Los gobiernos que promueven el pensamiento único requieren crear una historia diferente. Es por eso que buscan todas las formas para transmitir a la sociedad que se está en una nueva etapa. De allí que se aprueben nuevas constituciones, y por consiguiente se tenga que modificar la mayor cantidad de leyes que se pueda. También se acude al cambio de siglas de los organismos de la administración pública. Hasta el huso horario se modifica.
La justificación de estos cambios es sencilla: hay que “acostumbrar” a los ciudadanos para que acepten todos los mensajes que emanan del centro de poder. No importa mucho, piensan los gobernantes, que la sociedad haya tenido una gran experiencia democrática. Para los funcionarios se trata de persistir, y punto. Para esta tarea hay dos grandes factores a tomar en cuenta.
El primero es que el gobierno dure la mayor cantidad de tiempo. De esta manera los ciudadanos no tendrán otra que adaptarse. Y el otro factor es que al pasar el tiempo cada día serán menos los que recuerden lo que pasaba antes de que el gobierno llegara al poder. De manera que el tiempo, por cualquier de las razones anotadas, se convierte en el gran aliado de este tipo de gobiernos.
Tomemos un ejemplo. El actual gobierno ha puesto mucho esfuerzo en demostrar que la salud del país se divide en dos partes: antes y después de 1999. Y ha reiterado a través de todos sus canales de propaganda que la salud de los venezolanos nunca ha estado mejor que durante este largo gobierno. Eso es totalmente falso. En 1960 la tasa de mortalidad infantil de Venezuela era la segunda más baja de la Región. Solo era superada por la de Uruguay. En 1973 se mantenía el segundo lugar.
Para el año 2011 Venezuela se encontraba en el lugar número 7 de la mortalidad infantil en la Región, y por cierto, con un retroceso experimentado en estos quince años. De manera que no es verdad que el actual gobierno ha mejorado las condiciones de salud, en particular en el caso de la mortalidad infantil. Como tampoco es verdad que todo lo que sucedió antes de 1999 era desastroso. Los éxitos de Venezuela durante varias décadas se debieron justamente a lo que ahora prácticamente ha desaparecido: la institucionalidad para diseñar e implementar adecuadas política públicas.
La inmensa incompetencia que el gobierno muestra en todas las áreas es el principal factor para no creer las bondades que su propaganda difunde. El desempeño del gobierno ha sido muy pobre en muchas áreas. Pero ha contado con falta de seguimiento y de control, así como en el uso indiscriminado de los recursos para difundir adulteraciones de la historia. En realidad, ha sido un gobierno de ilusiones, especialmente reprochables cuando afectan la vida y la salud de todos los venezolanos. A la incompetencia han sumado el engaño y la distorsión de la Historia.
Politemas, Tal Cual, 30 de julio de 2014
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