La mitad de los empleos en Venezuela está en sectores de baja productividad. Son cifras de la CEPAL para el año 2013 (últimas disponibles). Eso significa 15% más de empleos de baja productividad que lo observado en 1990. Prácticamente puede señalarse que el empleo en sectores de baja productividad es ya un signo estructural de la economía venezolana.
La creación de empleos productivos requiere la creación de empresas productivas. Esta distinción pareciera ser obvia, pero en el caso de Venezuela no lo es. En primer lugar, porque la visión dominante del actual gobierno ha sido justamente no considerar la productividad como una meta a conseguir. Y en segundo lugar, porque el gobierno lo que ha pretendido es justamente apropiarse de empresas ya existentes. Hasta el punto que el pretendido estímulo a cooperativas u otras modalidades asociativas de producción ha terminado en un absoluto fracaso.
Para tener empleos productivos había que realizar todo lo contrario de lo que ha hecho el gobierno. Esto es, garantizar los incentivos adecuados para que los sectores dispuestos a emprender, sea en nuevas o existentes empresas, pudieran sentirse atraídos, y colocar entonces tanto los recursos financieros como tecnológicos. Más bien, lo que hemos tenido es acoso a las modalidades productivas, represión a la actividad empresarial, controles de todo tipo, y aislamiento del mercado internacional.
En esas condiciones se produce una transformación negativa del mercado laboral. En primer lugar, disminuyen los empleadores en las microempresas, en la nomenclatura de CEPAL. Es decir, las personas que llevan las empresas y que contribuyen a que otros tengan empleos. Entre 1999 y 2013 se ha reducido en un tercio el número de empleadores en microempresas. Y como ha aumentado el número de los asalariados en esas microempresas, significa que hay menos microempresas que ahora tienen más empleados, pero que son probablemente menos productivas.
En segundo lugar, al desaparecer empresas (medianas, por ejemplo), especialmente en áreas de manufacturas, existe menor necesidad de personal calificado. El que existe puede migrar a otros países, y el que se queda tiene menor calificación. Esa puede ser la explicación del aumento de los trabajadores independientes no calificados (casi 6% desde finales 1999), porque no tienen cómo colocarse en empresas. Y al estar independientes tienen menos exigencias para capacitarse. Y si para remate, el gobierno no promueve la formalización de empresas, es más evidente el aumento de los empleos de baja productividad.
La creación de empleo productivo es el mayor reto de las economías de la Región. Con la excepción de Chile, Panamá y Uruguay, todas las demás economías tienen más de 35% de empleos en sectores de baja productividad. Venezuela es quizás la de mayor proporción comparado con sus posibilidades. Es también la que tiene el gobierno menos preocupado por las consecuencias del empleo de baja productividad para el desarrollo sostenible de la sociedad.
Politemas, Tal Cual, 9 de septiembre de 2015
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