La magnitud de la hecatombe económica ya es padecida por casi todos los venezolanos. Ha afectado la vida cotidiana: falta de alimentos y de medicinas, hiperinflación desde hace quince meses con pronóstico de 10.000.000% para 2019, migración de millones de personas, empobrecimiento, máxima desprotección social histórica, entre otros efectos. La crisis crece día a día en proporciones nunca imaginadas dentro y fuera del país. Que esta debacle ocurra a finales de la segunda década del siglo XXI, es toda una manifestación del deterioro institucional que ha experimentado Venezuela.
Ahora bien, las dimensiones de esta crisis, ya superlativa, deben estar presentes, es necesario que sean apreciadas en sus proporciones. Porque deben ser, por una parte, un llamado a tomar las medidas urgentes que se requieren. Cada día sin las opciones adecuadas, hace más difícil la reversión de esta situación. Por otra parte, conocer el tamaño de esta calamidad debe estar en el centro de la estrategia que se debe implementar. De esa forma se podrán tomar las decisiones que controlen rápidamente los daños ocasionados. También se deberá ganar tiempo al tiempo y favorecer que el país pueda salir de estos efectos negativos lo más pronto posible.
La recesión de Venezuela se encuentra en su sexto año consecutivo, esto es, desde 2014 hasta la fecha. A partir de 1980, de acuerdo con el FMI, veinte países del mundo han padecido recesiones de al menos cinco años de duración. Solo en uno de ellos, República Democrática del Congo, se produjeron dos períodos de recesión (de seis años en cada caso).
Hasta la fecha, sin consideramos el período 2014-2018, la recesión de Venezuela es la tercera en intensidad. Esto es, el promedio de caída de la actividad económica en el período es 11,71%. Es decir, en promedio todos estos años la economía venezolana ha decrecido casi 12%. Solo la recesión de Ucrania (en el período comprendido entre 1993 y 1997), y la de Sierra Leona (entre 1995 y 1999), tuvieron un promedio mayor de decrecimiento económico. En Ucrania el promedio de caída fue 12,57% (la mayor registrada), y en Sierra Leona fue 12,27%. Para tener una idea de estas magnitudes, se puede señalar que la Gran Depresión (1929-1933) tuvo una duración de cinco años y un promedio de decrecimiento de 9,1%.
Lo más preocupante es que si se prolonga la recesión en 2019, y se cumple el pronóstico de caída económica del FMI de 5%, la recesión de seis años de Venezuela sería la segunda más profunda de la historia. Ahora bien, si la caída es de 7%, entonces la recesión de Venezuela sería la más profunda de la historia en los países que han padecido recesiones de al menos seis años.
El panorama de un país sometido a una destrucción económica de estas proporciones debe tener efecto en la calidad de las políticas públicas requeridas. Deben ser políticas de la mayor efectividad en condiciones institucionales complejas y con financiamiento adecuado. La ausencia de estas condiciones impondrá más sufrimiento a los venezolanos. En vital recuperar el crecimiento lo más pronto posible y tomar las medidas pertinentes para que esta calamidad no ocurra nunca más.
Politemas, Tal Cual, 6 de febrero de 2019
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