Las circunstancias que vive el país en las últimas semanas han aumentado la trascendencia de las elecciones regionales del próximo domingo. Tradicionalmente, las elecciones presidenciales tienen consecuencias mayores, en tanto que pueden implicar cambios sustantivos en las orientaciones de las políticas. De allí que históricamente las elecciones regionales hayan tenido un menor nivel de participación.
Luego de la aprobación de las elecciones de gobernadores y alcaldes a finales de los ochenta, se inició en estos niveles un mayor interés por la selección de los candidatos y por el seguimiento de la gestión de los aspirantes a la reelección. Toda la década de los noventa fue de profundización de la participación política en esos niveles de gobierno. En los últimos quince años, sin embargo, las prácticas recentralizadoras han hecho mella en la diversidad de la vida política local en Venezuela. La práctica monopolizadora del gobierno nacional ha copado toda la escena. En aquellos estados que cuentan con gobernadores opuestos al actual gobierno, es donde se puede apreciar una mayor autonomía para defender las aspiraciones de los ciudadanos.
Las elecciones de esta semana no han podido librarse de los efectos nacionales. En primer lugar, porque los resultados de las elecciones presidenciales han facilitado que se vea al 16D como otra oportunidad para dirimir la fuerza relativa de las opciones que copan el espectro político nacional. No hay duda de que existe una manera de gobernar en los estados que es más compatible con la visión del actual gobierno nacional. Como tampoco hay dudas de que las opciones que presenta la Unidad Democrática tienen una oferta que comparte las aspiraciones de cambio democrático que tiene el país, sin que ello signifique negar su diversidad política.
Un segundo aspecto está vinculado con la incertidumbre que han generado los anuncios presidenciales del pasado sábado. La posibilidad de que se convoque una nueva elección presidencial ha sido asomada por el propio Primer Mandatario. De manera que los resultados de las elecciones del 16D serán de gran utilidad para conocer la fuerza relativa en todos los estados, especialmente cuando no está involucrado el liderazgo presidencial. Pero también serán de utilidad para conocer la fortaleza de los líderes regionales que son expresiones de una nueva generación política, y han demostrado condiciones para desempeñarse con éxito en el manejo de la administración pública nacional.
Finalmente, los resultados del 16D ofrecerán una muestra de la fuerza de cada una de las organizaciones políticas, tanto las del gobierno como de la Unidad Democrática. Sin duda, todo lo que pase en Venezuela el año próximo estará influido por esos resultados. Votar en ellas, en consecuencia, es la mejor forma de expresar una opinión crucial para nuestro futuro.
Luego de la aprobación de las elecciones de gobernadores y alcaldes a finales de los ochenta, se inició en estos niveles un mayor interés por la selección de los candidatos y por el seguimiento de la gestión de los aspirantes a la reelección. Toda la década de los noventa fue de profundización de la participación política en esos niveles de gobierno. En los últimos quince años, sin embargo, las prácticas recentralizadoras han hecho mella en la diversidad de la vida política local en Venezuela. La práctica monopolizadora del gobierno nacional ha copado toda la escena. En aquellos estados que cuentan con gobernadores opuestos al actual gobierno, es donde se puede apreciar una mayor autonomía para defender las aspiraciones de los ciudadanos.
Las elecciones de esta semana no han podido librarse de los efectos nacionales. En primer lugar, porque los resultados de las elecciones presidenciales han facilitado que se vea al 16D como otra oportunidad para dirimir la fuerza relativa de las opciones que copan el espectro político nacional. No hay duda de que existe una manera de gobernar en los estados que es más compatible con la visión del actual gobierno nacional. Como tampoco hay dudas de que las opciones que presenta la Unidad Democrática tienen una oferta que comparte las aspiraciones de cambio democrático que tiene el país, sin que ello signifique negar su diversidad política.
Un segundo aspecto está vinculado con la incertidumbre que han generado los anuncios presidenciales del pasado sábado. La posibilidad de que se convoque una nueva elección presidencial ha sido asomada por el propio Primer Mandatario. De manera que los resultados de las elecciones del 16D serán de gran utilidad para conocer la fuerza relativa en todos los estados, especialmente cuando no está involucrado el liderazgo presidencial. Pero también serán de utilidad para conocer la fortaleza de los líderes regionales que son expresiones de una nueva generación política, y han demostrado condiciones para desempeñarse con éxito en el manejo de la administración pública nacional.
Finalmente, los resultados del 16D ofrecerán una muestra de la fuerza de cada una de las organizaciones políticas, tanto las del gobierno como de la Unidad Democrática. Sin duda, todo lo que pase en Venezuela el año próximo estará influido por esos resultados. Votar en ellas, en consecuencia, es la mejor forma de expresar una opinión crucial para nuestro futuro.
Politemas, Tal Cual, 12 de diciembre de 2012
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