El país vive días difíciles. La situación está tan crítica que el gobierno pareciera estar “preocupado”. Al menos algunos sectores dentro del gobierno. La polémica que trasciende en los medios indica que hay sensación de urgencia. La economía parece estar en fase recesiva, la inflación está desbordada, la escasez por doquier, las expectativas no son buenas. El gobierno acude a su tradicional expediente de prometer, para desviar la atención de la magnitud de su propio fracaso.
En una situación así, es conveniente que los responsables de las políticas públicas se detengan (aquellos que tengan algo de autocrítica y ponderación) un momento. Lo que se les pide es que vean alrededor del vecindario latinoamericano. Y ojalá se percaten de que los problemas que hoy tenemos no son comunes en la Región. Que muchos países han superado las importantes restricciones que hoy padecemos.
Tomemos un ejemplo, solo para encontrar algunas pistas. Uruguay es el país de América Latina con la menor proporción de población en pobreza extrema (1,1% según Cepal para el año 2012). Venezuela tiene 9,7% (no olvidarlo). En 2007 en Uruguay ese porcentaje era 3% (no hay disponibles cifras anteriores). Cabe preguntarse por los factores que podrían influir en ese éxito para reducir la pobreza.
Uruguay recomienza su vida democrática en 1985. En el período transcurrido hasta la fecha se han sucedido seis gobiernos constitucionales. Se han alternado líderes de diferentes partidos en la presidencia del país. No hay referencias en los medios, de violencia en las calles, o de clima de polarización política, o de injerencias indebidas de un poder público contra otro. Pareciera que la estabilidad política tiene algo que ver.
Entre 1985-2013 la economía uruguaya creció en promedio 3,3% cada año. Eso es más de lo que creció la venezolana. El PIB per cápita de Uruguay aumentó cuatro veces en el período, casi el doble que el nuestro. Entre 2009 y 2013, la economía uruguaya creció cada año, en promedio, cinco veces más que la nuestra. Desde 2003 ha crecido todos los años (repetimos, todos los años, uno tras otro, perdonen la reiteración).Y para remate, tiene una tasa de inflación que es la cuarta parte de la nuestra (hay que agregar que tenemos la tasa más alta en América desde 2007).
Vistos estos elementos, las conclusiones son relativamente sencillas. Puede ser que para reducir la pobreza se requieran muchas condiciones. Pero al menos tres son muy evidentes en el caso de Uruguay. Se pueden resumir: estabilidad política y respeto al Estado de Derecho, crecimiento económico y baja inflación. Los responsables de las políticas del país podrían pasearse, mientras más tiempo mejor, por estos éxitos. Tienen quince años siguiendo los casos fracasados. Ojalá tengan la curiosidad de saber qué hacen los países exitosos. La esperanza siempre hay que tenerla.
Politemas, Tal Cual, 2 de julio de 2014
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