La reunión de la OPEP de la semana pasada ratificó la política promovida por los socios más influyentes. Esta es, dejemos que sea el mercado el que dicte el precio del barril, por una parte. Por la otra, compitamos con precios bajos. En ambas posiciones Venezuela quedó fuera de juego. El otrora rol influyente de Venezuela en la OPEP parece evaporado.
Hay razones para pensar que Venezuela ha perdido de manera significativa su liderazgo en la conducción de la OPEP. En 1999 Venezuela era el tercer productor de petróleo de la organización. Con 2,8 millones de barriles diarios, el país representaba el 10,7% de toda la producción de la organización. Solo superado por Arabia Saudita e Irán.
Entre 1999 y 2014, Venezuela disminuyó la producción a 2,3 millones de barriles diarios de crudo. Con lo cual ha descendido al sexto lugar en términos de la producción de la OPEP. Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos e Irak producen actualmente más petróleo que Venezuela. Entre 1999 y 2014 la producción de crudo de Venezuela se redujo en 17%. Solo Libia (con todo lo sucedido después del derrocamiento de Khadafi) e Irán (con el bloqueo) han tenido mayores caídas en la producción que Venezuela.
Si la OPEP funcionara como un cartel perfecto, los socios mantendrían idéntica proporción en la fuerza relativa dentro del mercado. El hecho de que Venezuela haya disminuido, y que otros países hayan aumentado su importancia nos indica que las posiciones de los países son el resultado más bien de sus estrategias particulares. Por ejemplo, Argelia ha aumentado 50% la producción. Iraq casi 30%. Y Arabia Saudita 25%. Venezuela hubiera podido hacerlo también.
Y este es el punto central. El gobierno de Venezuela ha ejecutado una política que ha disminuido el rol político y económico del país en la OPEP. Por supuesto, ambos roles están vinculados. Pero no hay duda de que la incapacidad mostrada por el gobierno para aumentar la producción tiene un gran efecto en la presencia geopolítica del país.
La política anti-productiva del actual gobierno también se expresa en el petróleo. Como resultado, vendemos menos barriles, y con la caída del precio, también obtendremos menos ingresos. No es de que extrañar que un país que representa apenas el 7% de la producción de la OPEP, no tenga ninguna capacidad para convencer a sus socios de reducir la oferta de crudo. Tampoco es una sorpresa que después de todo eso, voceros oficiales quieran vender el barril a precios que están fuera de la realidad del mercado. También la OPEP se ha convertido en un escenario de derrotas para el actual gobierno. Resultados de una mala política, pues.
Politemas, Tal Cual, 3 de diciembre de 2014
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