La relevancia del cambio climático recibirá un nuevo impulso en las próximas dos semanas. La Cumbre Climática de 2022 que se celebra en Egipto ha actualizado la difícil coyuntura que atraviesan las políticas para enfrentar los severos efectos del calentamiento global. Los anuncios precedentes a la Cumbre no resultan muy auspiciosos. Los organismos especializados han señalado que, en el actual curso, no se podrá cumplir el objetivo de que el aumento de la temperatura global no supere 1,5º C con respecto a los niveles pre-industriales. Las discusiones de la Cumbre deberían conducir a recomendaciones y acuerdos para modificar este panorama tan sombrío.
Esta preocupación sobre la evolución del cambio climático no es un tema nuevo. Ha estado en la agenda prioritaria a escala global en las últimas décadas. Es de suponer que un tema de esta envergadura debería estar en la lista de las principales preocupaciones de los líderes de los países de América Latina. Sin embargo, la revisión de los discursos de toma de posesión de los nuevos presidentes de la región, esto es, lo que tomaron posesión en 2022, deja muchas interrogantes sobre la valoración del problema por parte del liderazgo político.
Tres nuevos presidentes entraron en funciones este año en América Latina. El presidente Boric de Chile solo mencionó en su discurso de toma de posesión que existe la “emergencia climática”. El presidente Chaves de Costa Rica no hizo ninguna mención sobre el tema. El presidente Petro señaló que Colombia haría énfasis para “frenar el cambio climático”. Puede notarse que estas menciones, en los casos que se realizaron, no son proporcionales a la dimensión del problema ni a los efectos que tiene en países entre los más biodiversos del mundo. Ninguno de los nuevos presidentes propuso la actualización de los documentos de sus respectivos países sobre el avance de las políticas, también llamados “contribuciones nacionalmente determinadas”. Era lo mínimo.
Esta ausencia del análisis de las repercusiones del cambio climático y de las medidas concretas que se deben tomar en estos tres países, sigue el mismo patrón con respecto a propuestas de políticas públicas, desarrollo sostenible, y la pandemia. Este patrón se puede resumir en la falta de asignación de prioridades a los problemas públicos, ni siquiera a aquellos que son los más críticos, y en la ausencia de metas y mecanismos de seguimiento. En tales condiciones, es poco probable que se puedan realizar efectivas políticas públicas para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.
Si los líderes de los gobiernos de los países no explicitan estas prioridades, la sociedad no puede contar con referencias para conocer las variaciones de los problemas y de los efectos de las políticas. Mucho menos pueden ser efectivos para atender a los cambios que sobre estos problemas tendrán las nuevas crisis económicas y sociales.
Una opción que podrían explorar los organismos internacionales es invitar a sus sedes a los presidentes recién electos y sus equipos de gobierno para conocer en detalle todas implicaciones, en este caso, del cambio climático. En estas visitas se podrían revisar los mecanismos de cooperación y asistencia técnica para evaluar las políticas en curso e incorporar los cambios necesarios. Una especie de pasantía intensiva en cambio climático para altos funcionarios. De una semana, por ejemplo. Quizás resulta en un programa bastante costo-efectivo para poner en práctica mejores políticas para enfrentar el cambio climático en la región. Y si queda tiempo se pueden incorporar otros temas, como desarrollo sostenible y preparación contra pandemias. Vale la pena explorar la idea.
Politemas, Tal Cual, 9 de noviembre de 2022
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