Los resultados están a la vista. Uno de los países más inseguros del mundo. La economía con más inflación en el planeta. La economía con menos perspectivas de crecimiento hasta la próxima década. Esos son apenas tres de los resultados de una de las gestiones más largas e incompetentes en la historia del país. Fundamentada en ideas que no resisten la menor prueba. Justamente en la dirección contraria en la que se mueve el mundo.
La receta que se aplicó partía de una gran dosis de voluntarismo: expandamos el Estado, y lo demás se generará automáticamente. Eliminemos al sector privado, arrinconemos a todo el resto de la sociedad, eso bastará. Por supuesto, en esa visión de las cosas, hay que preocuparse muy poco por el manejo de la economía. Simplemente se trata de controlar la producción petrolera, y listo, todo vendrá por añadidura. En esa concepción de las cosas, no importa crecer, ni tener baja inflación, ni tener las cuentas fiscales en regla. Nada de eso. Ergo, no hay que cumplir ningún requisito para dirigir la economía del país. Literalmente, se puede colocar a cualquiera.
Pero esa no es la forma como los demás países de la Región resuelven el manejo de sus economías. Tomemos para empezar el gobierno de Chile, dirigido por una presidenta socialista. En el reciente cambio de ministros, el Ministerio de Hacienda fue asumido por Rodrigo Valdés, quien es ingeniero comercial de la Universidad de Chile. Por su rendimiento en la carrera obtuvo el premio al mejor ingeniero comercial graduado en 1990, otorgado por la Asociación de Ingenieros Comerciales de Chile. Luego obtuvo el doctorado en economía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Trabajó en el FMI como subdirector del Departamento Europeo. También fue Economista Jefe de Barclays Capital para América Latina. Entre 2002 y 2007 fue Gerente de Estudios del Banco Central de Chile. Ha sido profesor universitario y consultor internacional.
Sigamos con el gobierno de Perú, también en línea política similar con el de Chile. El primer ministro de economía del gobierno de Humala fue Luis Miguel Castilla, economista graduado en la Universidad de McGill, Canadá, con un doctorado en economía de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos. Trabajó en el Banco Mundial, en las regiones de América Latina, África y Medio Oriente. Fue asesor de la CAF. Miembro del directorio del Banco de La Nación en 2010. Actualmente es el Embajador de Perú en Washington. Fue sucedido por Alonso Segura, economista de la Pontificia Universidad Católica del Perú, con doctorado en economía de la Universidad de Pennsylvania. Trabajó en el FMI como asesor del Director Ejecutivo para el Cono Sur. Fue Gerente de Estudios Económicos y Estrategia del Banco de Crédito de Perú.
Pasemos a Bolivia. El ministro Luis Alberto Arce es economista de la Universidad Mayor de San Andrés, con Maestría en Estudios Económicos de la Universidad de Warwick, Reino Unido. Trabajó 18 años en el Banco Central de Bolivia llegando a desempeñarse como responsable de varias áreas técnicas, tales como Jefe del Departamento de Balanza de Pagos y Subgerente de Reservas y Deuda Externa. Es además contador, y profesor de pre y postgrado en varias universidades bolivianas.
Con todo lo anterior, uno se pregunta por las competencias de los encargados de tomar decisiones en la economía nacional. Y si tienen alguna idea de cómo enfrentar la terrible crisis que vivimos. Si están formados para entender los grandes desequilibrios que confrontamos. Y más importante, si saben cuáles son las medidas que se requieren. Y cuando se ve la forma como el gobierno asigna los cupos en las universidades, y que los más calificados no ocupan los primeros puestos, se entiende mejor las razones por las cuales tenemos la peor gestión económica en el mundo.
Politemas, Tal Cual, 3 de junio de 2015
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