Si de verdad Venezuela puede tener un escenario de bienestar y progreso en las próximas décadas, es menester analizar la capacidad para crear valor agregado. Desde hace varias décadas, el grado de progreso en los países se mide por la generación de productos con el mayor valor agregado posible. Si ese es el eje de desarrollo, entonces todas las actividades productivas marcharán en la dirección que permita acompañar ese ritmo. Dado que dichos productos son los más valorados en el mercado, entonces la rentabilidad de esa inversión es mayor.
Si se pudiera seleccionar un indicador que exprese tal énfasis productivo, uno que habría que considerar es la cantidad de dólares per cápita obtenidos por exportaciones de bienes con altas tecnologías. La utilidad de este indicador se fundamenta en varios aspectos. En primer lugar, establece el acento en la exportación, de manera que es el consumidor extranjero el que decide sobre la calidad del producto. En otras palabras, coloca de una vez al país en la dinámica de las exigencias de calidad internacional. En segundo lugar, al considerar las altas tecnologías, se decide por el criterio más riguroso. Esto es, productos altamente intensivos en investigación y desarrollo (industria aeroespacial, informática, farmaceútica, instrumentos científicos, robótica, entre otros), de tal forma que su elaboración conlleva directamente la expansión de las capacidades de creación de conocimientos. Y en tercer lugar, al realizar la comparación por habitante, se puede ajustar el efecto proporcional en cada país. Es decir, no es el tamaño de los países ni de su economía lo que se toma en cuenta, sino la capacidad productiva de cada individuo.
Examinemos ahora, en el contexto de América Latina, la evolución de este indicador. Tomemos como referencia los últimos 30 años. De acuerdo con la información disponible elaborada por CEPAL, en 1985 el país que producía mayor cantidad de dólares per cápita por concepto de exportación de productos de alta tecnología en América Latina era México (23 dólares). El segundo país era Costa Rica (11 dólares). Un poco más atrás se encontraban Brasil (6,30 dólares), Guatemala (6 dólares), Argentina (5,3 dólares). Luego seguía el resto de los países. Venezuela obtenía en ese año 0,59 dólares por habitante por concepto de exportación de altas tecnologías, uno de los más bajos de la Región.
En estos 30 años la tendencia de que el conocimiento es la base fundamental del desarrollo, se ha expandido por América Latina. En México, por ejemplo, en 2015 las exportaciones de alta tecnología tuvieron un valor de 701 dólares por habitante (esto es, 30 veces más con respecto a 1985). En Costa Rica, por su parte, el valor de exportaciones de alta tecnología por habitante alcanzó 613 dólares (un aumento de 55 veces). Otros países aumentaron también de manera significativa. Guatemala aumentó a 20 dólares per cápita, Argentina a 33, Brasil a 45. Estos últimos países, como se puede observar, muy por debajo de México y Costa Rica. Venezuela es el país con el menor valor de exportación de altas tecnología per cápita: 0,67 dólares. El único país por debajo de un dólar por habitante, cuando ya había alcanzado 3,96 dólares en 1990. Mientras esto pasaba en América Latina, Corea del Sur aumentó de 90 dólares a 3.200, y Singapur de 1.700 a 29.000 dólares en ese período. Otra liga muy diferente.
Las políticas de los últimos 17 años en Venezuela han sido la antítesis de las que se han aplicado en otros países: objetivos de mediano plazo, inversión en áreas de tecnologías de punta, respeto a los derechos de propiedad, mejoras en la formación de recursos, entre otros aspectos. Los resultados están a la vista. Esos países están en ventaja para enfrentar los retos de la sociedad del conocimiento del siglo XXI. Venezuela, por su parte, debe cambiar sustancialmente para dejar de ser el país con menor capacidad de valor agregado en América Latina.
Politemas, Tal Cual, 30 de marzo de 2016
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