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miércoles, 19 de febrero de 2014

El gobierno es el responsable

Después de quince años de gobierno el deterioro no puede ser mayor. La violencia y la inseguridad reinan en las calles de todo el país. Nada más el año pasado casi 25.000 venezolanos perdieron la vida por la violencia. Tenemos la tasa de inflación más alta del mundo. En el mes de enero alcanzamos el índice de escasez más alto desde que se lleva el registro. Todo eso se suma al desbarajuste del aparato productivo, las deudas con las empresas, el riesgo cierto de no poder garantizar el abastecimiento de bienes básicos en las próximas semanas. Sin incluir las dificultades con el empleo, y el deterioro de los servicios de salud y educación, solo por citar algunos.

Y es aquí que el gobierno pretende convencer a los venezolanos de que no tiene nada que ver con eso. Todas las políticas que afectan los problemas centrales de los venezolanos en los últimos quince años, han sido diseñadas, ejecutadas, y financiadas, por el actual gobierno. Los resultados están a la vista del mundo. Con los errores y omisiones de esas políticas se podría escribir una enciclopedia de varios tomos. Esa es la principal fuente de la frustración cotidiana de los venezolanos, ver que sus problemas más sentidos no tienen las soluciones que corresponden, que antes que resolverse, las situaciones se agravan.

Para remate ahora el gobierno quiere cercenar el derecho al pataleo, a la protesta pacífica, a la exigencia prevista en la Constitución para que los ciudadanos se expresen, para que realicen las demandas que consideren y que sean tramitadas por los canales institucionales. Esa fue la orientación de los estudiantes, acudir a los medios que están a su alcance para hacer valer su voz. Se sabe que la violencia afecta más a los jóvenes y que millones de ellos no se sienten satisfechos con el actual estado de cosas.

En la última semana el país y el mundo han visto otros rasgos del deterioro institucional inmenso del cual es responsable el actual gobierno. Los estudiantes han sido vejados, torturados, sus derechos conculcados, el debido proceso ha desaparecido. Han sido prácticamente penalizados sin ningún respeto por los procedimientos. Y cuando estos hechos han movido a nuevas protestas y demandas, se ha presentado una nueva fase de la violencia, la que cobra vidas humanas, la que se basa en el exceso de los organismos oficiales y en el hecho de que grupos de la población estén armados con el estímulo de los organismos del Estado que están para preservar la vida y los bienes de los venezolanos, sin exclusión.

De manera que la responsabilidad del gobierno es completa. No solo por la incompetencia y el autoritarismo que ha caracterizado esta larga gestión, sino por la incapacidad que ha mostrado para respetar los derechos constitucionales, y controlar la violencia y el abuso en nuestra sociedad. Las evidencias de la responsabilidad del gobierno están a la vista de todos.

Politemas, Tal Cual, 19 de febrero de 2014

Caen las caretas

Bastó que los estudiantes hicieran uso del pleno derecho que le otorga la Constitución, para que el gobierno tendiera un gran manto de dudas sobre sus verdaderas intenciones cuando habla de diálogo. Un gobierno que se siente confiado en su desempeño democrático no agrede ni encarcela a estudiantes. Eso es un principio fundamental. Como tampoco lo puede hacer con ningún otro ciudadano.

La connotación de estudiantes, sin embargo, le da un carácter diferente a la protesta. Porque los estudiantes expresan la frescura de planteamientos, la emotividad y la franqueza. Así ha sido en nuestro país y en muchas otras partes. Los jóvenes estudiantes salen a protestar o realizar exigencias muchas veces por otros sectores. Porque ante todo los estudiantes son solidarios.

De manera que la conducta de un gobierno amplio es simplemente respetar la protesta, incluso velar para que se realice dentro de los cauces pacíficos que señala también la Constitución. Podía haber sido muy sencillo. Es más, todo funcionario público ante el cual acuda una protesta pacífica, ordenada, está en la obligación de atenderla, prestar atención a los planteamientos. Incluso a generar las condiciones que permitan que se pueda resolver con prontitud el reclamo. Claro, un gobierno así también evita que la protesta se origine. Porque lleva a cabo políticas que resuelven problemas, no que los ocasionen.

