Para el gobierno actual hasta resultó fácil. Se propuso convencer al país de que la pobreza había sido eliminada en su gestión. Para ello contó con la complacencia de todos los poderes públicos. Luego aprovechó la coyuntura política del 2003-2004 para copiar la estrategia social de Cuba. Más adelante utilizó el auge de los ingresos petroleros para crear decenas de programas, llamados “Misiones”, con claro acento ideológico y de propaganda.
Cuando cesó el “boom” económico y disminuyó la cantidad de recursos para dichos programas, el resultado no se hizo esperar: hoy existe una disminución franca de la cobertura de las Misiones, y no hay certeza de lo que ocurrirá con ellas de prolongarse la actual recesión económica. Sin incluir los problemas de calidad que muchas de ellas presentan.
En esta segunda década del siglo XXI hemos avanzado lo suficiente en el campo de las políticas sociales, para saber que no hay forma de disminuir la pobreza efectivamente que no pase por identificar con exactitud las familias y personas afectadas. Esto es, que para cada una de ellas exista la suficiente cantidad y calidad de información que permita establecer sus riesgos y carencias. Pero más importante, que permita saber si las intervenciones ofrecidas, sean ellas subsidios en especies o en efectivo, o la atención en los sistemas de salud y educación, así como en programas de capacitación laboral, están llegando adecuadamente.
Estos programas ya son un estándar en América Latina. Se conocen con el nombre de transferencias condicionadas. Es decir, las personas o las familias los reciben con la condición de que permanezcan en diferentes servicios. Esa es la razón por la que la División de Desarrollo Social de la CEPAL se propuso organizar una base de datos en línea sobre estos programas de transferencia condicionadas. A finales del año pasado, se anunció la primera información recabada de estos programas. Es por ello que sabemos, entre otras cosas, que estos programas benefician a más de 25 millones de familias (113 millones de personas) en toda la Región. Sabemos que el programa de la Bolsa Familia de Brasil llega a 52 millones de personas, casi la mitad de todos los beneficiarios. En el caso de Oportunidades de México, la población beneficiaria alcanza los 27 millones de personas.
Siendo que Venezuela entra en su tercer año de recesión, y que existe un gobierno “supuestamente” interesado en beneficiar a las familias pobres, las Misiones deberían estar en esa base de datos. Lamentablemente, tal como usted lo imaginaba, ningún programa venezolano aparece en esa base de datos. Las Misiones no califican, según Cepal, como programas de protección social. Los pobres en Venezuela no tienen gobierno que los proteja. Están literalmente a la “buena de Dios”.
Cuando cesó el “boom” económico y disminuyó la cantidad de recursos para dichos programas, el resultado no se hizo esperar: hoy existe una disminución franca de la cobertura de las Misiones, y no hay certeza de lo que ocurrirá con ellas de prolongarse la actual recesión económica. Sin incluir los problemas de calidad que muchas de ellas presentan.
En esta segunda década del siglo XXI hemos avanzado lo suficiente en el campo de las políticas sociales, para saber que no hay forma de disminuir la pobreza efectivamente que no pase por identificar con exactitud las familias y personas afectadas. Esto es, que para cada una de ellas exista la suficiente cantidad y calidad de información que permita establecer sus riesgos y carencias. Pero más importante, que permita saber si las intervenciones ofrecidas, sean ellas subsidios en especies o en efectivo, o la atención en los sistemas de salud y educación, así como en programas de capacitación laboral, están llegando adecuadamente.
Estos programas ya son un estándar en América Latina. Se conocen con el nombre de transferencias condicionadas. Es decir, las personas o las familias los reciben con la condición de que permanezcan en diferentes servicios. Esa es la razón por la que la División de Desarrollo Social de la CEPAL se propuso organizar una base de datos en línea sobre estos programas de transferencia condicionadas. A finales del año pasado, se anunció la primera información recabada de estos programas. Es por ello que sabemos, entre otras cosas, que estos programas benefician a más de 25 millones de familias (113 millones de personas) en toda la Región. Sabemos que el programa de la Bolsa Familia de Brasil llega a 52 millones de personas, casi la mitad de todos los beneficiarios. En el caso de Oportunidades de México, la población beneficiaria alcanza los 27 millones de personas.
Siendo que Venezuela entra en su tercer año de recesión, y que existe un gobierno “supuestamente” interesado en beneficiar a las familias pobres, las Misiones deberían estar en esa base de datos. Lamentablemente, tal como usted lo imaginaba, ningún programa venezolano aparece en esa base de datos. Las Misiones no califican, según Cepal, como programas de protección social. Los pobres en Venezuela no tienen gobierno que los proteja. Están literalmente a la “buena de Dios”.
Politemas, Tal Cual, 9 de febrero de 2011
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