Luego de diez años de “revolución” y de cientos de miles de millones de dólares de ingreso proveniente de la venta de petróleo, el Instituto Nacional de Estadística (INE) nos informa que a finales de 2008, nueve de cada cien venezolanos no podía comprar la canasta mínima de alimentos. Es decir, para esa fecha era muy probable que nueve de cada cien venezolanos intentara conciliar el sueño sin haber comido completo. Nada menos que tres millones de personas. Cifras oficiales, no de la oposición.
Ya nos podemos imaginar las piruetas de los líderes del gobierno para “demostrar” que durante la actual gestión ha disminuido la pobreza. Que si durante los años 2002 y 2003 se encontraba en más de 30% la pobreza extrema, que el efecto de las Misiones ha sido fundamental en tal reducción.
Los responsables del gobierno no admitirán que la reducción de la pobreza experimentada en el período 2004-2008 es producto, como tantas veces en nuestra historia, del inmenso caudal de recursos que ingresaron al fisco nacional. Como parte de ello se aumentó el gasto público, eje fundamental de nuestra actividad económica.
Tal cantidad de recursos, sin embargo, no fueron dedicados a la creación de empleos productivos. Si ello hubiera sido así, el gobierno se tendría que haber sentado con el sector privado para definir los mejores planes para la creación de empleos. Sin esos empleos, decentes como también se les llama, no habrá solución definitiva a la pobreza. El gobierno no sólo no se sentó, sino que por todos los canales imaginables se empeñó en ahuyentar la inversión privada nacional e internacional.
Los resultados están a la vista. Hasta el propio INE los certifica. En la cuna de la “revolución bolivariana continental”, con todos esos recursos, el 9% de la población no tiene para comer bien diariamente. Lo cual deja muy claro también que para ese 9% de la población, sin duda el más pobre, los canales de “redistribución” del Petroestado Bolivariano, a través de las Misiones, sencillamente no llegan. Para el 9% de la población, insistimos, la más pobre, no hay un Estado que los defienda, una red de servicios que los beneficie de verdad.
Ya en el segundo trimestre de 2009 es bastante sensato suponer que la crisis económica llegará con mayor fuerza a ese 9% de la población. Ya sabemos el efecto de la inflación. Ya sabemos sobre las dificultades que tendrá la poca inversión privada. Ya sabemos también que ante la caída de recursos fiscales, el gobierno ha optado por disminuir el gasto público.
De manera que dos más dos son cuatro. Los pobres de finales de 2008 tienen más dificultades en este momento. Para ellos, sin embargo, el gobierno no tiene ninguna buena noticia. Simplemente les ha informado que reducirá la inversión social en términos reales, no otra cosa puede esperarse de la reducción del gasto público. También les ha informado que les subirá el IVA a 12% y que el aumento del salario mínimo no llegará a compensar el aumento de la inflación.
Tal pareciera que el gobierno del Presidente Chávez, supuesto adalid contra la pobreza, ha dejado a tres millones de venezolanos en la estacada. Les ha dicho que se arreglen con lo que hay (esto es, Misiones en decadencia). Mientras muchos gobiernos de la región están aumentando la inversión en programas de protección social, en Venezuela el gobierno prácticamente ha decidido dejar a la intemperie a millones de compatriotas. No hay más nada que agregar para demostrar que el objetivo de este gobierno no es hacer la vida más llevadera a los más pobres. Se acaba la ilusión. Ya no se ocultan las verdaderas intenciones.
Politemas, Tal Cual, 8 de abril de 2009
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