Los jóvenes venezolanos tienen muchas razones para protestar. La primera es el clima de inseguridad que nos ha convertido en uno de los países más violentos del mundo. Los jóvenes saben la cantidad de riesgos a los que se exponen cuando salen a la calle. Eso no les gusta, impide la libertad de transitar y los coloca permanentemente en peligro. La segunda es la pérdida de oportunidades. Millones no pueden terminar bachillerato. Los que van a la universidad se encuentran sin perspectivas, no consiguen empleo. Muchos deciden emigrar contra su voluntad. Se sienten excluidos de su propio país, de sus querencias, de lo que efectivamente les pertenece. Se sienten decepcionados y traicionados. Como si les hubieran quitado algo muy preciado.

Para esos jóvenes la peor afrenta es agredirlos y encarcelarlos. Lo que quieren es ser escuchados, que el poder “omnipotente” se ocupe realmente de ellos. Esa no es la política que se sigue. Todo lo contrario, el gobierno ha decidido enfrentarlos, quizás con la torpe idea de que hay que cortar la protesta con el amedrentamiento. Lo sucedido en los últimos días en muchos sitios del país, indica que el gobierno requiere mucha inteligencia, sentido común, capacidad real de entenderse. Si lo detallamos, son atributos relativamente sencillos que también escasean a lo largo y ancho de las oficinas del gobierno. Bastó que salieran estudiantes a la calle para que las caretas empezaran a caer.

Politemas, Tal Cual, 12 de febrero de 2014

Diálogo de dos caras

Luego de quince años de gobierno sectario, autosuficiente y prepotente, es bastante llamativo que el ministro encargado de la protección de la vida de los venezolanos, haya convocado reuniones con gobernadores y alcaldes para impedir que sigan ocurriendo las 25.000 muertes por violencia que tenemos cada año. Se debe reconocer la iniciativa del ministro, así como su interés en que el trabajo de las instancias involucradas tenga éxito.

Es evidente que un problema como la inseguridad requiere que toda la sociedad se incorpore. Pero especialmente el gobierno nacional, el cual tiene la potestad y los recursos que permiten convocar al resto de los poderes y niveles de gobierno para enfrentar el primer problema que angustia a todos los ciudadanos. De manera que la disposición a buscar caminos y establecer pautas para la labor de cada instancia responsable, debe ser reconocida. Es también muy claro que todos los funcionarios que cumplen funciones de resguardo de los ciudadanos, como son los gobernadores y alcaldes, están en la obligación de atender la convocatoria del gobierno nacional. Para preservar los derechos de los ciudadanos, estos funcionarios debe prestar todo su concurso, y colocar todos los recursos a su alcance para que se logren los objetivos. Es una responsabilidad que deben asumir.

Lo lamentable, por supuesto, es que los venezolanos no hayan tenido en quince años esta posibilidad. Es decir, la más básica norma de un Estado democrático es que todos los responsables trabajen mancomunadamente. La arrogancia del poder impidió esta modalidad de trabajo conjunto. Como consecuencia, las calles se convirtieron en sitios de indefensión para los ciudadanos. La ausencia de diálogo dejó que creciera la violencia hasta las proporciones escandalosas de los últimos años. Es por ello que el diálogo y el trabajo conjunto será efectivo solo cuando tenga impacto en la reducción del delito, de manera sistemática y en proporciones significativas. Ese debe ser el norte de la gestión pública en esta materia. 

