El gobierno no oculta los efectos de la derrota infringida por la Unidad el pasado domingo. Ya se habían hecho muchos planes con respecto a los meses por venir: triunfo contundente en la elección a la Asamblea Nacional, alcanzar los dos tercios de los diputados, y reinicio de la arremetida contra todo vestigio de la institucionalidad establecida en la Constitución de 1999. No hay ninguna duda de que el objetivo del gobierno es dominar por completo a la sociedad venezolana.
Los resultados de la elección demuestran que es posible aprovechar las posibilidades que deja este marco institucional deteriorado. También indican que la estrategia del voto es efectiva, genera nuevas posibilidades, amplía los espacios de influencia. Pero todo ello no debe ser motivo de engaño. El actual gobierno no está convencido del respeto a las instituciones, ni de la convivencia entre adversarios políticos, ni tiene el más mínimo pudor ante la violación de las leyes con tal de satisfacer sus objetivos. Todo lo cual nos coloca en un nuevo escenario. Esto es, acometer con la lucha en los frentes disponibles, la tarea de restituir la Constitución de 1999.
La Unidad de todos los sectores democráticos demostró que es posible trazarse objetivos comunes y alcanzarlos. Ahora se abre una nueva etapa de exigencias. Al menos tres grandes retos deberá acometer la Unidad para convertirse aún más en una alternativa de transformación del país. En primer lugar, deberá cohesionar una fracción parlamentaria que trabaje en la Asamblea para colocar los problemas de los venezolanos en primera línea. Que sea capaz de actuar como un solo cuerpo, pero que se nutra de la diversidad y amplitud de pareceres. Ello supone establecer prioridades parlamentarias, acordar modos de funcionamiento, organizar equipos de trabajo, involucrarse con la sociedad en las diversas áreas, revisar periódicamente los planes de acción.
En segundo lugar, la Unidad deberá consolidar la coordinación entre los partidos de la alianza, así como vincularse más con la sociedad civil. En esa tarea será relevante el esfuerzo que se realiza en los gobiernos de los estados y municipios, así como los acuerdos para visualizar alternativas de política en un gobierno unitario en 2013. En tercer lugar, la Unidad debe consolidar mecanismos para dirimir la participación en las elecciones de los años 2011 y 2012.
De manera que la Unidad deberá ser lo suficientemente flexible para avanzar en la esfera parlamentaria, en el intercambio con la sociedad y en los gobiernos locales y de los estados, y en la organización electoral. Todo lo cual supone generar ideas y ser capaces de concretarlas. La construcción de esa Unidad, efectiva, cercana, directa, necesaria para todos, es probablemente la mayor exigencia de la hora actual.
Los resultados de la elección demuestran que es posible aprovechar las posibilidades que deja este marco institucional deteriorado. También indican que la estrategia del voto es efectiva, genera nuevas posibilidades, amplía los espacios de influencia. Pero todo ello no debe ser motivo de engaño. El actual gobierno no está convencido del respeto a las instituciones, ni de la convivencia entre adversarios políticos, ni tiene el más mínimo pudor ante la violación de las leyes con tal de satisfacer sus objetivos. Todo lo cual nos coloca en un nuevo escenario. Esto es, acometer con la lucha en los frentes disponibles, la tarea de restituir la Constitución de 1999.
La Unidad de todos los sectores democráticos demostró que es posible trazarse objetivos comunes y alcanzarlos. Ahora se abre una nueva etapa de exigencias. Al menos tres grandes retos deberá acometer la Unidad para convertirse aún más en una alternativa de transformación del país. En primer lugar, deberá cohesionar una fracción parlamentaria que trabaje en la Asamblea para colocar los problemas de los venezolanos en primera línea. Que sea capaz de actuar como un solo cuerpo, pero que se nutra de la diversidad y amplitud de pareceres. Ello supone establecer prioridades parlamentarias, acordar modos de funcionamiento, organizar equipos de trabajo, involucrarse con la sociedad en las diversas áreas, revisar periódicamente los planes de acción.
En segundo lugar, la Unidad deberá consolidar la coordinación entre los partidos de la alianza, así como vincularse más con la sociedad civil. En esa tarea será relevante el esfuerzo que se realiza en los gobiernos de los estados y municipios, así como los acuerdos para visualizar alternativas de política en un gobierno unitario en 2013. En tercer lugar, la Unidad debe consolidar mecanismos para dirimir la participación en las elecciones de los años 2011 y 2012.
De manera que la Unidad deberá ser lo suficientemente flexible para avanzar en la esfera parlamentaria, en el intercambio con la sociedad y en los gobiernos locales y de los estados, y en la organización electoral. Todo lo cual supone generar ideas y ser capaces de concretarlas. La construcción de esa Unidad, efectiva, cercana, directa, necesaria para todos, es probablemente la mayor exigencia de la hora actual.
Politemas, Tal Cual, 29 de septiembre de 2010
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