Ya bastante es la severidad del tiempo que aflige a los venezolanos. Varias semanas de lluvia, incesante en muchas partes del país, han afectado severamente a cientos de miles de venezolanos. En algunos casos se han perdido vidas de compatriotas. Miles de familias venezolanas se han quedado sin los servicios básicos y han debido acudir a refugios o a protegerse en casa de familiares.
Los pronósticos indican que todavía quedan días de lluvia por venir. Todo lo cual aumenta la preocupación y la sensación de desamparo. Ahora bien, las calamidades de la naturaleza ocurren en todas partes. Se trata de minimizar las posibilidades, pero muchas veces no es posible eliminarlas.
Lo que debería ser más predecible es la conducta de los gobiernos ante los imponderables del tiempo. Los ciudadanos esperan un gobierno que ofrezca protección, que sea capaz de organizar la ayuda, de anteponer cualquier otro interés a la vida y la salud de sus ciudadanos. En estas circunstancias los ciudadanos esperan respuestas rápidas, pero más que todo esperan que haya preocupación por sus circunstancias, esfuerzo mancomunado, dedicación a los pequeños detalles que deben traer un poco de bienestar en las ya difíciles situaciones.
Lamentablemente la conducta del actual gobierno nacional no ha estado regida por esos criterios. Antes que hacer un llamado al trabajo con todos los gobiernos regionales y locales, han pasado ya varias semanas sin que se convoque el Consejo Federal de Gobierno. Esa hubiera sido la instancia para establecer las mejores pautas, coordinar los mecanismos de rescate y el tratamiento de la contingencia. También hubiera sido el espacio para analizar todo lo que se necesita para la atención más allá de lo inmediato. Pensemos solamente en las inversiones que se requieren para recuperar todos los daños en la infraestructura del país. Pensemos en la afectación que sufren los planes de atención de los servicios públicos. A todas las dificultades que se conocían, ahora se suman las ocasionadas por las lluvias del último mes.
Pero no bastó la tradicional indiferencia y la incapacidad para coordinar esfuerzos por parte del actual gobierno. El gobierno procedió a dividir más a los venezolanos. Las palabras del presidente Chávez el domingo en Higuerote pueden considerarse como una expresión de la más alta irresponsabilidad en el manejo de situaciones de crisis. El Presidente promovió el desorden, la anarquía, el irrespeto a derechos consagrados en la Constitución, y, especialmente, contribuyó a crear zozobra en la población. Antes que impulsar las labores de rescate y la tranquilidad, el Presidente agravó las preocupaciones de los venezolanos. El Presidente demostró que las únicas tragedias no provienen de las condiciones climáticas.
Los pronósticos indican que todavía quedan días de lluvia por venir. Todo lo cual aumenta la preocupación y la sensación de desamparo. Ahora bien, las calamidades de la naturaleza ocurren en todas partes. Se trata de minimizar las posibilidades, pero muchas veces no es posible eliminarlas.
Lo que debería ser más predecible es la conducta de los gobiernos ante los imponderables del tiempo. Los ciudadanos esperan un gobierno que ofrezca protección, que sea capaz de organizar la ayuda, de anteponer cualquier otro interés a la vida y la salud de sus ciudadanos. En estas circunstancias los ciudadanos esperan respuestas rápidas, pero más que todo esperan que haya preocupación por sus circunstancias, esfuerzo mancomunado, dedicación a los pequeños detalles que deben traer un poco de bienestar en las ya difíciles situaciones.
Lamentablemente la conducta del actual gobierno nacional no ha estado regida por esos criterios. Antes que hacer un llamado al trabajo con todos los gobiernos regionales y locales, han pasado ya varias semanas sin que se convoque el Consejo Federal de Gobierno. Esa hubiera sido la instancia para establecer las mejores pautas, coordinar los mecanismos de rescate y el tratamiento de la contingencia. También hubiera sido el espacio para analizar todo lo que se necesita para la atención más allá de lo inmediato. Pensemos solamente en las inversiones que se requieren para recuperar todos los daños en la infraestructura del país. Pensemos en la afectación que sufren los planes de atención de los servicios públicos. A todas las dificultades que se conocían, ahora se suman las ocasionadas por las lluvias del último mes.
Pero no bastó la tradicional indiferencia y la incapacidad para coordinar esfuerzos por parte del actual gobierno. El gobierno procedió a dividir más a los venezolanos. Las palabras del presidente Chávez el domingo en Higuerote pueden considerarse como una expresión de la más alta irresponsabilidad en el manejo de situaciones de crisis. El Presidente promovió el desorden, la anarquía, el irrespeto a derechos consagrados en la Constitución, y, especialmente, contribuyó a crear zozobra en la población. Antes que impulsar las labores de rescate y la tranquilidad, el Presidente agravó las preocupaciones de los venezolanos. El Presidente demostró que las únicas tragedias no provienen de las condiciones climáticas.
Politemas, Tal Cual, 8 de diciembre de 2010
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