, pero lo era más cuando ya para ese momento Puigbó tenía poco más de 93 años. Muestra de que el futuro no tiene las restricciones de la edad. El futuro no tiene límites. Pocos meses después en la Gaceta Médica de Caracas, publicación de la Academia Nacional de Medicina, apareció el trabajo de ambos autores: “Breve reseña de la imagenología cardiovascular actual: una mirada al futuro”. La frase final del trabajo encierra toda una perspectiva: “En síntesis el futuro es muy promisorio por los avances del proceso imageneológico, con el beneficio para los pacientes y la posibilidad de resolver los problemas de la gran repercusión cardiovascular.”
Venezuela, terminando ya la segunda década del siglo XXI, confronta la peor crisis de salud de su historia. Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de mortalidad para los venezolanos. Acometer los cambios necesarios, requerirá tomar muy en cuenta las enseñanzas del Maestro Puigbó. Especialmente esa que expresa que el futuro se construye, el pasado ya es historia. Su compromiso por promover mejores condiciones para la atención de las enfermedades cardiovasculares en Venezuela se concretó en instituciones que hoy forman parte del acervo de la salud del país. Pero la influencia del Maestro Puigbó va más allá. La sociedad del conocimiento que debe ser Venezuela solo será posible cuando compartamos la visión de pionero que impulsó Puigbó toda su vida. El futuro de los venezolanos se concreta en la medida que seamos capaces de desafiar lo establecido, lo rutinario. Desde esa perspectiva, habrá que volver al Maestro Puigbó, para tener referencias e inspiración. En la aventura del futuro contaremos con su aporte. Muchas gracias, Maestro, lo vamos a extrañar.
Politemas, Tal Cual, 6 de marzo de 2019