También llama la atención que este esfuerzo sea tan localizado. Que se circunscriba solamente a este problema público. Porque también en muchas áreas se requiere que se pueda trabajar en conjunto, es decir, los diferentes niveles de gobierno, los trabajadores, los empresarios y emprendedores, las universidades, los medios de comunicación, entre otros actores. Los problemas de la producción nacional, así como sus efectos en la escasez, y todas las restricciones a una economía que funcione, ameritan también procesos de diálogo. En los cuales se oiga con detalles las penurias que pasan todos los productores en una economía altamente controlada. Y se podría extender a otros problemas, tales como la educación, la salud, las universidades, solo por decir algunos. El diálogo no puede ser parcial y acomodaticio. No puede tener dos caras.

Politemas, Tal Cual, 5 de febrero de 2014

Cuando no se puede explicar

En el día de hoy se debe presentar el mensaje presidencial anual ante la Asamblea Nacional. Según la Constitución (art. 237), en el mensaje se debe dar cuenta de los aspectos políticos, económicos, sociales y administrativos de la gestión en el año inmediatamente anterior. Más claro no canta un gallo. Se dice “dará cuenta”. Es decir, en el mensaje presidencial se debe decir lo que se quiso hacer y lo que efectivamente se hizo. Y si eso que se hizo fue adecuado, muy bien. Y si lo que se hizo no fue adecuado, entonces se deben explicar las razones. No se trata de ofrecer nuevas cosas, ni de anunciar medidas. Eso se hace en otros momentos. Pero no en el mensaje anual. Al menos eso es lo que está escrito en la Constitución.

De acuerdo con lo anterior, el mensaje presidencial debería contener, entre otras, explicaciones sobre el auge de la violencia en el país. Sobre las razones por las cuales ocurrieron el año pasado 25.000 muertes por violencia. Explicar lo que se hizo y lo que se dejó de hacer. Y en este último caso, explicar el fracaso en contener la espiral de violencia. Recordemos que entre 1998 y 2013 se ha multiplicado por seis el número de muertes por esa causa. Más de 200.000 asesinatos. 

También se debería explicar en el mensaje presidencial las razones por las cuales Venezuela tiene la inflación más alta del mundo. Y la más alta de América desde 2007. Y también explicar que los precios de los alimentos hayan aumentado más de 80%. El país se merece una explicación. Y sobre todo las razones que tiene el gobierno cuando había pronosticado cifras mucho menores. Y especialmente, debe explicar el gobierno cómo es que nuestros empresarios prefieren no vender, esto es, no tener inventarios para poder recibir ingresos. Es decir, cómo es que los empresarios venezolanos prefieren perder porque con eso “ganan” una supuesta “guerra económica”. 

Acto seguido, el mensaje presidencial debería tener las explicaciones para las innumerables colas que padecen millones de venezolanos a lo largo y ancho del país. Colas para los bienes básicos, muchos de ellos de la dieta diaria. Y también tener alguna explicación del hecho de que el índice de escasez no hace otra cosa que aumentar.

Todas esas explicaciones, entre otras, deberían estar. Pero no hay que hacerse muchas ilusiones. No habrá explicaciones, ni aclaratorias. Tampoco habrá argumentaciones para indicar que el rumbo seguido por este largo gobierno no tiene ningún parecido a la ruta que todos los países del mundo, con las pocas excepciones del caso, transitan para alcanzar mayores niveles de desarrollo. No habrá nada de eso. Solo se harán anuncios de políticas equivocadas, contrarias al bienestar de los venezolanos. Es un gobierno sin explicaciones y buenas ideas. El gobierno pondrá hoy un nivel más alto a su incompetencia y atraso. Así de simple.

Politemas, Tal Cual, 15 de enero de 2014

Los retos de 2014

El país se dispone a entrar en 2014. Mucho ha pasado en este año que se despide. Un apretado resumen debe incluir la incertidumbre generada por la enfermedad presidencial, pasando por la intervención del gobierno para alterar lo establecido respecto al manejo de la faltas presidenciales, hasta la muerte del presidente y las sucesivas elecciones de abril. En la segunda mitad del año que termina, el protagonista fue la crisis social y económica con sus expresiones extraordinarias en inseguridad, inflación y escasez. Las elecciones municipales del 8 de diciembre expresaron nuevamente la diferencias en el enfoque de los problemas del país.

