Si algo debemos lamentar los venezolanos en la realización de las elecciones, es el marcado desequilibrio en las conductas del CNE. Las consecuencias de las asimetrías de la representación en la Asamblea Nacional, producto del retiro de la oposición en las elecciones legislativas de 2005, se trasladaron a la composición de su directiva. Más que la selección de los mejores para desempeñarse como árbitros, se terminó decidiendo por criterios parcializados y opacos. Los efectos han sido notorios. Las diferencias en el tratamiento de los actores políticos participantes son más que evidentes. Todo ello empaña la relación de los electores con la institución encargada de velar por la pulcritud e imparcialidad del acto de votaciones.
Todo el clima anterior favorece la aparición de distorsiones en el ejercicio del voto. Una de las más llamativas es la cantidad de mesas en las cuales se presentan votaciones poco esperadas, aun en condiciones de alta polarización. Esto es, mesas en las cuales no aparecía ningún voto opositor.
En el año 2010 se constató que cerca de 20% de las mesas estaban en riesgo de que se presentaran estas “anormalidades”. La ausencia de testigos era el factor más influyente en esa situación. De hecho, en las últimas elecciones legislativas, poco más de dos años atrás, el 30% de las mesas no tenía testigos electorales por parte de la Unidad Democrática.
Esta fue la razón preponderante para que en la elección del pasado 7 de octubre se preparara un amplio operativo que garantizara que en todas las mesas estuvieran testigos de la Unidad Democrática. Se le llamó Defensa del Voto y significó un extraordinario esfuerzo organizativo, en condiciones de amplias restricciones de recursos.
Como resultado de esta decisión, la Unidad Democrática logró colocar testigos en el 99% de las mesas en el momento de su instalación. De acuerdo con evaluaciones realizadas por instancias independientes, como el Observatorio Electoral Venezolano, se contó con testigos en el 100% de las mesas para el momento del escrutinio. Y esa es la razón por la cual se logró obtener las actas de escrutinio que involucraron al 95% de los electores. Nunca antes se había tenido este desempeño. No se comprobó ninguna irregularidad o inconsistencia en la verificación de las actas.
La Unidad Democrática ofreció a los venezolanos que haría su mejor esfuerzo para defender su voto. Los resultados están a la vistas. Todo ello fue posible por la participación de grupos políticos, pero especialmente de los ciudadanos organizados. Se demostró que se podía realizar. Queda ahora mantener este esfuerzo en las próximas elecciones y promover que se cuente con una estructura permanente encargada de esta función. El resguardo del voto de cada venezolano es una tarea que nos compromete a todos.
Todo el clima anterior favorece la aparición de distorsiones en el ejercicio del voto. Una de las más llamativas es la cantidad de mesas en las cuales se presentan votaciones poco esperadas, aun en condiciones de alta polarización. Esto es, mesas en las cuales no aparecía ningún voto opositor.
En el año 2010 se constató que cerca de 20% de las mesas estaban en riesgo de que se presentaran estas “anormalidades”. La ausencia de testigos era el factor más influyente en esa situación. De hecho, en las últimas elecciones legislativas, poco más de dos años atrás, el 30% de las mesas no tenía testigos electorales por parte de la Unidad Democrática.
Esta fue la razón preponderante para que en la elección del pasado 7 de octubre se preparara un amplio operativo que garantizara que en todas las mesas estuvieran testigos de la Unidad Democrática. Se le llamó Defensa del Voto y significó un extraordinario esfuerzo organizativo, en condiciones de amplias restricciones de recursos.
Como resultado de esta decisión, la Unidad Democrática logró colocar testigos en el 99% de las mesas en el momento de su instalación. De acuerdo con evaluaciones realizadas por instancias independientes, como el Observatorio Electoral Venezolano, se contó con testigos en el 100% de las mesas para el momento del escrutinio. Y esa es la razón por la cual se logró obtener las actas de escrutinio que involucraron al 95% de los electores. Nunca antes se había tenido este desempeño. No se comprobó ninguna irregularidad o inconsistencia en la verificación de las actas.
La Unidad Democrática ofreció a los venezolanos que haría su mejor esfuerzo para defender su voto. Los resultados están a la vistas. Todo ello fue posible por la participación de grupos políticos, pero especialmente de los ciudadanos organizados. Se demostró que se podía realizar. Queda ahora mantener este esfuerzo en las próximas elecciones y promover que se cuente con una estructura permanente encargada de esta función. El resguardo del voto de cada venezolano es una tarea que nos compromete a todos.
Politemas, Tal Cual, 7 de noviembre de 2012
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