Después de siete años de la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en Naciones Unidas, la propuesta tiene amplia difusión en el contexto global. Múltiples instituciones han incorporado dentro sus planes de actividades la idea central de los ODS, esto es, que para el año 2030 en todos los países se deben alcanzar metas específicas en 17 áreas del desarrollo humano, desde la reducción de la pobreza hasta enfrentar exitosamente los efectos del cambio climático. De hecho, existen acuerdos entre empresas, universidades, organizaciones de la sociedad civil, en los cuales se han incorporado los ODS como guía para la acción en los próximos años.
Se podría imaginar que, dada la naturaleza del rol que tienen los gobiernos en el cumplimiento de los ODS, los planes de desarrollo de los países deberían estar centrados en ellos. Lamentablemente, el análisis de estos planes indica que no es así.
Gracias al Observatorio Regional de Planificación para el Desarrollo de la Cepal, es posible contar con los planes de desarrollo de los países de América Latina y el Caribe. Si se concentra el análisis en los países de América Latina, se encuentra que los planes de desarrollo más recientes son los de Bolivia, Ecuador, y Nicaragua, todos publicados en 2021.
En los planes de desarrollo de Bolivia y Ecuador, no existen menciones específicas a los ODS, y mucho menos están adaptadas las metas a la situación específica de estos dos países. En el plan de Nicaragua, se señala de manera general los ODS, y de manera específica solamente los ODS 2 (hambre cero), y 6 (agua y saneamiento). Sin embargo, en ninguno de estos dos casos se indican compromisos detallados.
Estas circunstancias, esto es, que los planes de desarrollo no contengan mención sobre los ODS, deben llevar a una reflexión detallada sobre lo que esto significa para los ciudadanos de los países. Si los ODS constituyen un compromiso acordado a escala global, ¿cómo puede entenderse que los planes de los países no los estén incorporando? Si la guía de las políticas públicas (los planes de desarrollo) no incluyen los ODS, ¿cómo puede asegurarse que las inversiones requeridas se llevarán a cabo? ¿cuáles serán los efectos de esta ausencia en las condiciones de vida concreta de los ciudadanos?
A los efectos prácticos, es bastante obvio que no están operando los mecanismos institucionales que convierten acuerdos globales en decisiones efectivas en los países. Lo cual es otra forma de expresar las grandes restricciones en el diseño e implementación de políticas públicas, con sus terribles consecuencias para el bienestar de las personas. En el fondo está la gran limitación de que la región no parece contar con los líderes políticos que combinen la visión con acciones concretas. De no producirse cambios en estos patrones, lamentablemente el desencanto y la frustración se incrementarán en América Latina.
Politemas, Tal Cual, 23 de noviembre de 2022
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