El calentamiento global es tema de primer orden en la agenda pública. Además de las reuniones de organismos internacionales, los medios de comunicación y redes sociales destacan insistentemente sobre las perspectivas del planeta en caso de que no tengan éxito las políticas que se deben derivar del Acuerdo de París de 2015. Se espera que los gobiernos estén diseñando las mejores alternativas para que a finales de siglo la temperatura global no supere dos 2 grados centígrados por encima de los niveles pre-industriales. La situación ideal prevista en el Acuerdo de París es que el aumento no sea superior a 1,5 grados centígrados.
Uno de los cambios de gobierno más reciente en América Latina ocurrió el pasado diciembre en Argentina. Explorar la posición del gobierno recién posesionado, puede ser una muestra de cómo los países de la región están concibiendo las políticas para enfrentar el cambio climático. Para el año 2018, según las cifras de la Comisión Europea, Argentina ocupaba el lugar 29 en el mundo con respecto a la producción de emisiones de CO2, representando aproximadamente 0,55% de las emisiones totales del planeta.
En 2016, en la Contribución Nacional elaborada por el gobierno de Argentina, en cumplimiento de las exigencias del Acuerdo de París, se propuso que en 2030 las emisiones de CO2 no deberían superar 483 millones de toneladas. Una nota muy positiva es el hecho de que entre 2015 y 2018, las emisiones de CO2 experimentaron en Argentina una ligera reducción, al pasar de 212 a 210 millones de toneladas (siendo uno de los pocos países de la región que disminuyeron las emisiones). En la Contribución Nacional también se señalan las recomendaciones de políticas que deberían seguirse para cumplir la meta establecida, e incluso tratar de alcanzar una cantidad menor de emisiones en 2030.
Se puede asumir que un tema de esta envergadura, tanto por las implicaciones nacionales e internacionales (especialmente por la cercanía de Argentina con Brasil), sería incluido en los programas de los candidatos a la presidencia, celebradas en 2019. Sin embargo, en la propuesta del candidato que resultó ganador ni siquiera se mencionó las palabras “cambio climático”. Luego, en el discurso de toma de posesión, el actual presidente ratificó el compromiso con el Acuerdo de París, pero no señaló medidas concretas. Hubiera sido muy significativo que el presidente resaltara los avances realizados por Argentina, e indicara al menos las pautas generales que el nuevo gobierno desarrollará con respecto al cambio climático.
Las medidas propuestas por Argentina en 2016, para superar la meta prevista en 2030, suponen ejecutar acciones en tres áreas centrales: (1) obtención de financiamiento internacional para promover las estrategias para la reducción de emisiones, (2) apoyo a la transferencia, innovación y el desarrollo de tecnologías (por ejemplo, para monitorear la cantidad de emisiones), y (3) fortalecimiento de las buenas prácticas para enfrentar el cambio climático en ámbitos relevantes.
El éxito de los países, especialmente de los gobiernos, en la reducción de las emisiones de efecto invernadero no vendrá de manera aleatoria. Supondrá que se siga en detalle las pautas acordadas a través de sucesivos gobiernos. El hecho de que en los programas de gobiernos y en las primeras actuaciones de las administraciones no se indiquen las políticas que se ejecutarán, es un signo preocupante. Esto es de mayor significación cuando se consideran los países de menor desarrollo institucional. Tal parece que las exigencias para que las políticas contra el cambio climático sean adecuadamente diseñadas e implementadas, constituirán un área de gran preocupación para las sociedades de la región. Especialmente por el seguimiento de las acciones que realizarán o no realizarán los gobiernos en un área tan significativa para las condiciones de vida de los ciudadanos de América Latina en las próximas décadas.
Politemas, Tal Cual, 29 de enero de 2020
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