Así como lo oye, apreciado lector. La “majestuosa revolución”, esa que se jactaba de conducir al país a niveles insuperables de bienestar, ha reconocido que se ha quedado sin médicos. Y para solucionar el “pequeño problema” que ello significa, apela a la incorporación de estudiantes a los hospitales públicos. La cifra exacta la indicó el propio Jefe del Estado. Serán 8.948 estudiantes de medicina integral comunitaria. Con lo cual la “revolución bonita” impone otra marca, esto es, eliminar la formación especializada como requisito de la calidad en la atención de los pacientes de nuestros hospitales públicos.
Para atender un parto con la mayor calidad posible se requiere tener un obstetra bien formado en la sala de partos. Para ello se requiere, en primer lugar, estudiar medicina por seis años. Luego trabajar dos años en un internado en un hospital general de alta complejidad. Esto es, realizar las respectivas pasantías por las grandes especialidades de la práctica médica. Después se requiere concursar para entrar en un postgrado universitario. Y luego de ser admitido, estar sometido a las exigencias de tres años de atención de pacientes, exámenes, guardias, horas de quirófanos. Sólo después de cumplidos estos requisitos, el especialista podrá atender un parto y sus complicaciones con lo mejor de sus habilidades, conocimientos y uso de la tecnología.
Antes de la “revolución bonita”, los concursos de los postgrados en los hospitales universitarios venezolanos eran de los más competitivos en América Latina. Esto significaba que muchas veces entraba el 10% de los aspirantes. Se escogían los mejores. No cabe duda de que la fama de la calidad de nuestros especialistas estaba bien ganada. Los médicos venezolanos eran aceptados en los mejores centros del mundo para postgrados más avanzados. Y muchos de ellos regresaban al país para crear nuevas escuelas. Era, en cierta manera, un círculo virtuoso. Mejores especialistas formaban a mejores estudiantes.
Hasta que llegó este gobierno. Sus políticas equivocadas han hecho poco atractivo continuar postgrados en Venezuela. Muchos de estos programas no tienen residentes desde hace varios años. La mitad de los cargos de medicina interna, por ejemplo, no han sido cubiertos este año. Las tres cuartas partes de los cupos para pediatría tampoco han sido cubiertos. La mitad de los cupos de todos los postgrados están vacantes. Muchos de nuestros médicos recién graduados se marchan a otros países a continuar su formación.
La “totumocracia” que nos gobierna quiere responsabilizar a estudiantes por la atención especializada en nuestros hospitales. Servicios en los cuales se atienden fundamentalmente a los sectores de menores recursos del país. Todo lo cual deja muy claro lo poco importante que es para este gobierno el bienestar real de los venezolanos.
Para atender un parto con la mayor calidad posible se requiere tener un obstetra bien formado en la sala de partos. Para ello se requiere, en primer lugar, estudiar medicina por seis años. Luego trabajar dos años en un internado en un hospital general de alta complejidad. Esto es, realizar las respectivas pasantías por las grandes especialidades de la práctica médica. Después se requiere concursar para entrar en un postgrado universitario. Y luego de ser admitido, estar sometido a las exigencias de tres años de atención de pacientes, exámenes, guardias, horas de quirófanos. Sólo después de cumplidos estos requisitos, el especialista podrá atender un parto y sus complicaciones con lo mejor de sus habilidades, conocimientos y uso de la tecnología.
Antes de la “revolución bonita”, los concursos de los postgrados en los hospitales universitarios venezolanos eran de los más competitivos en América Latina. Esto significaba que muchas veces entraba el 10% de los aspirantes. Se escogían los mejores. No cabe duda de que la fama de la calidad de nuestros especialistas estaba bien ganada. Los médicos venezolanos eran aceptados en los mejores centros del mundo para postgrados más avanzados. Y muchos de ellos regresaban al país para crear nuevas escuelas. Era, en cierta manera, un círculo virtuoso. Mejores especialistas formaban a mejores estudiantes.
Hasta que llegó este gobierno. Sus políticas equivocadas han hecho poco atractivo continuar postgrados en Venezuela. Muchos de estos programas no tienen residentes desde hace varios años. La mitad de los cargos de medicina interna, por ejemplo, no han sido cubiertos este año. Las tres cuartas partes de los cupos para pediatría tampoco han sido cubiertos. La mitad de los cupos de todos los postgrados están vacantes. Muchos de nuestros médicos recién graduados se marchan a otros países a continuar su formación.
La “totumocracia” que nos gobierna quiere responsabilizar a estudiantes por la atención especializada en nuestros hospitales. Servicios en los cuales se atienden fundamentalmente a los sectores de menores recursos del país. Todo lo cual deja muy claro lo poco importante que es para este gobierno el bienestar real de los venezolanos.
Politemas, Tal Cual, 3 de febrero de 2010
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