Todo indica que 2014 será un año complicado. Los efectos de políticas públicas, especialmente las económicas, implementadas en los últimos quince años, son notables. La escasez que se ha apoderado de las casas de los venezolanos, así como el incremento de los precios, indican que la lesión del aparato productivo es de cuidado. Hemos perdido capacidades para producir incluso los bienes de consumo básico. Nuestras posibilidades de crear valor de manera sostenible están ciertamente comprometidas.

Las consecuencias de lo anterior para generar los recursos para la provisión de servicios también son relevantes. Desde la inseguridad, hasta la falta de servicios de electricidad y agua, pasando por las fallas en la educación y la salud, es obvio que el acceso a mejores condiciones de vida está vedado para la gran mayoría de los venezolanos. Una economía que no funciona adecuadamente para generar recursos no puede solucionar otros problemas.

En todo este panorama, el actual gobierno ha optado por la confrontación y la imposición de su visión. Las condiciones para el diálogo no suelen ser democráticas. La disposición a resolver diferencias y encontrar caminos de coincidencias no puede basarse en la amenaza o la provocación. Todo lo contrario, el diálogo es un medio para expresar el respeto y la consideración por lo que el otro representa.

El gobierno podría dar una muestra tangible de que quiere construir opciones de intercambio y concertación. Al menos en dos o tres aspectos que afecten la vida de los venezolanos. Tales puntos están en la agenda pública, y pasan por los derechos humanos, las soluciones al clima de inseguridad que vive el país, y un acuerdo por promover la producción y poner orden en la economía. En cada una de esas áreas es posible encontrar caminos comunes, que pudieran ser desarrollados en todos los niveles territoriales, especialmente ahora que tenemos nuevos gobiernos en muchos de ellos. 

Ojalá que en el año que se inicia en pocos días podamos encontrar espacios para las coincidencias. Es un reclamo de todos los venezolanos. Hacemos votos para que todos los que tienen responsabilidad para cumplir esa exigencia encuentren las opciones. El país se merece un feliz año 2014.

Politemas, Tal Cual, 18 de diciembre de 2013

Lecciones del 8D

Nuevamente millones de venezolanos fuimos a los centros electorales a expresar nuestra opinión. Es un hecho que hay que resaltar siempre. Es la práctica que nos permite indicar nuestras preferencias y posiciones políticas. Que se realice con regularidad, no significa que no deba ser resaltado. 

También es notorio que muchos millones no fueron a votar. A pesar de que la elección era sin duda importante, no solo por la selección de los gobiernos municipales, sino por la repercusión nacional, para millones de compatriotas no fue lo suficientemente motivante para acercarse a los centros electorales. Es obvio que la diferencia de 20% en la abstención, si comparamos con la reciente elección presidencial, tiene muchas causas. Desde el desencanto por los resultados previos hasta el poco interés despertado por los candidatos y los temas electorales. Con lo cual es evidente que es un tema que debe ser analizado en profundidad, especialmente en la perspectiva que se abre para los próximos años.

Las elecciones municipales se realizaron es un contexto muy asimétrico. Es bastante claro que el rol del CNE en la contienda dista mucho de ser una posición imparcial, respetuosa de las disposiciones en materia electoral. Es lamentable que muchas de las decisiones del Poder Electoral hayan sido oportunidades para expresar una alineación con las posiciones gubernamentales, y no para cumplir con los deberes que están señalados en la Constitución y las leyes. 

No solamente hay asimetría en el seguimiento de las reglas. También es muy notorio que el gobierno cada día copa más la esfera comunicacional. No hay área de los medios, TV, prensa, radio, internet, en la cual no se note la intención del gobierno para dominar todas las opciones de comunicación. Para los sectores que no son favorables al gobierno, como contrapartida, cada día hay menos espacios para expresar sus posiciones. Es muy posible que el ciudadano, en general, tienda a percibir las ideas desde una sola perspectiva. Con lo cual llegamos a una situación de mucho riesgo para la diversidad que debe caracterizar una democracia plural.

