De tanto convivir con los efectos de la condición de Petroestado, los venezolanos hemos aprendido algunas de sus lógicas. Sabemos que el valor de la moneda se tiende a apreciar, luego nos hacemos menos competitivos. Eso significa que se hace muy costoso exportar, de manera que decrece la actividad económica interna, pero como contamos con excedentes de los ingresos en divisas proveniente del petróleo, entonces procedemos a aumentar las importaciones. Y esas importaciones tienen un menor costo relativo y por lo tanto aumenta la demanda y aparecen las tensiones inflacionarias. Y luego el gasto del gobierno presiona para que se produzca una devaluación. Y así vamos, de ciclo en ciclo.
Este comportamiento está por supuesto asociado con el rol del petróleo en la economía. Aumentado en los últimos quince años. Y es tanta la práctica de estos mecanismos que la inflación se llega a percibir como algo normal, imposible de reducir. Es así que la tasa de inflación promedio anual ha sido 22% entre 1999-2012. Desde una perspectiva se podría suponer que esta sería la situación en todos los Petroestados. Resulta que no.
Con la excepción de Angola, en todos los demás países de la OPEP la inflación promedio en el período señalado fue menor que en Venezuela. Arabia Saudita y Libia tuvieron tasas de inflación promedio menores a 2%. Otros países como Kuwait, Qatar, Emiratos Arabes Unidos, Argelia, tuvieron tasas de inflación promedio menores a 5%. En Angola se experimentó hiperinflación entre 1992 y 2002, debida en gran parte a la guerra civil. Sin embargo, desde 2006 la tasa de inflación de Angola ha sido siempre menor a 20%.
En este año 2013, cuando los pronósticos indican que Venezuela superará el 50% de inflación, todos los demás países de la OPEP cerrarán con tasas de inflación de un solo dígito (con la excepción de Irán que tendrá cerca de 40%). De manera que eso de Petroestado con inflación solo aplica a un país sometido a un bloqueo económico como es Irán, y a Venezuela con una de las peores gestiones económicas que se recuerde.
La inflación es destructiva. Va generando pérdida de la moneda y de la capacidad adquisitiva. El deterioro del salario es mucho mayor que los mecanismos para compensarlo. Y en el caso de los sectores de menos recursos, el acceso a los bienes de consumo básico como los alimentos ocupa una porción mucho mayor de los salarios. Esta ha sido la situación en el país en los últimos quince años. La incompetencia en la gestión económica ha traído como consecuencia este decepcionante desempeño. Peor aún, las alternativas de política que propone la actual administración no harán otra cosa que complicar el panorama para las familias. Urge que los responsables de la política económica examinen las consecuencias de sus inadecuadas decisiones.
Politemas, Tal Cual, 13 de noviembre de 2013
Politemas, Tal Cual, 13 de noviembre de 2013
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