lunes, 20 de noviembre de 2017

Las dimensiones del hambre

La situación social se complica cada día. La ausencia de políticas públicas que reviertan el drama de empobrecimiento que confronta el país es el signo más crítico de los tiempos que vivimos. Es conveniente insistir en la estimación de las dimensiones que tiene situación más perentoria que afecta a las familias de millones de venezolanos, esto es, la dificultad de contar con los alimentos para las necesidades diarias.

Los resultados de la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) del año 2016, realizada por investigadores de la UCV, UCAB y USB, ya indicaba que el 51% de los hogares no tenían el ingreso necesario para adquirir los alimentos de cada día. Es decir, se encontraban en pobreza extrema. Además, también se registró que el 93% de las personas indicaba que no alcanzaba el ingreso del hogar para conseguir los alimentos acostumbrados. Esto significa que aproximadamente 15 millones de personas están expuestas a todas las afecciones relacionadas con el hecho de no consumir los requerimientos calóricos y proteicos de una dieta normal.

En todo ese gran conjunto de personas, existe un grupo que está particularmente afectado. Se trata de los niños que se encuentran en este momento en gestación y aquellos que tienen menos de tres años de edad. Si asumimos que en el país se registran aproximadamente 500.000 nacimientos cada año, esto nos da un total aproximado de dos millones de niños. Esto es, 500.000 niños que nacerán en 2017 más 1.500.000 niños que tienen ahora menos de tres años. Si consideramos que la mitad de estos niños están viviendo en hogares que no tienen los ingresos para comprar los alimentos requeridos, el estimado de niños que están viviendo en condiciones críticas de alimentación, en las edades señaladas, es al menos 1.000.000. Sin embargo, hay que señalar que el porcentaje de pobreza extrema de 2017 es muy probable que sea mayor al presentado en 2016, con lo cual estamos hablando de un mayor número de niños en riesgo.

Ahora bien, es conveniente detallar las razones por las cuales es tan crítico garantizar la alimentación adecuada para los niños menores de tres años. Este período se ha denominado recientemente los “1000 días”, los cuales abarcan desde la concepción hasta que el niño cumpla los dos años. Actualmente se considera más bien hasta los tres años. Existe una variedad de procesos que se realizan en este período. La mielinización, a través de la cual se recubre las conexiones de las neuronas, se extiende hasta los dos primeros años. La formación de los sistemas de neurotransmisores encargados de mediar las recompensas, el afecto y el humor continúan hasta los primeros tres años. El hipocampo, el cual es la estructura encargada del reconocimiento y la memoria espacial, comienza su desarrollo a las 32 semanas de gestación y se extiende hasta los primeros 18 meses de vida. La formación de la corteza prefrontal, encargada de procesos complejos como la atención y la realización de múltiples tareas, se inicia en los primeros seis meses de vida. 

Si ese millón de niños no está recibiendo ahora los alimentos que los preparen para tener el máximo desarrollo cerebral y neurológico, entonces la capacidad del país (en su conjunto) de interactuar en la sociedad del conocimiento será cada día menor, justamente cuando es la orientación central en los países avanzados. Las dimensiones del hambre también son las dimensiones de nuestra brecha de atraso y empobrecimiento.

Politemas, Tal Cual, 6 de septiembre de 2017

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