En el contexto anterior, los resultados tienen su lógica. La combinación de Petro-Estado con desequilibrio de poderes y control de los medios, es directa. Existe un sector político, el representado por el gobierno, que tiene la mayor votación. Pero no tiene la mayoría. Los sectores agrupados en la Unidad demostraron su crecimiento. Muchas de las grandes ciudades del país cuentan hoy con gobierno locales alternativos.

También las elecciones del domingo expresan que se puede ganar, pero lo importante es la gestión. En el caso de la Unidad, 29 alcaldías que estaban en su poder pasaron al oficialismo. Los electores no estuvieron satisfechos con esas gestiones. Todo lo cual indica que eso de gobernar es siempre más complicado que ganar una elección.

Politemas, Tal Cual, 11 de diciembre de 2013

Votar por una nueva etapa

El próximo domingo comenzará una nueva etapa en el país. La percepción generalizada es que la situación general es mala, que las dificultades aumentan, especialmente en lo que respecta al aumento de los precios y la escasez de artículos de consumo masivo. Para la mayoría del país el rumbo que tiene el actual gobierno no es conveniente para los venezolanos. 

De manera que votar en estas circunstancias es mucho más relevante. Que esta mayoría se exprese de manera contundente constituirá un extraordinario mensaje político. De allí que a pesar de que tendremos unas elecciones municipales, es muy visible que los resultados globales constituyen la evaluación de la gestión del actual gobierno. 

Si el próximo domingo la mayoría de los venezolanos sufraga por los candidatos de la Unidad, estarán expresando su insatisfacción, y al mismo tiempo otorgando un voto de confianza a la alternativa. El gobierno debería tomar en cuenta este mensaje. Todas sus políticas se han fundamentado en la premisa de que cuentan con la mayoría de los venezolanos para respaldarlas. La situación ha cambiado radicalmente. El gobierno está llamado a interpretar este resultado, pero más importante, está obligado a rectificar. Las políticas que impulsa ya no despiertan la emoción de tiempos pasados. Los problemas estructurales de sus políticas han aflorado. No tendremos desarrollo estable y solidario mientras exista el empeño en promover el estatismo y la exclusión. 

También las elecciones del 8D constituirán una nueva etapa para el Estado Federal. Desde 1999 hasta la fecha, contraviniendo lo establecido en la Constitución, el gobierno nacional ha intentado aniquilar la experiencia de los estados y municipios. Tanto con el recorte de recursos como con la anulación de las competencias que le corresponden por la Constitución y las leyes. Los resultados no se han hecho esperar. Para muchos estados y municipios la dependencia del gobierno nacional ha aumentado. Sin embargo, estos retrocesos no han podido eliminar la importancia que reviste la visión federal, especialmente en los municipios. Este domingo en muchos de ellos se impondrán por los votos opciones de Alcaldes y Concejales que han madurado la importancia de la construcción del Estado Federal. Y, además, este domingo saldrán electos nuevos liderazgos que han surgido de la experiencia unitaria que se ha constituido desde 2009. 

Estas elecciones, en consecuencia, se dan en un escenario de posibilidades. Por un lado la derrota del gobierno debería significar un espaldarazo a las tendencias democráticas del país. Por la otra será el escenario en el que aparecerán los liderazgos políticos de las próximas etapas del país. Votar se convierte entonces en una gran palanca. Cada uno de los electores tiene la posibilidad de impulsar esta nueva etapa. Ir a votar es un gran paso.

Politemas, Tal Cual, 4 de diciembre de 2013

Con pies de barro

En 1999 el gasto del gobierno venezolano representaba el 25% de toda la economía. En 2012 el gasto del gobierno representó 40%. Esto significa que el gobierno no solo ha aumentado su presencia, en términos de las empresas que ha nacionalizado, sino que los recursos que asigna han alcanzado una de las mayores proporciones en la Región. En estos quince años las dimensiones del Estado venezolano no han hecho sino crecer. 

