Los resultados de las elecciones en Perú ponen en el tapete las tensiones de las políticas de desarrollo. La segunda vuelta se decidirá entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori. Ambas candidaturas constituyen expresiones de polos opuestos en la política peruana. Tales diferencias se irán haciendo más definidas en la medida que avance la campaña electoral para la segunda vuelta.
Que ambos contendores ocupen polos tan separados es consecuencia de la desaparición del centro político en estas elecciones. Por una parte influyó la imposibilidad del APRA para presentar un candidato atractivo. Y por la otra, las diferencias entre Toledo y Kuczynski que impidieron llegar a una candidatura consensual. Quizás porque cada uno pensó que tenía los votos para pasar a la segunda. Y se quedaron fuera los dos.
Lo llamativo de las elecciones peruanas va más allá de los arreglos políticos. Luego de casi veinte años de crecimiento sostenido, de gran magnitud, con aumento significativo del ingreso per cápita, quizás muchos pensaron que era automática la senda del progreso. Desde esa perspectiva hubiera bastado mantener los ciclos de crecimientos basados en la gran inversión que se recibe del exterior, especialmente en minerales y en el sector financiero. La votación que recibió Ollanta Humala es una demostración de que no había tal automatismo.
Que la votación se haya compartido con Keiko Fujimori es otro indicativo de que en algunos sectores hay añoranza por la política social de su padre. El propio presidente Alan García lo ha reconocido. Es muy posible, entonces, que la desaparición temporal del centro político esté vinculada a la interpretación de los contenidos de la política social. Toledo y Kuczynski no eran alternativas.
Entre 2004 y 2009 la pobreza en Perú se redujo en 28%. El auge económico indudablemente influyó en el aumento de los ingresos de las familias. Sin embargo, la desigualdad social se mantuvo casi inalterada. Mientras la pobreza de ingresos no llega a 15% en Lima, en las zonas rurales de la sierra y de la selva alcanza 60%. La indigencia afecta fundamentalmente a la población rural de la sierra y de la selva.
La razón de lo anterior es relativamente sencilla. La política social requiere una atención a los detalles. Se trata de llegar a todos los sectores, pero identificando necesidades y asignando beneficios, especialmente a través de mecanismos que disminuyan de verdad la pobreza. Es por ello que la población en redes de protección en Perú no es compatible con la magnitud de los requerimientos. En la segunda vuelta vamos a observar la pugna de ofrecimientos que mantengan los logros económicos pero que consideren las urgencias sociales. A Perú llegó el debate sobre la calidad de la política social. Eso es una excelente noticia.
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