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viernes, 11 de diciembre de 2015

El peor ciego

El actual gobierno se las ha ingeniado para hacer propaganda con sus supuestos éxitos en la reducción de la pobreza. Ya la CEPAL les ha dicho claramente que están sacando mal las cuentas. Que el método para calcular la pobreza extrema no es el adecuado, ha enfatizado la CEPAL. Pero el gobierno se hace de la vista gorda. Como si el asunto no fuera con ellos.

Al final de cuentas, no es tanto quién está haciendo mejores mediciones (lo cual es importante, por supuesto). Lo central es si efectivamente se está atendiendo a la población afectada con las mejores políticas. No parece ser así. Desde 2007 ha aumentado la pobreza extrema en el país. Para 2011 la CEPAL estimó que el 11,7% de la población está en situación de pobreza extrema. Eso significa alrededor de 3 millones de personas. Si agregamos a esto que en 2012 tuvimos una tasa de inflación de 20% y que en este año ya llevamos 25%, y que la inflación en alimentos ronda el 50%, no hay que ser muy perspicaz para saber que los hogares de menores ingresos la están pasando mal. Y si cerramos sin crecimiento en 2013 la pasarán peor.

Un gobierno así, que cuenta mal, que no tiene consideración por las condiciones concretas de la gente, que fue el único de la Región que no tuvo una política de protección social en 2009 con ocasión de la última recesión, no puede ser sino un fracaso. No tendría que ser así. Las evidencias de las cosas que funcionan en América Latina están a la vista. 

Se necesita tener un marco de políticas que permita el crecimiento económico. Crecer todos los años, de manera sostenida. Luego hay que controlar la inflación. Esto es, tasas de inflación de un dígito. La más baja que se pueda. No experimentar, como es nuestro caso, el deterioro de los ingresos reales por la inflación. Mientras la tasa de inflación promedio de la Región fue 6,9% en 2011, la nuestra superó el 20%. Este año será mucho más. 

Es por eso que los países que han tenido reducciones sostenibles de la pobreza en la Región tienen crecimiento, baja inflación y, en consecuencia, experimentan los efectos positivos del ingreso proveniente del trabajo. En esos países hay atención especial a las familias pobres de las zonas rurales y de los menores de 17 años. Y de manera prioritaria se ejecutan programas para aumentar la cobertura de la educación primaria y favorecer la productividad de las mujeres jefes de hogar.

No hay que inventar mucho. Solo hay que seguir las pautas que se imponen en muchos países de la Región. Habría que tener más sentido autocrítico y preguntarse si no vale la pena explorar otros caminos. Las condiciones de las familias venezolanas, especialmente las de menores ingresos, se beneficiarían de una visión más amplia en las altas esferas del gobierno. Pero ya sabemos, lamentablemente el peor ciego es el que no quiere ver. El que es tan incompetente que no puede aprender.

Politemas, Tal Cual, 21 de agosto de 2013

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