Dentro de pocas semanas se cumplirán 50 años del golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional de Salvador Allende. El 11 de septiembre de 1973 el palacio presidencial fue atacado por los golpistas, y a las pocas horas se difundió la noticia de la muerte del presidente Allende. Los acontecimientos de ese día, y la represión que se desató en las semanas siguientes, marcaron toda una generación de latinoamericanos (entre los cuales me incluyo). La narración de esos eventos por la radio de la época es de esas vivencias que no se olvidan. Como consecuencia de ese golpe de Estado, la democracia colapsó en Chile, uno de los países con mayor institucionalidad de la región. La dictadura que se impuso se prolongó por 17 largos años.
La vuelta a la democracia en Chile fue un proceso labrado con mucha sabiduría. Adversarios políticos dejaron de lado diferencias para proponer un mejor horizonte para el país. Esa fue la esencia de la Concertación de Partidos por la Democracia, alianza política que gobernó Chile por veinte años. El primer presidente de la Concertación fue Patricio Aylwin, reconocido hoy en día como uno de los más importantes estadistas de América Latina.
Ya en funciones de gobierno, el presidente Aylwin debió enfrentar significativos retos para reestablecer el marco democrático, e impulsar políticas para mejorar el bienestar de los chilenos. Cuentan algunos de sus ministros que en ocasiones el presidente Aylwin descartaba las sugerencias de que él no participara directamente en las respuestas desfavorables que se debían dar a muchas de las demandas que presentaban gremios, sindicatos, empresas. Algunos le sugerían que debía cuidar su “capital político”. Invariablemente, el presidente Aylwin contestaba que el capital político era para usarlo. Y basado en esa premisa, asumía directamente las explicaciones que se sentía obligado a dar.
El “capital político” podría definirse como el cúmulo de prestigio, experiencia, reconocimiento, credibilidad, que un líder político desarrolla a lo largo de su vida. Ese capital crece en la medida que la colectividad reconoce la consistencia y la seriedad de ese líder político. Tal como decía el presidente Aylwin, el capital político debe ser utilizado. Porque es lo que puede permitir alcanzar nuevos objetivos para el interés general de los países. Las circunstancias en las cuales se debe utilizar el capital político varían en función de las líneas que se quieran desarrollar.
La utilización del capital político, especialmente en estos tiempos, puede tener al menos cuatro modalidades. La primera forma de utilizar el capital político es promover acuerdos para la gobernabilidad. En cierta visión se espera que el líder político cuente solamente con sus seguidores, que gobierne pensando exclusivamente en aquellos que lo apoyan. Ampliar los acuerdos políticos, tal como hizo el presidente Aylwin, requiere anteponer una visión de conjunto, que los líderes deben detallar sistemáticamente.
También se puede utilizar el capital político para decidir con audacia y rapidez. En muchas situaciones las respuestas de los gobernantes tienen costos que se deben asumir y que no pueden ser postergados. Por ejemplo, las medidas del programa contra la hiperinflación en Bolivia en los primeros meses del gobierno de Paz Estenssoro en 1985, la respuesta del presidente Kennedy a la instalación de misiles soviéticos en Cuba, fueron ocasiones en los cuales los líderes deben acudir a su capital político para enfrentar circunstancias difíciles y complejas.
Una tercera modalidad es utilizar el capital político para explicar lo que no se debe realizar porque afecta el interés general. Este es el caso, muchas veces experimentado por el presidente Aylwin, en el cual hay que decir que no existen los recursos para determinados gastos, o que se deben diferir gastos hasta que existan mejores condiciones fiscales. Los líderes políticos deben acudir, con los números de los presupuestos públicos, para explicarle a los ciudadanos lo que es viable financieramente hablando, y lo que no. Debe ser explicado con detalle y con el reconocimiento de que las demandas se pueden satisfacer en el marco de acuerdos sociales basados en la correspondiente viabilidad fiscal. La oposición del presidente Macrón a las demandas para no aumentar la edad del beneficio pensional en Francia entra en este grupo. Es obvio que el presidente Macrón tuvo que utilizar parte de su capital político para garantizar una mayor sostenibilidad de las pensiones en el mediano plazo.
La cuarta modalidad es liderar ante los críticos desafíos que pueden confrontar los países. En este caso se trata de ofrecer respuestas ante escenarios novedosos, complicados, que constituyen exigencias notables para los países. En este grupo se puede incluir el desafío de Churchill para enfrentar al nazismo y el fascismo en la II Guerra Mundial, la modernización de China impulsada por Deng Xiao Ping, y la reconstrucción de Alemania liderada por Adenauer. En todos estos casos, no era fácil garantizar el éxito, pero solo con la inversión del capital político era posible emprender esas nuevas estrategias.
Los éxitos del gobierno liderado por el presidente Aylwin a principios de los noventa en Chile demuestran que la utilización oportuna, responsable, inteligente, del capital político termina aumentándolo. Que el presidente Aylwin goce del consenso nacional e internacional sobre su estatura como gran estadista es una demostración del valor del capital político. Lección permanente para los líderes políticos de la región.
Politemas, Tal Cual, 12 de julio de 2023
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