La publicación del último Panorama Social (2015) por parte de la CEPAL aumenta la preocupación sobre la situación del país. Dado que el informe incluye información de todos los países de la Región, permite comparar la gestión social en diferentes contextos institucionales.
La tasa de pobreza en América Latina en 2014 fue 28,2%. Eso significa que aproximadamente 168 millones de personas se encontraban en situación de pobreza en ese año. El 11,8% del total de la población estaba en situación de indigencia, es decir, sin los recursos para adquirir los alimentos. El número total de personas en pobreza aumentó en 2 millones entre 2013 y 2014. El incremento neto de la población en pobreza se debió fundamentalmente a tres países (Guatemala, México y Venezuela).
Cuando se compara a Venezuela con los otros países, se evidencian tres características: (1) la tasa de aumento de la pobreza en nuestro país en el período 2010-2014 fue mayor que en cualquier otro, (2) la brecha entre los pobres y los no pobres fue la que más se incrementó, y (3) la brecha entre los individuos, tomando en cuenta el ingreso, también fue la mayor. Por donde quiera que se mire, la pobreza en Venezuela se está agravando, sea en términos de la magnitud como de la intensidad.
Pero lo más inquietante de ese informe no es lo que se dice, sino lo que no se dice. Dado que el último año de información es 2014, podemos imaginar lo que está pasando con la pobreza en estos momentos. Han pasado más de 16 meses desde finales del año 2014. Sin embargo, la crisis económica se complica cada día más. El aumento de la tasa de inflación en 2015 fue el mayor en la historia del país, y el mayor en América desde 1994. Venezuela tiene la inflación más alta del mundo desde 2013 (es decir, cuatro años seguidos). Por otra parte, la economía sigue en recesión, por tercer año seguido. El aumento de los precios de los alimentos el año pasado fue mucho mayor que la inflación agregada. Y para remate, los programas de protección social no están en capacidad de amortiguar la extraordinaria caída de la capacidad adquisitiva. Si a ello se suma la debacle en las áreas de salud y de educación, así como la impresentable gestión de los servicios públicos, queda muy evidente que la afectación de la vida cotidiana de los venezolanos está en su peor momento histórico.
Todo lo anterior nos lleva a una conclusión más que preocupante. Las perspectivas de la situación social se agravaron en 2015, y se están agravando en lo que va de 2016. Ante eso hay un gobierno sin ideas, repitiendo los mismos errores, haciendo gala de la mayor incompetencia en la gestión pública en el Siglo XXI, perdiendo credibilidad a cada instante. La población se afianza en el convencimiento de que el primer paso para tener una transformación en el país es la sustitución institucional de este pésimo gobierno.
Politemas, Tal Cual, 6 de abril de 2016
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