Que el tamaño del Estado haya aumentado no ha traído más bienestar a los venezolanos. Todo lo contrario. Hoy tenemos una de las economías más distorsionadas del mundo. La inflación es la más alta de América desde 2007, y es muy probable que este año se alcance la tasa de inflación más alta de los países de la OPEP, y con toda seguridad figuraremos entre las más altas tasas de inflación de todo el planeta. Por otra parte, la tasa de crecimiento económico ha sido más bien mediocre en estos quince años. Y si a eso le sumamos que producimos menos manufacturas no queda duda del bajo desempeño de la economía. Todo lo cual trae deterioros significativos en la vida concreta de los venezolanos.

También este Estado inmenso ha asignado grandes cantidades de recursos que no han tenido contrapartida en resultados en las distintas áreas de la gestión de servicios públicos. Sirva para ilustrar el aumento de la violencia y la criminalidad, sin que se puede constatar que la asignación de recursos ha tenido impacto en la organización de las policías, en la prevención del delito, en la mejora del sistema penitenciario. Nada de eso.

Tampoco se ha destacado la gestión por la mejora en las condiciones de salud. Tenemos los peores indicadores de la región en la atención de los problemas de salud materno-infantiles, o de las enfermedades crónicas, solo por mencionar unas pocas áreas. Si a ellos agregamos que la reforma del sistema de pensiones tiene 12 años de mora, y que los programas de atención social no son considerados como de real protección social, quedan más claras las carencias de la acción pública. Y si se examina la situación educativa, especialmente por las restricciones en la calidad de las escuelas públicas, quedan muy evidentes las grandes limitaciones para incorporar a la gran mayoría de la población a los beneficios de una sociedad productiva. 

Todo lo anterior demuestra, aunque los casos se pueden multiplicar, que la efectividad del Estado no tiene que ver necesariamente con la cantidad de recursos que maneja. Muchas veces las fallas del Estado lo que hacen es conspirar contra la calidad de los servicios que debe prestar. En esa empedernida creencia de que un Estado grande es sinónimo de éxito hay que colocar gran parte de la explicación de las penurias actuales de los venezolanos. Tenemos un Estado grande, hipertrofiado, incompetente. Es un Estado con pies de barro.

Politemas, Tal Cual, 27 de noviembre de 2013

Espejismo

El gobierno parece estar contemplando un oasis muy grande en medio de una travesía ya larga. Quizás el cansancio de la marcha, y especialmente no haber pegado una, le han descompuesto más el entendimiento. El nerviosismo por la situación económica y la temida derrota que pueden obtener en pocas semanas, han actuado como factores desencadenantes.

Los funcionarios del gobierno sacaron la cuenta de que una campaña comunicacional, anunciando rebajas de precios y con llamadas a compras de electrodomésticos, era suficiente para desplazar el sentimiento de desencanto con la gestión gubernamental. Supone el gobierno que las personas desean que el gobierno intervenga activamente en la fijación de precios. Especialmente en productos de relativo alto costo, pero también responsables de una fracción pequeña del efecto inflacionario. Piensan los funcionarios que si se “controla” la especulación, eso contribuye a revertir la tendencia del descenso de la popularidad del gobierno.

Es muy posible que para fundamentar esta “jugada genial” el gobierno piense que la ciudadanía está esperando ansiosamente la intervención del gobierno en la determinación de los precios. Desde una perspectiva eso podría ser una alternativa. Para los venezolanos existe una tendencia de opinión pública que indica que se concibe al Estado como el que soluciona todos o la mayoría de los problemas. La proporción de la población que pensaba eso en 2010 era el 82%. Eso es verdad, y la actual gestión no ha hecho otra cosa que reforzar esa percepción.

Pero eso es una cosa, y otra es asumir que el mero control de los precios, puede significar que la mayoría de los venezolanos abandonen las creencias en una sociedad abierta y libre, y en particular en la libre iniciativa de personas y empresas. Las personas no pueden rechazar, al menos de primera expresión, que algunos productos que no podían comprar, ahora los consigan a mucho menor precio. Pero de allí a concluir que se acepta la definición artificial de precios, las expropiaciones compulsivas de empresas, las distorsiones cambiarias y fiscales, es un trecho bastante largo.

Es posible que estemos en presencia de una percepción en dos fases. En una primera se aprovecha la coyuntura. Se compra con la utilización de los recursos propios, o aquellos que se piden prestado. La duración de esta fase, por supuesto, depende de la cantidad de inventarios. La segunda fase en la del realismo. Ya desaparecieron los inventarios y muy pocos están dispuestos a arriesgarse a vender productos sometidos a los antojos de unos funcionarios que quieren escribir una nueva forma de organizar la economía. Esa es la fase de las mayores restricciones para conseguir productos. Tal parece, por las condiciones previas, que esta nueva fase no tardará en llegar. El gobierno se fabricó un espejismo. De él solo saldrá cuando se imponga la realidad.

Politemas, Tal Cual, 20 de noviembre de 2013

En la cola de los Petroestados

De tanto convivir con los efectos de la condición de Petroestado, los venezolanos hemos aprendido algunas de sus lógicas. Sabemos que el valor de la moneda se tiende a apreciar, luego nos hacemos menos competitivos. Eso significa que se hace muy costoso exportar, de manera que decrece la actividad económica interna, pero como contamos con excedentes de los ingresos en divisas proveniente del petróleo, entonces procedemos a aumentar las importaciones. Y esas importaciones tienen un menor costo relativo y por lo tanto aumenta la demanda y aparecen las tensiones inflacionarias. Y luego el gasto del gobierno presiona para que se produzca una devaluación. Y así vamos, de ciclo en ciclo.

Este comportamiento está por supuesto asociado con el rol del petróleo en la economía. Aumentado en los últimos quince años. Y es tanta la práctica de estos mecanismos que la inflación se llega a percibir como algo normal, imposible de reducir. Es así que la tasa de inflación promedio anual ha sido 22% entre 1999-2012. Desde una perspectiva se podría suponer que esta sería la situación en todos los Petroestados. Resulta que no.

Con la excepción de Angola, en todos los demás países de la OPEP la inflación promedio en el período señalado fue menor que en Venezuela. Arabia Saudita y Libia tuvieron tasas de inflación promedio menores a 2%. Otros países como Kuwait, Qatar, Emiratos Arabes Unidos, Argelia, tuvieron tasas de inflación promedio menores a 5%. En Angola se experimentó hiperinflación entre 1992 y 2002, debida en gran parte a la guerra civil. Sin embargo, desde 2006 la tasa de inflación de Angola ha sido siempre menor a 20%.

En este año 2013, cuando los pronósticos indican que Venezuela superará el 50% de inflación, todos los demás países de la OPEP cerrarán con tasas de inflación de un solo dígito (con la excepción de Irán que tendrá cerca de 40%). De manera que eso de Petroestado con inflación solo aplica a un país sometido a un bloqueo económico como es Irán, y a Venezuela con una de las peores gestiones económicas que se recuerde.

La inflación es destructiva. Va generando pérdida de la moneda y de la capacidad adquisitiva. El deterioro del salario es mucho mayor que los mecanismos para compensarlo. Y en el caso de los sectores de menos recursos, el acceso a los bienes de consumo básico como los alimentos ocupa una porción mucho mayor de los salarios. Esta ha sido la situación en el país en los últimos quince años. La incompetencia en la gestión económica ha traído como consecuencia este decepcionante desempeño. Peor aún, las alternativas de política que propone la actual administración no harán otra cosa que complicar el panorama para las familias. Urge que los responsables de la política económica examinen las consecuencias de sus inadecuadas decisiones.

Politemas, Tal Cual, 13 de noviembre de 2013